26 - LAS DIEZ

107 14 16
                                    

Tiff

—Despierta, mi amor.

Abro los ojos muy despacio para encontrarme con esa preciosa mirada esmeralda. Eso me hace sonreír.

—¿Sabes que duermes como un ángel? —pregunta mientras me besa el hombro. Yo me río.

—Pues es extraño, ya que estaba en brazos de un vampiro —respondo divertida haciéndole reír.

Peter se acerca a mí y me da un dulce beso en los labios.

—Por favor. No vuelvas a dejarme —me dice con tristeza.

—No lo haré —contesto acariciando su suave cabello —. Siempre y cuando dejes de intentar alejarme de ti.

—Ya no más. Te lo juro.

Tras decir esas palabras, los dos nos fundimos en un tierno beso. Me siento tan feliz de que, por fin, haya reaccionado, que no podría expresarlo con palabras. Después de lo que hemos pasado, y ni siquiera habíamos tenido un momento de intimidad hasta ahora. Creo que, después de esto, Peter y yo podremos avanzar sin ningún miedo.

—Me encantaría volver a hacerte el amor —me indica con pesar —, pero ya casi son las diez.

Pongo cara de disgusto, pero enseguida me levanto y comienzo a vestirme. No estaría bien que llegaran Sara y Sebastián y nos pillaran así.

Una vez vestidos, hacemos la cama y nos sentamos en ésta a esperar formalitos.

No puedo dejar de mirar de reojo a mi vampiro ni él a mí. Lo que ha pasado esta tarde entre nosotros ha sido increíble. ¡Y yo que pensaba que Vincen era bueno en la cama! ¡Qué ciega estaba! Ahora empiezo a entender el gusto de mi prima por lo "sobrenatural". Después de probar esto, es imposible volver a estar con un humano normal.

Peter me pilla mirándole y sonríe mientras se muerde el labio, pero esta vez no lo hace por vergüenza, es lujuria lo que veo en sus ojos y eso me enciende.

—Si sigues mirándome así vamos a acabar muy mal —comento con picardía. Él se echa a reír.

—¿Y si no les abrimos la puerta? —sugiere con voz sensual mientras me coge por la cintura y besa mi cuello.

—No me lo digas dos veces —respondo derretida por ese gesto.

En ese momento llaman a la puerta. Son las diez.

Los dos nos echamos a reír. Si llegan a tardar un minuto más...

Enseguida entran Sara y Sebastián. Por sus caras parece que tienen noticias y eso es bueno. Llevamos aquí tres día y todavía no hemos averiguado nada sobre las hadas.

—¿Cómo ha ido? —pregunto.

Sara me hace un gesto para que me calle y comienza a realizar un extraño ritual. Empieza a dar vueltas sobre si misma mientras emite ondas por toda la habitación. Yo le miro fascinada. Su magia es muy pura.

—Ya está —dice satisfecha cuando acaba —. Ningún micrófono nos podrá grabar ahora.

Abro los ojos como platos. Sara es increíble. A mí en ningún momento se me hubiera ocurrido pensar que hubiera micros aquí.

¿Micros aquí? Un enorme calor me sube por las mejillas pensando en que alguien haya podido escuchar lo que ha pasado esta tarde. Miro a Peter y éste se ríe adivinando lo que estoy pensando. Es increíble cómo ha perdido la vergüenza en un momento. ¿Dónde ha quedado mi tímido vampiro? Aunque éste, más lanzado, me gusta igual.

—Está claro que vosotros dos no habéis encontrado nada. ¿Me equivoco? —pregunta Sebastián con malicia. Yo me pongo aún más roja.

—Teníamos cosas más importantes que hacer —contesta Peter tranquilo sorprendiéndome aún más —. Y vosotros. ¿Qué tenéis?

DC VII: LAS MONTAÑAS DEL DESTINO √Donde viven las historias. Descúbrelo ahora