22 - PETER

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Tiff

Intento disimular mi entusiasmo mientras sujeto todavía el pomo de la puerta. No quiero parecer ansiosa ante él. Estoy segura de que eso le espantaría.

—¿Qué quieres, Peter? —pregunto sin ni siquiera volverme.

—Me gustaría hablar contigo —responde con tristeza.

No sé cómo tomarme eso. Conociendo a Peter, todo es blanco o negro. No conoce el término medio. Prefiero comportarme con calma y normalidad y a ver por donde me va a saltar.

—Dime —contesto soltando el pomo de la puerta y mirándolo seria con los brazos cruzados.

Él agacha la cabeza avergonzado mientras se muerde el labio nervioso. Ese gesto... Me lo comería cada vez que lo hace. ¡Es tan mono!

—¿Por qué estás a la defensiva? —pregunta sin atreverse a mirarme.

—¿Y cómo quieres que esté? —respondo un tanto molesta —. Se suponía que habíamos quedado en que todo lo que sucediera nos iba a hacer más fuertes y, en lugar de eso, me da la impresión de que cada vez nos aleja más. ¿Por qué eres así, Peter? ¿Por qué no puedes sólo dejarte llevar?

—No es tan sencillo —contesto sin dejar de mirar al suelo —. Tú no lo entiendes.

—¿Qué es lo que no entiendo? —le recrimino.

Por fin levanta la cabeza y se pasa la mano por el pelo desesperado. Se le ve tan frágil y tan vulnerable en estos momentos que me lo comería, pero debo ser fuerte. Si demuestro debilidad, nunca se sincerará conmigo.

—Cuando decidí convertirme, estaba completamente convencido —comienza a explicar sin dejar de mirar a la pared —. El simple hecho de ayudar a Drogo me parecía un bonito objetivo y por eso ni me lo pensé, pero, entonces, apareció Lisbeth.

Se me encoge el corazón al escuchar ese nombre. Lisbeth fue su gran amor y la madre de Pet y está claro que era muy importante para él. Aún así, permanezco callada. Parece que Peter se está sincerando por primera vez en mucho tiempo y lo está haciendo conmigo. 

—En cuanto le vi, comencé a replantearme todo —continúa —. Quería seguir ayudando a Drogo, pero la idea de haber podido tener una vida normal con una familia... Eso pudo conmigo más que todo. Descubrir que Pet tenía la maldición del vampiro y que iba a ser como yo me devolvió la ilusión. Apenas eché de menos a Lisbeth. Tenía a mi hijo, al que iba a ver crecer e iba a poder disfrutar de él por toda la eternidad.

Suspira y se hace un gran silencio. Yo me siento conmovida. Está claro que para Peter es muy importante el concepto de la familia. En estos momentos me da rabia no poder darle un hijo. Estoy segura de que se siente celoso de Drogo, aunque de manera sana, eso sí. Sé que le adora y que nunca le desearía ningún mal.

—Durante ciento cincuenta años, Drogo y Pet han sido los dos puntales de mi vida —me explica sin dejar de mirar a la pared —. Drogo se ha convertido en un gran hombre y estoy muy orgulloso de él, pero Pet... 

Levanta la cabeza y veo como su sonrisa se ilumina al hablar de su hijo. Una tierna sonrisa se me escapa.

—Pet era el hijo perfecto. Le vi crecer junto a Drogo y eso me hizo feliz. Cuando llegó el momento de convertirle, hicimos una gran fiesta. A partir de ahí, se uniría a nuestra familia y estaría con nosotros para siempre. Ese día le escuché tocar el violín por primera vez. Hasta entonces pensaba que la música le aburría mortalmente, pero no era así. Había estado practicando a escondidas para darme esa sorpresa. ¡Fue tan emocionante!.

Me llevo las manos al corazón totalmente conmovida. ¿En serio Pet hizo eso? Aprender a tocar el violín a escondidas para darle una sorpresa a su padre. Tiene razón. Debió ser muy emocionante.

DC VII: LAS MONTAÑAS DEL DESTINO √Donde viven las historias. Descúbrelo ahora