11 - CAMBIO DE PLANES

101 18 6
                                    

Pam

Un fuerte rayo de sol entrando por la ventana me despierta. Abro los ojos con dificultad y lo primero que me encuentro es con una imponente espalda mirando por la ventana. Eso me desespera. ¿Qué hago en esta habitación? Anoche recuerdo que me dormí en el cuarto de Cris. Y, lo más importante, ¿por qué estoy con Sebastián? ¡Con la manía que le estoy cogiendo!

—Vaya. Por fin amaneces —comenta dándose la vuelta —. ¿Sabes que duermes como un tronco?

Le pongo mala cara. No pienso reírle las gracias.

—¿Se puede saber qué hago aquí? —pregunto molesta. Eso parece divertirle.

—Era la única cama disponible y, créeme, estás mejor aquí. No sabes lo que son Drogo y Cris cuando se ponen juguetones.

—Aún así —respondo poniéndome de pie. Menos mal que llevo mi ropa puesta. —Seguro que hubieran sido mejor compañía. Ahora, si no te importa, ¿podrías indicarme cómo llegar a la mansión? Debo asegurarme de que Ana está bien.

—Ana está perfectamente y tú no te vas a mover de aquí. Necesitamos tu ayuda —contesta serio.

—¿Perdona?

—Lo que has escuchado —continúa —. Y si no me crees, toma.

Sebastián coge un móvil y lo pone en videollamada encima de la mesa. Enseguida veo la sonriente cara de Ana.

—Pam. Estás bien. No sabes cuánto me alegro.

—Yo también me alegro de ver que estás bien. Sólo espero que no hayan intentado hacerte nada.

Mi comentario le hace reír.

—Me tratan muy bien —responde divertida —. La verdad es que ya me siento como una más de la familia y tú deberías hacer lo mismo.

—Lo sé —reconozco derrotada —, pero tengo tantas ganas de verte...

—Y yo a ti, pero ahora los chicos necesitan tu colaboración. Tu experiencia como policía les puede ser de mucha ayuda.

—¡Si yo no sé nada de este mundo! —protesto —. Y ya me han dejado claro que la policía no tiene nada que hacer aquí. ¿Cómo voy a ser de ayuda?

—Lo serás —me indica con una sonrisa —. Te aseguro que no habrían contado contigo si no te creyeran capaz.

—De acuerdo —acepto en un suspiro. La verdad es que nunca he podido negarle nada a Ana. Han sido demasiado listos para mí.

—Gracias Pam. Y una cosa. ¿Cómo está Cris?

No me sorprende su pregunta para nada. Si cuidar de ella es su misión, estará muy preocupada.

—Se hace la fuerte, pero creo que está débil —contesto pasándome la mano por el pelo —. Anoche estuvo bebiendo sangre sin parar.

Ella suspira. 

—Esto está yendo demasiado rápido —comenta preocupada —. Por favor, vigílala y, si ves que empeora, me lo dices. No es bueno que esté tan lejos en ese estado.

—Tranquila. Lo haré.

Tras colgar el teléfono, me vuelvo a Sebastián que me mira con una orgullosa sonrisa.

—Esto ha sido juego sucio, ¿sabes? —le indico molesta.

—Por supuesto que lo sé —responde cruzándose de brazos —, pero las cosas se han complicado y tenemos que cambiar de planes.

—¿Y qué se supone que voy a hacer? —pregunto cruzándome de brazos yo también. Eso le divierte.

—Infiltrarte en la Inquisición.

DC VII: LAS MONTAÑAS DEL DESTINO √Donde viven las historias. Descúbrelo ahora