Capitulo 40: ¿Tú?

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Ryan.

Todo me enoja, todo me estresa, me harta la vida.

No puedo evitar sentirme así, no le encuentro sentido el despertarme todos los días y buscar en mi celular el número de mi madre y recordar que ya no esta. Incluso una mañana abrí mis ojos y creí ya no amar más a Madisson, pero no, no dejaré que esto quite mis sentimientos hacía ella, se que la amo más que nunca.

Estoy en depresión pero no quiero recibir ayuda, yo quiero salir de eso por cuenta propia. Mi única solución es hacer lo que me apasiona y hacer lo que alguna vez Madisson hizo para sacar toda su rabia, rabia que tengo yo atorada y solo en las peleas clandestinas podré sacarla.

Me contacte con uno de los organizadores de esas peleas, llame en nombre de Ethan, solo así podría entrar y pelear con el campeón actual de esas peleas.

(...)

Íbamos a lanzar el primer golpe cuando de pronto todos empezaron a correr y empezaron a entrar policías con unidad canina y linces, tenían a muchos en el suelo y al tratar de bajar del ring alce mi mirada y Madisson luchaba con uno de la fuerza pública para quitarse de su agarre, al distraerme uno se lanzo encima mío y de mi rival.

Mierda, estoy en serios problemas.

-¡Solo no luches Jones, vamos a estar bien amor! -Grité y ella me volvió a ver con lágrimas en sus ojos.

Se que esta pensando que esto saldrá a la luz en la prensa y la carrera de ella y mía correrán grave peligro. En ese momento me sentí el peor ser humano del mundo, ella estaba ahí por mí y por mi culpa su carrera profesional y la mía están en grave peligro.

Me llevaron a una celda y frente a mi celda estaba Madisson en otra junto a mi rival y Ethan en una celda a la derecha de Madisson.

-Amor, lo siento. -Dije sincero y buscando su mirada.

-No lo sientas, se que no estabas en todos tus sentidos, además fui yo quien tomó la decisión de llamar a la policía. -Dijo mirándome y limpiandose las lágrimas.

Me tensé y me puse en pie de inmediato al sentir que el otro peleador que estaba conmigo en la celda se puso en pie muy rápido. Estaba claramente muy enojado por lo que acaba de escuchar.

-¡Maldita perra! -Dijo acercándose a las barras de metal y señalandola.

Madisson se puso en pie cuando mi rival se puso frente a ella tratando de intimidarla.

-No te atrevas a acercartele un centímetro más maldito imbécil. -Dije entre dientes.

-Puedo hacer con ella lo que se venga en gana, nos separan barras de metal, no podrías hacer nada, además -la miró de pies a cabeza y Madisson lo empujó lejos de ella.

-¡Déjela en paz maldito infeliz! -Grité con mucha cólera y acercándome mucho a las barras de metal.

-Vaya, vaya, ¿o sino que harás?, no puedes hacerle nada, solo observar el espectáculo niño. -Dijo mi compañero de celda y se acercó a mi.

Me voltee a verlo a los ojos, sus pupilas estaban dilatadas, sus manos hechas puños y tenía una sonrisa burlon en su rostro.

¡Oye! ¡Eres hermosa, mí hermosa!.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora