40 - MIKE

85 14 6
                                    

Drogo

—Sabía que vendrías.

La puerta se cierra de golpe a mi espalda. Entonces me doy cuenta de que frente a mí tengo al causante de todas mis desdichas, el padre de Cris, Mike. Le miro con desconfianza mientras que él parece muy tranquilo con la situación.

—Si eso es cierto —le digo —. ¿Por qué no has huido?

Mi pregunta le arranca una carcajada dejándome completamente descolocado.

—No tengo necesidad de huir —contesta dirigiéndose al mueble bar y sirviendo dos copas —. Es más, estaba deseando verte para tener una pequeña conversación contigo.

Me tiende una copa y yo la rechazo de un manotazo. Él ladea la cabeza y me observa divertido.

—No deberías ser tan descortés, Drogo —comenta —. Sólo estoy tratando de ser amable.

—¿Amable? —le indico furioso —. ¿De qué coño vas, Mike?

—¿Sabes? —contesta tranquilo mientras pasea por la habitación —. Tú y yo nos parecemos más de lo que tú te crees.

—Yo no me parezco a ti en nada —respondo en un gruñido —. Y no tengo nada que hablar contigo, así que prepárate para pelear.

—¿Estás seguro? —pregunta levantando la ceja.

Saco la daga de mi cinturón y me dirijo hacia él cuando una fuerza invisible me lanza hacia atrás. Le miro sorprendido. ¿Qué ha sido eso?

—No pensarás que te iba a esperar sin protección —explica con una media sonrisa —. Gracias a mis conocimientos de magia y tecnología, ni siquiera tengo necesidad de usar mis poderes para protegerme. Y ahora que sabes que no puedes tocarme, ¿por qué no te sientas? Tenemos mucho de qué hablar.

Le observo completamente alucinado. Ha creado un aura protectora a su alrededor que impide que nadie se le acerque. Eso complica mucho las cosas. Empiezo a pensar que lo había subestimado y si, como dice, tiene ganas de hablar, tal vez debería escucharle. Cuanto más sepa de él más fácil me será derrotarle.

—Te escucho —digo quedándome en pié con los brazos cruzados.

—Si estás más cómodo así —comenta divertido mientras se sienta en el sillón de la mesa —. Verás, Drogo, no te voy a engañar. Nunca has sido de mi agrado, pero mi hija te ha escogido y es algo que tendré que aceptar, y más ahora que voy a ser abuelo.

—Tú no vas a ser nada —le indico serio —. Por si no lo recuerdas, Cris no quiere saber nada de ti.

—Por eso te necesito —contesta con tranquilidad —. Quiero que la traigas hasta mí.

El estupor inicial da paso a una sonora carcajada. 

—¿Tan tonto me crees como para hacer eso? —respondo en tono sarcástico —. Nunca. Escúchame bien. Nunca permitiré que Cris se acerque a ti.

—Eso está por ver. 

Sonríe satisfecho mientras enciende algunas de las pantallas que hay detrás de su mesa.

—Míralos. Qué contentos están —comenta divertido —. Creen que con esto se van a cargar mi organización. Ilusos... ¿No te has preguntado por qué os ha sido tan fácil llegar hasta aquí? Os lo he puesto en bandeja. De todas maneras, pensaba abandonar esta sede. Ya no me es útil. Y vosotros me vais a hacer el trabajo sucio de limpiar la basura y destruirla. ¿Y por qué? Porque quería atraeros a ti y a Cris. Es una pena que mi pequeña reina no haya podido venir.

DC VII: LAS MONTAÑAS DEL DESTINO √Donde viven las historias. Descúbrelo ahora