37. Navidad

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REBECA

Es la primera vez que me arreglo para la cena de noche buena; siempre han sido cenas en familia, así que no había la necesidad de lucir bien, pero hoy quiero impresionar a Axel.

Llevo toda la tarde ocupándome de mi aspecto. Me he arreglado las raíces y me he teñido todo el pelo, ahora el azul es un tono vibrante. La verdad es que ya tocaba, aunque cuando me teñí el cabello de este color, no tenía en mente la idea de repetir. Así que tuve que comprar el tinte ayer a última hora.

Me he bañado, me he esparcido crema por todo el body, y ahora, además de oler de maravilla, tengo la piel súper suave. Me he secado el pelo y me lo he alisado, me he hecho una trenza holgada que he dejado caer sobre un hombro, y he dejado un pequeño mechón suelto a ambos lados de mi rostro. He decorado la trenza con algunas flores, sí, sé que es un poco excesivo, pero me siento bien conmigo misma. Me he maquillado de forma muy sutil, la base, algo de colorete, una fina raya en el párpado superior, y unos toques de labial rojo mate que he esparcido con el dedo, dotando a mis labios de un rojo muy natural, el mismo que queda cuando besas con pasión.

Y, por último, el vestido. No quería ser excesiva. Hace meses, mi madre me compró un vestido de color negro, simple y con algo de vuelo que tiene el corte a medio muslo. No tiene mangas y tiene el corte recto en la zona del pecho. Es simple pero precioso, desgraciadamente también es muy revelador, así que, bajo este, me he puesto una camiseta de encaje de manga larga que deja mis hombros al descubierto. Y ¿por qué no? Unos tacones azules.

Pensaba que sería excesivo, que mi madre me daría una mala mirada y mi padrastro bufaría, pero cuando me han visto bajar las escaleras con toda mi vergüenza, han sonreído. Mi madre me ha dicho lo bien que me veo, e incluso ha dicho que también se arreglaría.

Y efectivamente eso ha hecho.

Para cuando Axel llama a la puerta, la mesa está impecable por cortesía mía, el arbolito está perfecto, todo está brillante y empieza a oler a comida.

Me ordeno el flequillo con los dedos hacia el lado, y aliso los mechones que enmarcan mi rostro. Cuando creo que estoy perfecta, preparo mi mejor sonrisa y abro la puerta.

Mi sonrisa se desvanece del mismo modo que la de Axel para ceder el paso a una expresión de asombro. Puedo sentir los iris verdes del ricitos recorrer cada recoveco de mi anatomía.

Yo no me quedo atrás. Empiezo delineando las curvas de sus ordenados rizos, que lucen caóticos de forma controlada, y mi mirada cae directamente hasta su americana de color oscuro. Bajo esta lleva una camisa de un par de tonos más clara con el último botón sin abrochar. Está maravilloso, no quiero dejar de mirarle nunca más. Lleva unos vaqueros oscuros que se entallan en las zonas necesarias, y zapatos vistosamente caros. Que elegante, juntos hacemos la concordancia perfecta.

—Estás preciosa —musita con voz ronca y toma mi mano para llevársela a los labios. Me ruborizo de forma inmediata y sonrío como una colegiala.

—Tú también estás muy guapo —murmuro inclinándome hacía delante y plantando un casto beso en sus labios. Él intenta retenerme, pero yo soy más rápida y me aparto. Extiendo la mano, invitándole a pasar, y observo su sonrisa ladina desde la distancia.

Saluda con cordialidad a mi madre, a lo que ella, como siempre, comenta que es tan educado como Melinda y que no es necesario, que hay confianza más que suficiente como para el tuteo. También ha saludado de forma cordial a mi padrastro, dándole un apretón de manos. He de admitir que esto me preocupaba bastante, he hablado muy mal de mi padrastro y, a pesar de que después del accidente de mi madre nuestra relación ha «mejorado», me preocupaba que Axel pudiera decirle algo; pero no, además de alguna que otra mirada recelosa, no hay mucho más que comentar.

Soy Más Que Un Juego [✔️] [Gallagher #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora