31. Olor a pachuli

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AXEL

No quería que viniese Rebeca porque no tiene necesidad de pasar más horas en el hospital esperando; ya tuvo suficiente con lo de su madre. Pero ahora que estamos aquí, me alegro de tenerla a mi lado; realmente la necesito.

Estrecho su mano hasta llegar a la sala de espera, donde me percato de que Melinda aún no ha llegado. Se nota la tensión en el ambiente, y casi puedo escuchar la discusión que esto precede. Mi madre está apoyada en la pared y, cuando nos ve a Rebeca y a mí, le falta tiempo para acercarse con mala cara. Sin embargo, papá y Lisa permanecen sentados sin levantar siquiera la cabeza.

—Creí que vendrías solo —dice mirando a Rebeca de forma despectiva, ella agacha la mirada. Después de todo lo que ha pasado, no pienso permitir que mi madre la haga sentir inferior, de ninguna manera.

—He venido a presentarle al abuelo —digo soltando su mano y estrechándola contra mí. Aprieto suavemente su brazo y ella deja caer la cabeza sobre mi hombro. Mi madre está hirviendo de ira.

Nunca he metido a ninguna chica en mi vida personal, ni siquiera a Roxanne. Y, sin embargo, Rebeca ya conoce a toda la familia, o casi. Mi madre sabe que lo nuestro va en serio y, por eso, tras dedicarnos una mirada con total repulsión, se sienta al lado de mi padre.

Guío a la peliazul hasta las sillas de enfrente y tomo asiento a su lado. No quiero estar cerca de mi madre y que monte un numerito delante de Rebeca, así que es mejor salvaguardar las distancias.

Rebeca me mira en silencio y vuelve a apoyar la cabeza en mi hombro, cierra los ojos y suspira.

Me transmite calma. Siento que ella es todo lo que necesito en la vida, que basta estar a su lado para ser feliz.

—¿Qué ha pasado? —pregunto dudoso, pero gracias a Dios, es mi padre quien responde.

—Estaba en el estudio pintando y le dio el ataque. Si la recepcionista de la galería no hubiera llamado tan rápido a la ambulancia, ya no habría nada que hacer —dice poniéndose en pie con nerviosismo.

—¿Tu abuelo es pintor? —pregunta la peliazul con una dulce sonrisa y los ojos fijos en mí. Asiento.

Suspiro y enseguida siento la mano de Rebeca estrechar la mía, realmente agradezco que esté aquí. Si le sucediese algo al abuelo, nunca me lo perdonaría. Él marcó mi infancia, pasaba la mayor parte del tiempo conmigo, haciéndome dibujos y jugando; pero cuando me llegó la adolescencia, el abuelo dejó de existir para mí. Me volví un niñato desagradecido y prepotente.

Ha pasado poco más de media hora, Rebeca sigue con la cabeza apoyada en mi hombro y, aunque se me está durmiendo el brazo, no quiero que se mueva, las vistas y el ángulo son perfectas. Es preciosa, y no necesita maquillaje ni nada para serlo.

Mi madre continúa sentada en la silla, sin apartar la vista de papá, que camina histérico de un lado para otro. Lisa está sentada junto a mamá y mantiene la cabeza gacha, supongo que por desinterés o aburrimiento. Es demasiado insensible.

Y entonces veo a Mel aparecer de la mano de Christian por el pasillo.

—¡Mel! —la llamo. Ella y Christian se acercan, se les ve felices juntos, supongo que como Rebeca y yo.

—¿Cómo está?

Está visiblemente preocupada, supongo que le ha llegado la misma llamada que a mí. A mi madre no le vendría mal un poco de tacto.

—Ha tenido un infarto bastante grave, de no ser por la trabajadora que llamó a la ambulancia, ya no habría nada que hacer —respondo parafraseando las palabras de mi padre y estrecho ligeramente la mano de la peliazul.

Soy Más Que Un Juego [✔️] [Gallagher #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora