4. Nueva vida

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El efecto de la niebla duró unas horas, la gente empezó a despertar, los que recitaron parte del hechizo tardaron más en despertar, pero todos despertaron ese día, todos menos Aurora, ella no despertó ese día, ni al siguiente, sino que tuvieron que pasar más de tres días para poder abrir los ojos, y aún estaba cansada.

-¿Cómo te sientes pequeña? - le preguntó una mujer con bata blanca, el equivalente de una doctora en esa sociedad.

-Como si un camión me hubiera atropellado - la mujer se rió.

-No muchas personas recitan el hechizo completo cuando se están convirtiendo, la mayoría lo deja por el cansancio que provoca.

-Ya, pero quería llegar a final, aunque lo veía todo borroso, no sé si había niebla en el salón o era mi cansancio gastandome una mala broma.

-Había niebla - se alejó a una mesa y volvió con un vaso cuyo contenido era un líquido verde - toma esto, te ayudará a recuperar las fuerzas - Aurora dudosa se bebió el líquido.

-Pues sabe mejor de lo que aparenta - dijo al acabar de beberlo.

-¿A qué te supo? - Aurora la miró con cara rara - unos dicen que sabe a menta, otros que sabe a rayos, a vainilla, y otros sabores, ¿a ti cómo te supo?

-No te puedo decir a que me supo, porque nunca había probado un sabor igual, pero está rico - y era verdad, para Aurora nunca había probado algo con ese sabor, no sabía si era una fruta o qué, pero si le supo rico.

-Me alegro que te haya gustado, ahora duerme un poco, dentro de unas horas vendrán por ti - dicho eso se fue.

Aurora aún estaba cansada por lo que no se opuso, a los pocos minutos se quedó dormida. Lo que no sabía es que esa pregunta estaba ligada a sus poderes, ya que a parte de dar energía, esa poción desvelaba el nivel de esa bruja con el significado del sabor, si le sabía a rayos sería una bruja débil, aunque nunca nadie se metería con ella, el hecho de ser bruja en esa sociedad te daba respeto, si le sabe a vainilla era una bruja de poder intermedio, menta una bruja con bastante poder, granada una bruja con muchísimo poder, así con otros sabores, pero el hecho de no saber a qué sabía, le dificulta el saber cuan poderosa era.

-Señora Coral - dijo la doctora al entrar en el despacho de Coral - ha despertado, pero no ha podido decirme a qué le sabe, dice que nunca había probado ese sabor.

-¿Pero le sabe bien? - preguntó Coral, ya que ella era una de las más respetadas de la brujas, en su juventud participó en el consejo supremo de brujas, la máxima autoridad en la sociedad de brujas.

-A sí es, dijo que sabía mejor de lo que aparenta y que estaba rico, ¿qué hago ahora señora Coral?

-A partir de aquí me encargo yo.

-Como usted diga, con su permiso - dijo y se fue.

-Ay pequeña, algo me dice que vas a ser una gran bruja - pensó en voz alta.

Y no se equivocaba, pero no tuvo en cuenta el corazón bondadoso de la joven, que no se dejaría manipular por ellas, además tampoco podía imaginar que debido a un pequeño descuido, ella no sería bruja, sino una híbrida bruja-licántropo.

Mientras Aurora dormía en esa habitación, Aria ya empezaba a sufrir los primeros castigos por desobediencia, los cuales consistían en latigazos con un látigo con la punta de plata.

-Obedece perra - le gritaba el instructor a Aria mientras le daba de latigazos.

-Nunca obedeceré a gente como vosotros - decía a pesar del dolor de los latigazos.

-Pues atente a las consecuencias - dijo el instructor mientras le daba con más fuerza.

-Auuu - aulló de dolor Aria.

Un aullido un poco alto, pero no lo suficiente como para oírse fuera de esa ala del complejo donde se encontraban. Sin embargo ese aullido lo escuchó perfectamente Aurora, despertándose sobresaltada, ella podía oír los aullidos de dolor de su mejor amiga, miró por toda la habitación y no la vio, solo vio la silueta de una mujer que claramente no era Aria.

-Ya has despertado, me alegro - dijo la mujer, ya que en la posición donde estaba Aurora no podía reconocerla.

-¿Dónde está Aria? - preguntó Aurora preocupada por los aullidos de dolor de su amiga, que aunque estaba lejos, ella los podía oír.

-¿Tu amiga? - Aurora asintió - lo más seguro es que esté con los recién convertidos de su nueva especie.

-¿Puedo verla?

-Después, ahora te guiaré a tu nueva habitación, sígueme.

-De acuerdo - se levantó y vio que aún llevaba el disfraz de bruja y el colgante, salió de la enfermería y vio a la señora - ¿usted es la señora Coral cierto?

-A sí es pequeña, me agrada ver que me recuerdas - no dijo más y se puso a andar.

Todo el camino fue en silencio, pasaron por varios pasillos, algunos había gente y en otros no, pero nadie miró a Aurora de mala manera, lo cual desconcertó a Aurora, ya que con la ropa que llevaba no entendía como nadie se burlaba. Al final de un tiempo caminando llegaron a un pasillo lleno de puertas, Coral se detuvo y abrió una, dejando pasar primero a Aurora, la cual miraba toda la habitación.

-¿Te gusta? - preguntó Coral, la habitación consistía en una cama, un escritorio frente a la ventana, una puerta corredera que daba al armario, un espejo de cuerpo completo al lado del armario y un baño con lo básico, todo de color blanco y madera.

-Es muy bonita - dijo Aurora con una pequeña sonrisa - ¿cuánto tiempo estaré aquí?

-Hasta que aprendas a controlar tu magia, tienes ropa en el armario, las clases empiezan a las diez, para que no haya que madrugar mucho, te darán una varita en tu primera clase, tienes dos días de retraso debido a que has estado tres días dormida, pero los profesores ya están avisados, así que no te preocupes.

-¿Cuándo veré a Aria?

-Primero dúchate y cámbiate, cuando estés lista me buscas en mi despacho, cualquiera te guiará allí, ya que yo soy la directora de esta escuela.

-¿Escuela o instituto?

-Es lo mismo aquí, el colegio y el instituto vuestro está junto, de ahí que diga escuela, y después de eso puedes entrar a trabajar o puedes especializarte  en un tipo de magia, es algo así como la universidad.

-De acuerdo, muchas gracias.

-No hay de qué pequeña - dicho eso salió de la habitación dejando a Aurora sola.

A Aurora no le gustaba nada ese apodo, pero decidió dejarlo estar por el momento, estaba preocupada, Aria ya no aullaba y no sabía si era bueno o malo. Fue al armario y cogió una túnica negra, toda la ropa era túnicas de diferentes colores y estilos, lo cual no le agradó, ya que ella estaba acostumbrada a ropa no tan suelta, suspiró frustrada, pero tenía que darse prisa para ir con Aria cuanto antes. Se quitó el disfraz y cayó el colgante del lobo que tenía en el bolsillo, no entendía muy bien lo de los colgantes, pero comprendió que eran parte del hechizo.

Se metió al baño, se duchó cabeza y cuerpo, intentó ser lo más rápida posible, por lo que en diez minutos ya estaba presentable, se vistió con la túnica que había elegido y había dejado encima de la cama, se peinó a toda prisa, ganándose así unos cuantos tirones por los nudos, en el baño había una cesta de ropa sucia, por lo que dejó el disfraz ahí, se quitó los zapatos que iban con él, se puso unas manoletinas negras, escondió el colgante de lobo por si acaso y salió de la habitación. Por su mente solo pasaban dos cosas, la primera cómo estaría Aria, y la segunda, que esto sería una nueva vida para ella.

La híbrida convertida: entre magia y colmillos *Completada*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora