39. Límites

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He estado pensando en mi futuro junto a Axel, nuestro futuro. Sé que no somos la pareja ideal, de hecho, Diego nos define como una pareja «radioactiva», pero estamos bien, necesitamos estar juntos. También sé que la dependencia que se ha creado entre nosotros tampoco es sana, nunca es bueno que tu felicidad dependa de otra persona, pero eso no es algo que se pueda elegir. No puedes decidir qué te hace feliz, es algo que simplemente pasa.

Estos días Axel ha estado muy frustrado, y se desahogado conmigo. No me grita ni me trata mal, la verdad es que se calla mucho. Su manera de desahogarse es en la cama. El otro día, cuando por fin se me fue el periodo, lo hicimos; y grité. No grité por placer o porque me estuviese haciendo daño, sino porque no me gusta que sea tan brusco conmigo. Me gusta el Axel tierno, el que me mira como si me idolatrara. Sé lo egoísta que suena esto, porque él también necesita desahogarse y su forma de hacerlo es esa, pero en ese momento quise llorar y alejarme. Hasta que después del clímax, me estrechó contra su pecho y, tras prender un cigarrillo, me dijo que su frustración se debía a problemas familiares.

La verdad es que no me he parado mucho a pensarlo, pero yo he pasado la Navidad con mi madre, ella es mi familia —y mi padrastro, que viene de paquete—; pero Axel no ha visto a nadie de su familia, incluso sus hermanas le han dejado tirado. Me comentó que Melinda y Christian rompieron antes de Noche Vieja, y que las cosas no van bien, que sus hermanas se llevan peor que nunca, y que no se avecina nada bueno.

Tras contarme un poco qué le tiene tan frustrado, besó mi frente y me acurrucó contra su pecho. Me satisface decir que pasamos así el resto de la noche.

Eso fue hace un par de días, y hoy hemos quedado de vuelta. Es la Noche de Reyes y, cuando me llamó esta mañana, parecía tener mucha urgencia porque nos viésemos hoy mismo. No me ha dicho nada, ni dónde vamos a ir, ni qué vamos a hacer, ni nada, pero he llegado a la conclusión de que, si tan solo quisiese acostarse conmigo, nos habríamos citado en su apartamento.

No me he molestado demasiado en arreglarme, sino que he optado por ir cómoda y calentita, lo que implica unos leggins gruesos con forro polar, y un chaquetón negro que me hace parecer el muñeco Michelín.

Hemos quedado cerca de la plaza del ayuntamiento y, cuando Axel aparece, todo se ilumina. Va muy guapo, lleva una chaqueta oscura que le luce de maravilla, y unos vaqueros que le quedan divinos. Me encantaría verlo sin camiseta; con esos rizos alocados y esa sonrisa...

No titubea a la hora de tomarme de las caderas y besarme. Este beso es muy distinto al de año nuevo, no solo por su sabor, sino por la emoción que se oculta tras él. La emoción de un niño.

—Te he echado de menos —musita contra mis labios.

No sé a dónde vamos porque Axel no suelta palabra, pero tampoco suelta mi mano. Nos vemos como la pareja ideal, a nuestra manera lo somos.

—¿Qué es esto? —pregunto divertida cuando nos detenemos en la acera, donde tan solo hay un par de personas y algunos niños.

—En un rato empieza la cabalgata y tengo un juego para ti —dice tendiéndome una mochila de tela de color rojo. Él tiene una del mismo color. Dicen que chico prevenido vale por dos, Axel vale al menos por seis—. Quien consiga más caramelos, gana.

—¿Y cuál es el premio? —me cuelgo de su cuello y beso su mentón repetidamente.

—El premio lo decide el ganador —musita bajando la vista y uniendo sus labios a los míos—. Y ese seré yo.

Suelto una risita tonta y me separo.

Conforme pasan los minutos, la acera se llena de gente de todas las edades. Confesaré que estoy nerviosa, llevaba muchos años sin ver la cabalgata.

Soy Más Que Un Juego [✔️] [Gallagher #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora