Capítulo 34 - Desafío

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Tras curarse la herida recién hecha, Raoul se reúne junto a Agoney para atender a la reunión de la familia. Nero empieza a explicarles el plan, van a adentrarse en el casino de la ciudad. Supuestamente irán con la intención de vender el famoso licor de Roi, lo que nadie se espera es que saqueen la caja del casino. Y qué interés tienen los Vanneti en hacer eso? Sencillo, hace unos meses algunos de los integrantes de la familia visitaron el establecimiento dispuestos a entretenerse y desconectar de sus vidas por una noche, el problema llegó cuando perdieron dos millones y medio de dólares.

- A mí me sigue pareciendo una locura -interviene el moreno poniéndose de pie- fuimos, jugamos y perdimos, son las reglas al fin y al cabo

- Hicieron trampas! Y nadie engaña a un Vanneti -sentencia Fango

- Es un casino, siempre hay truco -contraataca Agoney masajeandose el puente de la nariz a modo de desesperación

- Agoney, esto ya no es cuestión de dinero -habla ahora su tío- esto es cuestión de honor

- No, claro que no -ríe Nero con condescendencia- obviamente es cuestión de dinero y cuanto más nos llevemos, mejor

Agoney resopla y vuelve a tomar asiento junto al rubio. Raoul lleva su mano a la rodilla del mayor y empieza a acariciarla para tranquilizarlo. Debido a la sorpresa inesperada, el moreno da un sobresalto, pero inmediatamente le dedica una sonrisa y lleva su mano a la contraria para acariciar su dorso del mismo modo que él acaricia su rodilla.

Los dos chicos comparten una mirada rápida y furtiva que habla por si sola. Así que tras morderse la sonrisa, pues aún siguen rodeados de al menos unos veinte mafiosos, vuelven a centrarse en Nero, esta vez con las manos entrelazadas por debajo de la mesa y robándose algunas caricias con los pulgares.

- Veamos, Fango va a ser quien se encargue de la caja fuerte -explica el padre- tiene el cuerpo lo suficientemente pequeño y ágil para colarse y ningún remordimiento a la hora de robar -esto último lo dice lanzandole una mirada desafiante a Agoney que se le clava como una daga en el corazón

No es novedad para Agoney que su padre lo vea como un punto débil en la familia, pero que lo demuestre de una forma tan descarada y delante de todos... duele bastante.

- Bruno y yo nos encargaremos de acompañar al chico del licor a negociar con el director del casino

- Roi? -el rubio se pone de pie como un resorte al caer en cuenta de que hablan de su mejor amigo- yo voy también con vosotros

- No, muchacho, al resto os necesitamos esparcidos por todo el casino con las armas cargadas preparados para atacar en el caso que nos descubran -razona Nero prácticamente asesinando con la mirada a Raoul

- Vale, pues que Bruno vaya con ellos y yo voy con usted -se ofrece el rubio

- Esto no es negociable, chico -sentencia Nero dando un golpe en la mesa que sobresalta a todos los presentes- o acatas las normas, o nos tendremos que deshacer de ti

Y eso es algo que Agoney no va a tolerar, así que se pone en pie y apoya sus manos a los hombros de Raoul.

- A ver, calma! -el rubio nota un leve tembleque por parte de Agoney, está asustado por lo que las palabras de su padre deben ir completamente en serio- Raoul solo está preocupado por su amigo, pero entiende -da un suave apretón en sus hombros- que con vosotros va a estar bien y vendrá con el resto sin rechistar, verdad, Raoul?

El rubio voltea a medias su cuerpo para quedar frente a Agoney y clavar su mirada en la del contrario. El café choca con la miel en una batalla de intereses que sólo ellos conocen, solo que por una vez el café es dulce y comprensivo mientras que la miel es amarga y triste.

"No voy a abandonar a mi amigo" piensa uno.

"Confía en mí" pide el otro.

Finalmente, es el café el que acaba imponiéndose y Raoul se sienta con resignación en su silla cediendo a las súplicas del moreno.

- Está bien, lo haré -resopla el rubio frunciendo el ceño

- Gracias -afirma irónicamente el jefe de los Vanneti

Nero acaba de ultimar los detalles del plan explicando con pelos y señales la actuación de todos, informando de las principales salidas, dotando de armas a todos... Pero Agoney no puede concentrarse en las indicaciones de su padre, Agoney no puede concentrarse porque la mirada se le desvía a la nariz arrugada de Raoul, a sus cejas y frente fruncidas, a sus labios arqueados... y esa imagen le destroza.

Por tanto, cuando Nero les da vía libre para que se preparen antes de salir, Agoney no duda ni un segundo en seguir a Raoul hasta su habitación y entrar con él.

- Oye, siento lo de antes pero no puedes empezar a imponerte a lo que diga mi padre si acabas de entrar a la familia -se defiende Agoney- quieres que te maten?

- Es mi amigo, no pienso abandonarlo sin más cuando lo están metiendo en la boca del lobo -le planta cara Raoul acercándose más de lo políticamente correcto a Agoney

- Va a estar junto al puto jefe de la familia, de verdad crees que no va a estar protegido con él? -se inclina Agoney para quedar a su altura- además, en estos momentos, Roi es mucho más valioso que todos mis hermanos juntos... así que fíate un poquito de mí y deja respirar a Roi que no tiene cinco años

Cuando quieren darse cuenta, el aire que separa sus dos cuerpos es ínfimo y prácticamente inexistente. Sus respiraciones agitadas se entremezclan sin ningún pudor, como si desearan hacerlo desde que Agoney irrumpió en la sala. Las miradas que permanecían clavadas la una en la otra, acaban cayendo a los labios contrarios como un metal que se siente atraído hacia un imán. Y la falsa castidad que llevan aguantando desde que llegaron a la casa pueden con ellos, así que sin dudarlo ni un segundo más, Raoul se pone ligeramente de puntillas.

Ese diminuto gesto es lo que les hace unir sus labios de nuevo. Al comienzo es un beso tierno, un sutil roce, pero el hambre y el ansia al contrario que llevan acumulando durante semanas puede con ellos y acaban devorandose mutuamente. Agoney apoya su mano en el cuello del contrario mientras que Raoul opta por acunar las mejillas del moreno entre las propias.

Cuando los corazones de ambos van tan acelerados que sienten que deben parar a respirar y serenarse para no morir de un paro cardíaco, son sus frentes la que entran en contacto mutuamente sirviéndose de soporte, de apoyo, como metafora de lo que es su relación.

- Deberíamos prepararnos ya -suelta Agoney en un suspiro

- Vale -es lo único que atina a decir Raoul en un susurro mientras se muerde los labios recordando el sabor de los del contrario

Agoney deja un tímido pico en los labios del contrario antes de salir de la habitación dando un par de saltitos que hacen reír de la ternura a Raoul.

"Qué has hecho conmigo, Agoney?" ríe para sus adentros el rubio.

Cuando vuelve en sí mismo, tras darse un toquecito en los labios que le hace sonreír, empieza a prepararse para su visita al casino.

91 DAYS (Ragoney) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora