AXEL
Desgraciadamente me he despertado, y no por voluntad propia. El cabello de la peliazul me hacía cosquillas en la nariz y, al despertar, la tenía sobre mí. No me molesta su contacto, es más, incluso me atrevería a decir que lo disfruto; pero no quiero que piense lo que no es. Ella se está montando sus películas de chica buena que hace cambiar al chico malo, pero la realidad es que la chica buena está siendo corrompida.
Rebeca me gusta, me encanta, pero no siento nada más que atracción. Y la verdad es que ella y su olor a pachuli me desquician.
Tras levantarme y liberarme de su agarre, la observo en silencio y con una ligera sonrisa. Sí que babea, y me ha babeado la sudadera. Ahora tengo babas con su afrodisíaco olor a pachuli.
Se ve realmente graciosa babeando, muy tierna, y este es el tipo de cosas que la gente quiere ver en Instagram, ¿verdad?
Meto la mano en el bolsillo de mi sudadera, rogando porque el móvil siga ahí y no se haya perdido por los recovecos del sofá, y doy gracias a la vida cuando doy con él.
La foto va directamente para las historias de Instagram, sale ella tumbada en el sofá, con el cabello alborotado y babeando. Con letras azules pongo en la imagen «Está soñando conmigo» y, tras etiquetar a la peliazul, la subo.
Le retiro el cabello del rostro y la admiro un segundo, antes de ir a la cocina a preparar el café.
Es temprano, aún no son las nueve de la mañana. El café está listo y humeante, su aroma invade toda la cocina. Me dispongo a servirlo en la taza, cuando aparece la peliazul dando voces. Suspiro con resignación y me vuelvo para mirarle. Luce hermosa con mi camisa ancha, lleva los primeros botones abiertos y enseña bastante piel; además luce el cabello alborotado y se ve ardiente.
—¿Me puedes explicar qué diablos es esto? —exige mostrándome la pantalla de su móvil con mi historia de Instagram. Tiene la pantalla rota; no, rota no, estallada. Tiene rajas por todos lados y en todas direcciones.
—¿Que le ha pasado a tu móvil? —en mi voz vibra una mezcla de preocupación y diversión. Ella abre la boca y titubea, mira hacia el techo y tras fruncir ligeramente el ceño, niega.
—Se me cayó —se encoge de hombros.
—Debió haberse caído desde muy alto —le doy un último vistazo a la pantalla antes de que aparte el móvil.
—Sí —responde con un suspiro. Un suspiro triste, el suspiro de una persona cuya situación económica familiar no da como para derrochar en otro móvil.
—Puedo darte uno de mis móviles antiguos, un iPhone si quieres —ofrezco con una sonrisa genuina. Me preocupa que Rebeca no tenga móvil porque, admitámoslo, el suyo tiene los días contados.
Tiene los ojos ligeramente más abiertos de lo normal y la boca entreabierta, cuando por fin vuelve a la realidad, niega con entusiasmo y sonríe.
—No es necesario...
—Tengo muchos que no uso y simplemente están ahí, en serio, puedes quedarte el que quieras.
¿Por qué no comprarle uno nuevo? Fácil, porque no lo aceptaría así sin más; quizá para su cumpleaños...
Niega de nuevo y apoya la espalda en la encimera de la cocina; y si no fuese porque la casa está llena de gente, me la tiraría ahí mismo.
—Borra la foto, no estaba soñando contigo —dice divertida y con las mejillas sonrojadas. Se ve recién despertada, natural, y es una imagen preciosa. Me acerco y abrocho un par de botones para que no muestre tanto, Desvía la vista hasta el café, y pone una mueca de asco.
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Soy Más Que Un Juego [✔️] [Gallagher #2]
Romance[Historia finalista de los Wattys 2021] Rebeca lleva años loca por Axel, el hermano de su mejor amiga, aunque muy a su pesar, no han intercambiado más que un par de saludos. Pero eso esta a punto de cambiar; Axel empezará a cruzarse en su camino y p...