31 - INTERROGATORIO

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Pam

Avanzamos por un curioso pasillo excavado en la roca. Creo que empiezo a comprender porque motivo el personal se encuentra en la tercera planta. Está justo a la altura de la cueva.

Tras un buen rato andando, nos encontramos con una encrucijada. Se meten por un pasillo y yo les sigo. Me encuentro con una sala con paredes de cemento y todo pintado de gris. En ésta hay un montón de puertas y grandes medidas de seguridad. Eso me preocupa todavía más. ¿Qué es lo que hay aquí?

Roberts llama a una puerta y enseguida nos dan paso. Es una especie de despacho en el que, tras la mesa, se pueden ver un montón de monitores. En las pantallas, imágenes de los túneles y del interior del Hotel. Parece ser que todo se controla desde aquí.

—Dejadnos solos —se escucha una voz de hombre.

Robers y Vincen se marchan y me dejan sola. Intento reprimir los nervios mientras no puedo quitar el ojo al sillón vuelto que hay detrás de la mesa. Por un lado estoy deseando que se vuelva, pero por otro me da miedo.

—¿Así que tú eres la famosa Pam? —pregunta.

—Sí —respondo con toda la seguridad de la que soy capaz.

—Y dime. ¿Por qué no te había visto nunca?

Me quedo sorprendida ante esa pregunta. En ese momento el sillón se da la vuelta y me encuentro frente a un chico castaño y de ojos azules que me sonríe con malicia.

—Te aseguro que, si te hubiese conocido, no me habría olvidado de ti, guapa —continúa mientras me dedica una seductora sonrisa que a mí me da más asco que otra cosa. —Por cierto, me presentaré. Soy Loan.

Mis ojos se abren como platos al darme cuenta de la situación. Me han pillado. Trago saliva e intento mantener la calma. En estos casos es lo mejor. Mente fría y control. Le observo fijamente mientras que mi mano, disimuladamente, intenta acceder al revolver que llevo escondido en el cinturón. Cuando consigo tocar la culata, alguien me agarra la muñeca por detrás haciéndome soltarlo. Me vuelvo furiosa y me encuentro con un hombre alto, moreno y con los ojos marrones muy oscuros, casi negros. Su mirada se clava en la mía con una intensa profundidad, como si me quisiera leer la mente. En estos momentos agradezco llevar el collar. Es mi salvavidas.

Como si hubiera adivinado lo que pienso, estira su brazo y de un tirón me arranca el collar. Esto me está asustando de verdad.

—Puedes irte, Loan —dice con una voz grave y ronca.

—¿Ya? —protesta el muchacho —. Creía que me ibas a dejar jugar un poco con ella. Es muy guapa.

—Ya habrá tiempo después para eso —contesta —. Ahora sal de aquí.

Loan se pone de pie y se dirige a la puerta. Al llegar a mi altura, se detiene y me mira fijamente.

—Qué bien nos lo vamos a pasar, preciosa —dice antes de plantarme un beso en la mejilla. Yo le devuelvo una mirada de asco y él se marcha muerto de risa.

Me quedo observando la puerta por la que acaba de salir completamente aterrada. Intento mantener la cabeza gacha. No pienso permitir que este hombre entre en mi mente. 

Inútil. Me agarra por la barbilla con fuerza y me obliga a mirarle. Es demasiado fuerte y, por mucho que intento evitarlo, me resulta imposible. Estoy a su merced.

Me sujeta la cabeza con las dos manos mientras clava su mirada en mis ojos. Intento pensar en tonterías. A mi mente vienen canciones infantiles y chistes malos. Espero que eso sea suficiente para que no pueda ver más allá.

DC VII: LAS MONTAÑAS DEL DESTINO √Donde viven las historias. Descúbrelo ahora