41 - ÁGATA

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Nicolae

Me alegro de haber podido animar a Ana. La pobre seguro que lo está pasando muy mal con este tema. Espero que se haya dado cuenta de que, cuando hay amor, no existen las barreras.

Hablando de amor. He quedado con el mío y no quiero llegar tarde. Será mejor que me de prisa.

Abandono la mansión en silencio y me introduzco en el bosque. Voy directo a nuestro lugar de reunión, las ruinas de un viejo monasterio que se encuentran en medio de éste. La cripta permanece intacta y, con el tiempo, la he arreglado para que sea un lugar más acogedor para nuestros encuentros. Un par de conjuros al año consiguen que nadie nos pueda detectar allí.

Accedo al recinto y me introduzco en la cripta. Ágata está sentada en la cama con la cabeza agachada. Eso me extraña. Me acerco a ella y entonces me doy cuenta de que está llorando.

—¿Qué sucede, mi amor? —pregunto sentándome a su lado y abrazándole.

Ella se aferra a mí y aumenta su desconsolado llanto. Decido no decir nada y limitarme a darle caricias y besos para consolarle. Sé que cuando esté más calmada me lo contará todo.

Tras un buen rato, se separa muy despacio de mí. Le sonrío con tristeza y, con mis dedos, limpio las lágrimas que todavía atraviesan su cara.

—Gracias, Nicolae —dice aún acongojada —. La verdad es que no se que haría sin ti.

Le dedico una tierna sonrisa que ella me devuelve.

—No tienes que agradecerme nada —respondo cogiendo su barbilla —. Sabes que siempre estaré ahí para ti. Ahora, dime. ¿Qué ha sucedido para que estés en este estado?

Ella coge aire y suelta un suspiro pesado. Se pone de pie y comienza a pasear nerviosa por la estancia.

—Tú mejor que nadie sabe lo que he soportado con mi marido —comienza a explicar —, pero lo que ha hecho ahora...

Noto rabia, furia y dolor en sus palabras, lo que me preocupa.

—¿Qué es lo que ha sucedido? —pregunto nervioso.

—Ha escogido una nueva concubina —responde molesta.

—¿Una concubina? —inquiero intrigado. - Siempre las ha tenido. No entiendo porqué te alteras ahora.

—Porque esta concubina es Dorothy.

Mis ojos se abren como platos. No me puedo creer lo que me está contando. ¿Dorothy? ¿Su hija? ¿Hasta donde llega el nivel de perversión de este demonio?

—¿Estás segura? —pregunto asustado. Ella asiente mostrando una gran tristeza en su rostro. —¿Pero cómo puede ser tan desgraciado? 

Me llevo las manos a la cabeza sin acabar de creerme lo que me está contando. En ese momento ella se acerca a mí y me abraza.

—Voy a dejarle, Nicolae —me dice segura. Vuelvo la cabeza hacia ella sorprendido.

—¿Estás segura?

Asiente.

—Nunca he estado más segura en mi vida —contesta completamente seria —. He soportado demasiadas humillaciones ya. No pienso cargar con ésta.

Mi corazón de un vuelco en el pecho. Ágata, mi dulce Ágata, va a dejar a su marido. Creo que nunca había sido tan feliz en mi vida.

Acaricio su mejilla con delicadeza antes de darle un suave y apasionado beso. Ella me responde con ansias mientras se va tumbando en la cama. Pasamos el resto de la noche haciendo el amor sin prisas, permitiéndonos disfrutar el uno del otro con toda tranquilidad, amándonos como si fuera la última, pero a la vez, la primera vez. Algo realmente mágico.

DC VII: LAS MONTAÑAS DEL DESTINO √Donde viven las historias. Descúbrelo ahora