38. Junto a ti

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AXEL

No hay nada que horrorice más que despertarse y tener veinte llamadas perdidas, y aún más cuando son de la persona a quien más quieres.

Lo primero que hago nada más despertar es llamar a Rebeca, y no me quejo, hace unos días se llevó al perro y esto está demasiado tranquilo.

Tras el primer tono, acepta la llamada.

—¿Estás bien? —pregunto intranquilo mientras me calzo las zapatillas.

—No. Dios, Axel, tengo un retraso de tres días, me tendría que haber bajado hace tres días, pero tú y yo hemos estado haciendo...

—Tranquila, es normal, tú no te preocupes —respondo aliviado y me dejo caer de nuevo en la cama.

—¿Cómo que no me preocupe? A mí nunca se me retrasa, y han pasado ya tres días, Axel. ¡Tres días! —reitera histérica—. No deberías estar tan calmado.

—Hemos tomado precauciones, que tú no te hayas dado cuenta, es muy diferente —respondo divertido. El otro día intentó ponerme el preservativo, pero lo desenrolló por el lado equivocado y no bajaba. Fue realmente cómico. Después de mis carcajadas, ella se enfadó y lo tiró al suelo, pero eso no quiere decir que lo hiciésemos sin protección, en mi cajón hay preservativos de sobra—. Deberías confiar más en mí —bufo.

—Anda, ábreme —refunfuña—. Te traigo compañía y churros.

Esbozo una sonrisa y me levanto apresurado para correr a abrir la puerta y, para su fortuna, he pensado que no tenía prisa por ponerme la camiseta.

Me hace gracia cómo mira mi torso con descaro, hasta que me aclaro la garganta y su mirada asciende hasta mis ojos.

Está preciosa. Se ha recogido la cabellera en una cola alta, y no se ha molestado en maquillarse, así al natural es como más me gusta. Además, lleva unos vaqueros desgastados y un jersey amarillo que le sienta divino.

Cuando bajo la vista veo a Haru, sentado a los pies de Rebeca y olfateando la bolsa en la que deben estar los churros.

—Estás preciosa —digo echándome a un lado para dejarla pasar. Ella se agacha y le quita la correa al perro; este pasa envalentonado, y corre directo a mi sofá.

—Díselo a mi madre cuando me tenga que llevar a una clínica —bufa y me tira la bolsa con los churros contra el pecho, antes de dejarse caer en el sofá.

—Eres una exagerada.

Dejo los churros en la cocina y, cuando vuelvo al salón, observo divertido como la dramática de mi novia y su perro ocupan todo mi sofá.

—Cierto, yo estoy en contra del aborto y mi madre me mataría —dice cubriéndose el rostro con el antebrazo.

—Usamos protección, no tienes por qué preocuparte —replico y vuelvo a la cocina a por un churro, la verdad es que tengo hambre. Incluso desde la cocina, la oigo quejarse, y eso me provoca una sonrisa.

—¿Siempre? Por qué lo hemos hecho muchas veces. Y el otro día... Madre mía, seguro que fue el otro día...

—El otro día gastamos un montón de condones —vuelvo al salón con dos churros en la mano y le tiendo uno a la peliazul. Ella frunce el ceño, pero lo toma.

—Seguro que alguno estaba pinchado. Joder, joder, joder —se frota el puente de la nariz y me mira esperando algo por mi parte. Cuando levanta el rostro, todo su cabello se vuela hacia atrás en un movimiento de lo más sexy.

—Pues la próxima vez lo hacemos por detrás y así no hay riesgos —bromeo y muerdo el churro. La peliazul me mira horrorizada y, después, arruga las cejas curiosa.

Soy Más Que Un Juego [✔️] [Gallagher #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora