Capítulo 3 - Adaptación

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No sentir nada está infravalorado. Todo el mundo afirma que prefiere sentir dolor antes que no sentir nada. Raoul se ríe en la cara de quienes afirman eso, pues no tienen la más mínima idea de lo que es el dolor. Él que lo perdió todo cuando no era nada más que un niño pequeño, él que con sólo ocho años tuvo que empezar a buscarse la vida, él que con diez años más se está introduciendo en una de las familias de mafiosos más importantes y peligrosas que existen. Él encontró su razón para existir cuando dejó de sentir.

Raoul hace años que no ríe, ni una simple mueca, a no ser que sea fingida, claro. Si le preguntasen a Roi, juraría que jamás le ha visto la dentadura al completo al rubio.

Sin embargo, menos de media hora en ese coche y el de ojos verdes podría describir a la perfección la sonrisa del joven de los Vanneti. Para ser el futuro heredero de una mafia es mucho más alegre de lo que esperaban los dos amigos antes de introducirse de lleno en esta misión suicida.

Al químico le parece curioso el contraste de las personalidades de sus acompañantes. Él que está acostumbrado a manejar productos químicos sabe que dos elementos completamente distintos pueden causar reacciones tanto maravillosas como caóticas. Y, como buen profesional que es, se muere de ganas por descubrir qué pasará cuando entren en contacto el uno con el otro.

- No sois muy jóvenes para fabricar licor clandestino? -pregunta de repente Agoney

- No eres muy joven para prácticamente manejar una mafia? -contraataca Raoul

Y, para sorpresa de los dos chicos, el moreno vuelve a reír, gesto que saca de quicio a Raoul.

- Eres peleón, rubio -afirma entre risas el mafioso- a papá le caerás bien

- Ve con cuidado a ver si te robo la herencia -bromea Raoul para empezar a ganarse la confianza del chico

"O a ver si te mato cuando menos te lo esperes"

Y, como no, Agoney vuelve a reír.

- Necesitas más que cabezonería, poca vergüenza y una carita bonita para convencer a mi padre de eso -sentencia el moreno

"Una carita bonita?" Raoul es consciente de que se está poniendo rojo, siempre le pasa y lo odia, es una muestra de debilidad. Roi, por su parte, parece encontrarlo bastante gracioso pues se muerde los labios para evitar carcajearse de la situación.

- Y a parte de todo eso, qué tienes tú si puede saberse? -le desafía el rubio

Y sí, Raoul es consciente de que acaba de decirle a su futura víctima que tiene una "carita bonita". Pero eso es lo de menos y tampoco va a negar lo innegable.

- Su sangre, veinte años de confianza construida ladrillo a ladrillo, intelecto para la estrategia, manejo de las armas, conocer el ambiente... ya son unas cuantas cosillas, muchacho -se encoge de hombros sin perder su sonrisa el moreno- te llevo algo de ventaja

Y Raoul vuelve a estar rojo pero de la rabia. Decidido, odia a Agoney. Odia a Agoney casi tanto como a su padre. Pero bueno, es un Vanneti, qué esperar de él?

- Ya llegamos -afirma un sonriente Agoney mientras aparcan el coche- aquí residirán a partir de hoy

Los dos recién llegados observan el edificio que tienen frente a ellos con gran asombro. Ninguno veía una casa así desde... bueno, desde nunca. Bruno y Nero salen del otro coche para reunirse con ellos, aunque el jefe no tarda mucho en desaparecer de sus vistas

- Venid por aquí, voy a presentaros a toda la familia y a enseñaros el lugar -se ofrece Bruno

Una hora. Una hora de presentaciones, apretones de manos y nombres que no va a recordar. Algunos, los de los miembros más importantes, los tenía aprendidos de casa. Otros, básicamente el resto, ni siquiera va a molestarse en aprenderlos.

- Muy bien, el sitio que os interesa a vosotros es este -afirma el catador de los Vanneti mostrando la cocina de la casa- ese hueco de ahí está destinado a la fabricación del licor

- Perfecto -asiente un sonriente Roi

Al chico le sale natural. Ser amable. Ya puede estar hablando con una anciana en la verdulería que con la mafia italiana que va a sacar la mejor de sus sonrisas. Raoul mentiría si dijese que no le provoca cierta envidia. Es más fácil ganarse al enemigo siendo amable que borde y calculador como es su caso. Pero el rubio tiene su propio plan, así que le preocupa lo más mínimo su carácter, incluso puede irle bien.

- Y yo qué? -pregunta Raoul con el tono arisco que le caracteriza

- Tú ahí -señala Bruno la encimera- no pensarías que ibas a entrar en nuestra familia tan fácilmente, no?

El chico que hace unas horas ha probado el alcohol de Roi se echa a reír con cierta condescendencia y Raoul se contiene para no soltarle un puñetazo.

- Lo que quiere decir Bruno es que no puedes llegar y plantarte a pegar tiros a diestro y siniestro -explica Agoney- además no sabemos si eres de confianza, así que de momento serás pinche de cocina

Y Raoul casi puede oír la risa que ahoga Roi.

"Vale, es obvio, no iba a ser tan fácil" se mentaliza el rubio.

- Tienes algún problema con ello, chico? -pregunta Bruno

- No -se limita a responder Raoul despreocupado

El rostro del mafioso se tiñe con una media sonrisa de orgullo que Raoul deduce como algo positivo.

- Te presento a Marco, el cocinero -afirma Bruno señalando a un hombre de mediana edad- a partir de ahora trabajarás para él

- Encantado, soy Raoul -le tiende la mano

- Igualmente -la tiende

El rubio nota las cicatrices en la mano del cocinero, consecuencia de pasarse toda su vida entre cuchillos, supone Raoul. Al menos eso espera.

- Qué sabes de cocina, chaval?

"Me cocino mi propia comida desde que me arrebatasteis a mis padres, así que supongo que bastante"

- Bastante -se limita a decir- de todos modos, aprendo rápido, así que no se preocupe

- Tuteame, por favor -le pide el cocinero tendiendole una cesta de patatas- de momento empieza pelando esto

Y si para llevar a cabo su venganza, tiene que pelar patatas, peleará patatas.

- Qué rapidez -se sorprende Marco- muy bien, chico, sigue así

"Esto está chupado, en dos días los tengo a todos en el bote" celebra mentalmente Raoul.

- Vaya... así me vas a robar la herencia? Pelando patatas?

Y ahí está, su pesadilla personal. Quizás le cueste algo más ganarse al joven de los Vanneti.

- Para llegar a lo más alto hay que empezar por lo más bajo -le desafía acercándose con bravura al rostro contrario- y yo estoy dispuesto a todo, Agoney

El moreno, que no se esperaba semejante ataque de osadía por parte del menor, se limita a morderse el labio ahogando su sonrisa, dar media vuelta e irse.

Pensandolo bien, tal vez no le cueste tanto ganarse al heredero...

91 DAYS (Ragoney) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora