24 - HACIENDO "AMIGOS"

98 15 8
                                    

Pam

Estoy un poco nerviosa. Puedo llevar bien una infiltración, pero esto de hacer de agente doble no sé muy bien si va conmigo. 

Me han dado vía libre para que campe por el Hotel a mis anchas e incluso para ir a las pistas de esquí. Quieren que, donde estén ellos, aparezca yo, hasta que consiga ganarme su confianza.

La verdad es que saben demasiado de todos ellos y tienen razón en una cosa. Sara es la más fácil de engañar, así que iré a por ella. Pero, por desgracia, ni siquiera sé si están en el Hotel. Durante el apagón desaparecieron y no he vuelto a verles.

Me han puesto un micrófono, por lo que debo ser muy precavida. Tengo que buscar la manera de informarles sin que mis ahora "jefes" se den cuenta de que teníamos una relación previa. Debo mantener la cabeza fría.

Bajo a la primera planta y me siento en un sillón a observar. Si están por aquí, tarde o temprano aparecerán.

En ese momento veo a Sara bajar por las escaleras. Por la ropa, parece que va a las pistas. Creo que voy a intentar un acercamiento con ella. No sé. Tal vez un choquetón o algo similar.

Me pongo de pie y, cuando estoy un poco más cerca, veo a la rubia repelente de esta mañana que se acerca a ella. Decido espiar un poco a ver que pasa.

—Eh, tú —le dice la rubia con desprecio —, la lesbiana.

Frunzo el ceño ante semejante prepotencia. ¿De qué va esta tía?

Sara se vuelve y le mira con mala cara. Está claro que la rubia no le cae demasiado bien.

—¿Qué quieres, Samantha? —le responde divertida ignorando su previo insulto —. ¿Es que ya no te hacen caso los chicos y piensas en cambiar de acera?

Tengo que aguantarme la risa ante el corte que le ha pegado y la cara de pasmo de la rubia. Me parece que Sara es tremenda.

La rubia enseguida se recompone y pone una pose altanera mirando a Sara de arriba abajo como si fuera un insecto.

—Ten claro que, si lo hiciera, buscaría algo mejor que tú. —Buff... Cada vez me cae peor. —Pero no te buscaba para eso. Dime. ¿Has visto a Drogo?

—Sí. Le he visto —responde Sara ignorándola.

—¿Y dónde está? Quiero demostrarle que soy mejor para él que la estúpida esa con la que dice que se va a casar —dice jugueteando con un mechón de su pelo.

Sara estalla en una carcajada mientras que yo ya no sé cómo aguantarme la risa. Esa rubia es realmente patética.

—Lo siento por ti, Sam —responde Sara sin dejar de reír —, pero Cris no se encontraba bien y han decidido volver a casa, aunque dudo mucho que Drogo te dejara demostrarle nada. Está demasiado enamorado de mi amiga que, por cierto, vale mucho más que tú.

Concuerdo con Sara y me alegra saber que se han ido de aquí. No puedo cuidar de Cris y espiarle a la vez. Estará mejor con Ana.

La rubia aprieta los puños mientras se pone roja como un tomate. Está claro que no le ha gustado nada el comentario de Sara, quien se ha dado la vuelta ignorándola completamente. Cuando veo que se lanza a pegarle, decido que es hora de intervenir. Salgo de mi escondite y sujeto a la rubia por detrás. Ésta se revuelve con fuerza, pero yo sé bien como tratar a este tipo de locas.

—Si no te estás quieta y calladita —le susurro al oído —, pasarás la noche encerrada en un sótano y mañana todos los chicos te verán sucia y desarrapada. Y sin maquillar.

Mi amenaza surte un efecto inmediato, porque la rubia se para de inmediato mientras abre los ojos como platos.

—No... no serás capaz —balbucea.

DC VII: LAS MONTAÑAS DEL DESTINO √Donde viven las historias. Descúbrelo ahora