11. Una paliza al ajedrez

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AXEL

Después de la juerga del sábado, Melinda se resfrió, y esta mañana se ha levantado ardiendo de fiebre; bueno, no ha llegado a levantarse. Y todo porque es muy «única y diferente» y tiene que ir a todos lados vestida como una...

—Te acompaño, quiero saber cómo está tu hermana.

Me vuelvo para ver a Christian y frunzo el ceño, él arquea las cejas. La verdad es que no me gusta que este desgraciado se tome tantas confianzas con Mel. Ya nos conocemos, y sé que acabará jugándosela como le hizo a Elisabeth.

—Está bien, no hace falta que vengas —respondo mordaz, dejando claro lo mucho que me molesta que se acerque a ella.

—Por el amor de Dios, Axel, no seas paranoico. No voy a hacerle nada a tu hermana —protesta haciéndome reír.

—Nos conocemos desde hace mucho, ni lo intentes —niego.

—No pienses en mí, piensa en ella; seguro que se alegra de verme y...

—Está bien, pesado —farfullo. Mel es mayorcita y no creo que sea tan tonta, aunque se deja engañar por él como todas.

—Vamos en la moto.

—Eso sí que no —respondo divertido. Que acabemos de terminar el entrenamiento de fútbol, no quiere decir que esté lo suficientemente cansado como para no andar, además...—. Vamos a vernos demasiado gays.

—¿Qué? No seas idiota —dice entre risas dándome el casco, pero lo rechazo.

—¿Sabes cuánto me ha costado definirme los rizos? —digo haciéndole reír. Se encoge de hombros y se pone el casco.

—Como quieras —se sube y me guiña el ojo—.  Arriba, princesa.

—Qué gracioso —farfullo con ironía antes de subirme a la moto.

* * *

Dios, no soy más idiota porque no se puede. ¿Por qué he dejado que ese desgraciado entrase en el cuarto de Mel? Bastaba con que la viera desde la puerta.

—¡Christian! —grito desde la sala. Espero un par de minutos y, al ver que no hay respuesta, decido subir.

No es que no confíe en él, que no lo hago; es que Melinda es diferente, y no se tomaría igual de bien que Elisabeth el hecho de que jueguen con ella y la usen.

—Te he llamado, ¿por qué mierda no... —me detengo en seco bajo el marco de la puerta y frunzo el ceño al ver cómo el mujeriego le come la boca a mi hermana.

Se separan al darse cuenta de mi presencia y ambos me miran expectantes.

—¿Pero qué puñetas...? —musito con el ceño arrugado y los brazos cruzados—. Christian, fuera —ordeno haciendo una breve separación entre las palabras. Melinda abre la boca para protestar, pero Christian niega y se levanta de la cama. Arropa a mi hermana antes de salir de su habitación, y seguirme a la sala.

Parece que aún no le ha quedado claro que tiene que dejar en paz a mi hermana.

—¡Te lo dije! ¡Te dije que no intentases nada con Melinda! —grito enfurecido mientras bajo las escaleras.

—Axel...

—¿¡Es que no hay más mujeres!? ¿¡Eh!? ¿¡Qué coño te pasa con mis hermanas!? —me paso la mano entre los rizos con evidente frustración—. Ya jodiste a Elisabeth, ¿vas a hacer lo mismo con Melinda?

Lisa es así de mala persona por su culpa; porque él la usó y después la dejó tirada como una porquería; y no voy a permitir que haga lo mismo con Mel.

Soy Más Que Un Juego [✔️] [Gallagher #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora