Capítulo 14 - Desnudo

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Raoul está comprobando que todo lo que ha pedido está sobre la mesa cuando Agoney vuelve y se sienta frente a él.

- Qué tal? -le pregunta propinando el primer mordisco a su comida

- Bien, dicen que los Galassia se han enterado de que he escapado y me están, bueno, nos están buscando -le informa- así que no hay trato pero les han dejado en paz -se encoje de hombros

- Ago... entiendes el significado de la palabra "bien"? -bromea el rubio

- Sí que lo sé, idiota -ríe el moreno- pero tenía miedo de que fueran a por ellos y ahora ya sé que no

- Sabes algo de...

- Está bien, Raoul -se anticipa a sus palabras- he preguntado y lleva desde que se ha levantado haciendo licor

- Me da miedo que esté solo -confiesa Raoul sorprendiendose a sí mismo

- Lleva toda la mañana con mi hermana y va a seguir con ella hasta que volvamos, créeme -le tranquiliza el moreno

Raoul se limita a asentir sin ser consciente de que Agoney se ha pasado toda la noche dándole la tabarra a Glenda con tal de que cuide del mejor amigo del rubio.

- O empiezas a comer o hay que volver a pedir... -le avisa Raoul devorando su segundo plato

- Por qué...? Por qué pediste esto? -pregunta Agoney sorprendido

- Bueno, he pensado que ya que está siendo un día duro para ti... pues igual te apetecía comer tu plato favorito -afirma Raoul como si fuera lo más corriente del mundo cuando a Agoney le parece lo más hermoso que alguien ha hecho jamás por él

- Cómo sabes que es mi plato favorito?

- Soy el pelapatatas, me he pasado mucho tiempo en la cocina -se encoge de hombros Raoul- Marco se sabe el plato favorito de toda tu familia

- Cuál es el de Glenda? -pregunta Agoney poniéndole a prueba

- He dicho que Marco se los sabe, yo solo me sé el tuyo

- Y eso? -levanta una ceja el moreno

- Un día mientras lo preparabamos me lo comentó y se me quedó -afirma el rubio sin darle mucha importancia

Agoney se lleva el primer cacho a la boca y mientras lo mastica se da cuenta de una cosa.

- Oye... tú sabes mucho de mí y yo no sé casi nada

- No hay mucho que saber

- Cuál es tu plato favorito? -insiste Agoney

- La sopa

- Y tu color?

- El amarillo

- Pfff... no sé qué más... cuéntame algo de tu familia, tienes hermanos? -pregunta inocentemente el mayor

"Esa pregunta hazsela mejor a tu querido padre" piensa irremediablemente el rubio.

- No tengo familia -sentencia Raoul volviendo a su postura rígida y su inexpresividad facial

- Todos tenemos una familia

- Roi es mi familia -responde el rubio

- Y tus padres? -insiste Agoney

- Te he dicho que Roi es mi familia -sentencia a la defensiva el menor- y vámonos que se hace tarde

- Claro, ve al coche si quieres mientras pago esto

- Vale

Raoul sale de la cafetería y se adentra en el coche, situándose esta vez en el asiento del conductor. Cierra los ojos y lo ve: su familia desplomada en el salón de casa, la tarjeta con el apellido de la familia de Agoney, su mano ensangrentada... Al abrir los ojos de nuevo se encuentra con su mano y ve la pequeña marca que le dejaron sus dientes aquel día... y en ese momento jura por esa cicatriz que va a cargarse a los Vanneti para que pueda cicatrizar también la herida que tiene su corazón. Aún sin saber que sería incapaz de sanar esa herida sin causar más daño en esa misma zona de su cuerpo.

- Perdona, no quería molestarte antes -afirma Agoney entrando en el coche

- Pues lo has hecho -le responde Raoul preso de la rabia

- Sé que va a quedar raro que esto venga de un tío que hasta hace nada no se sabía ni tu color favorito -bromea el moreno para quitar hierro al asunto- pero sabes que me tienes para lo que quieras, no?

"Es que el problema eres tú, tú y tu estúpida familia" grita para sus adentros Raoul.

El rubio tiene tal nudo en la garganta que es incapaz de responder, así que simplemente asiente. Pero la presión, el cansancio y el poder que tiene Agoney para cargarse todos sus esquemas, le juegan una mala pasada y se echa a llorar. Después de años sin hacerlo, después de acostumbrarse a no sentir, ahí estaba otra vez el llanto su fiel compañero cuando era más pequeño.

Y ahora ahí estaba también él, el puto Agoney y sus brazos de efecto calmante. El puto Agoney y su empatía. El puto Agoney que uno a uno está quitando cada ladrillo de los muros que ha construido durante tantos años.

- Raoul, ya está -le consuela el moreno dejándole apoyar la frente en su hombro y acariciándole los mechones rubios del cogote- no estás solo, ya no

Raoul no puede más y quién es él para ir en contra de su instinto más primitivo y no agarrarse con fuerza al cuerpo contrario? El rubio se aferra al abrazo de Agoney como si le fuera la vida en ello y se permite dejar nacer y morir en el hombro del mafioso todas las lágrimas que ha estado recogiendo durante los últimos diez años.

Agoney no dice nada, simplemente le mima dejándole el espacio que sabe que necesita. Así que hasta que Raoul no parece bastante más calmado, no pronuncia palabra alguna.

- Quieres que siga conduciendo yo? -se ofrece el moreno- a mí me da igual y si quieres puedes seguir durmiendo

- No quiero ser una carga

- No eres una carga -afirma seriamente el más mayor- de verdad que no me importa conducir

- Vale

Los chicos salen del coche e intercambian posiciones quedando de nuevo Agoney como conductor y Raoul de copiloto. Sin vacilar ni un segundo, el moreno arranca siguiendo así con su trayecto hacia el campamento.

- Gracias -dice Raoul cuando está ya completamente calmado

- No las des, mi niño -le sonríe con sinceridad desviando momentáneamente la mirada de la carretera- ahora duerme, que estás agotadisimo

Raoul asiente levemente antes de cerrar los ojos y quedarse completamente dormido. Cuando vuelve a abrir los ojos son cerca de las ocho de la tarde y ya están en el famoso camping en el que van a pasar la noche.

91 DAYS (Ragoney) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora