Capítulo 39 - Sangre

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Los sonidos de los disparos taponan los oídos poco acostumbrados al barullo de Raoul. El miedo le recorre todo el cuerpo, puede notar sus extremidades temblando involuntariamente. Tiene que ser valiente, tiene que hacerlo por Agoney, se lo prometió.

- Raoul -susurra Agoney de la forma más dulce posible para no estresar de más al rubio- cariño, estamos acorralados, puedo con el que tengo aquí pero necesito que le des al que está en tu lado 

- Vale -el menor se limita a asentir con la cabeza

- Puedes darle en una pierna o en un brazo mientras yo me encargo del otro y luego...

- Voy a hacerlo, Ago -afirma con determinación Raoul- me pides que confíe en la capacidad para la lucha de Roi, pues yo te pido que tú confíes en la mía

- Si yo confío en ti, claro que confío pero...

- Pero nada, así además me gano a tu familia que si me ven escondiéndome detrás de ti van a pensar que soy un gallina -razona Raoul poniéndose en cuclillas preparándose para ponerse en pie y atacar

- A la de tres -susurra el moreno viendo como el de ojos dorados asiente

Agoney imita a Raoul poniéndose en cuclillas, coloca su mano izquierda en la espalda -ya que con la derecha sujeta el revólver- y empieza la cuenta atrás con sus dedos. Cuando ya ha sacado el tercero, ambos se ponen completamente de pie y se enfrentan a la seguridad del casino. 

El moreno se deshace de su contrincante con bastante facilidad, un disparo directo en el pecho. Un golpe clave, sin dolor y sin agonía, una muerte rápida. 

Raoul debe disparar varias veces para lograr acabar con el suyo. Primero dispara en la pierna haciendo que el de seguridad caiga al suelo retorciéndose de dolor, pero en vano, pues a la pata coja logra disparar una bala que Raoul agradece haber sido capaz de esquivar, ya que la infección de la espalda sigue siendo muy reciente. El siguiente tiro se lo da en el hombro, suficiente para hacer que suelte la pistola del dolor pero no bastante como para acabar con él. 

- Vale, vámonos que no nos va a seguir -Agoney le da un toque en el hombro para indicarle a Raoul que siga andando 

Pero el rubio no puede dejar a ese hombre retorcerse del dolor siendo consciente de que no van a atenderlo hasta que no acabe el revuelo. Sabiendo que va a morir antes de que alguien lo encuentre desangrado después de un gran sufrimiento. Es más inmoral matarlo o dejarlo ahí? Raoul no sabe muy bien la respuesta ni si después de haberle disparado una primera vez puede salvar su conciencia, pero coge con fuerza la pistola, apunta a la cabeza del hombre que sigue intentando frenar su hemorragia en el suelo entre gritos de dolor y gemidos y gira la cara antes de disparar.

Ya está hecho.

- Venga, salgamos de aquí -Agoney acaricia su hombro antes de sujetarlo para guiarlo a la salida- lo has hecho muy bien, mi niño

- Me lo he cargado, Ago -su voz sale temblorosa de la garganta tan asustada como el propio Raoul

Y Agoney, que se ha malacostumbrado a saber leer a la perfección a su chico, empieza a perder los nervios al no saber si Raoul está asustado y se siente culpable o si por el contrario está orgulloso pero incrédulo porque ha logrado su objetivo.

- Y có...cómo te sientes? -se atreve a preguntar el moreno

- No lo sé -se sincera Raoul con la mirada fija en su revólver. Su mano sigue temblando, lo único que es capaz de oír es su pulso, el bombeo de su corazón acelerado, posiblemente furioso con él por lo que acaba de hacer- es... raro

- Da igual, Raoul, ahora tenemos que salir de aquí cuanto antes -Agoney besa en la frente al rubio para intentar tranquilizarlo- en casa hablamos, me cuentas lo que querías, me explicas cómo te sientes por esto y así lo asimilas durante el camino, nos decimos tonterías, nos besamos hasta que nos olvidemos de esto y todo lo que tú quieras, pero hay que salir pitando, vale?

Raoul, aún fuera de sí y sin tener el completo control de su cuerpo, simplemente asiente y acepta el beso de Agoney, quien se promete no darle vueltas al hecho de que el rubio no haya reaccionado ante el tacto de sus labios comprendiendo que es un momento complicado para el chico.

- Va, vamos -el moreno guía a Raoul por los pasillos del casino donde Vannetis y guardias del casino se entretienen a balazos dejando a los chicos escapar sin excesivo problema

Cuando están cerca de la salida, Agoney se toma la libertad de coger a Raoul por los hombros y ponerlo delante suyo, protegiéndolo así con su propio cuerpo. Razón por la cual nota un agudo dolor en la espalda que decide ignorar para sacar al rubio sano y salvo. Los dos chicos corren hasta llegar al primer coche que pillan.

Y Agoney no puede alegrarse más porque es entonces cuando Raoul, su Raoul, vuelve en sí.

- Roi! -el grito que suelta el rubio sale de lo más profundo de su garganta- Roi, estás bien -sus brazos rodean con fuerza el cuerpo del castaño, quien corresponde el abrazo sin dudarlo

- Sí, sí, y vosotros cómo estáis? -pregunta Roi examinando el cuerpo del rubio

- Bien, hemos salido casi sin cruzarnos con nadie y...

- Y tu novio está sangrando -apunta el de ojos verdes cuando Agoney se voltea dejándole acceso visual a su espalda

- Marido -corrige Agoney restándole importancia al apunte del castaño

Raoul se fija entonces en el punto que está observando su amigo para descubrir un agujero húmedo que traspasa la americana, la camisa y muy probablemente la piel del moreno. Estaba tan ido que ni se ha dado cuenta de cuando le han atacado. La impotencia y la culpabilidad hace que el llanto acuda a los ojos de Raoul en menos de lo que canta un gallo.

- Mi amor, lo siento -el rubio se seca las lágrimas con el dorso de la mano y ayuda a Agoney a quitarse la chaqueta y la camisa- no sabía que tú... Dios, lo siento

- Deja de pedir perdón, ni que me hubieras atacado tú -ríe tímidamente el moreno

- Pero no he hecho nada y tú has tenido que cargar con los dos -Raoul examina la herida viendo que al menos el corte no es excesivamente profundo- mírate, que es un arma blanca, que han conseguido acercarse y apuñalarte mientras yo no hacía nada

El mayor decide parar el desquicie de Raoul de la mejor forma que sabe, dándole un tierno beso. Esta vez, Raoul lo corresponde con ansias como destensándose de todo lo que ha sucedido.

- No ha sido nada, vale? Si hubiera sido al revés tú también habrías actuado como yo, porque nos queremos y eso implica que nos protejamos mutuamente

- Pero siento que tú me proteges todo el tiempo y yo... yo soy lo peor -empieza a llorar el rubio

Agoney envuelve con sus brazos al menor ajeno al verdadero significado de sus palabras, al contrario que Roi, quien sabe exactamente a qué se refiere y entiende el dolor de Raoul. "Si es que te está sobrepasando tu mentira, pollito" se apiada el de ojos verdes de su mejor amigo.

- Raoul, eso no es verdad -el mayor refugia en sus brazos a su marido, quien ha pasado una noche demasiado dura a ojos de Agoney- y mi padre?

- En el otro coche, pero está bien, tranquilo -le informa Roi- Bruno está con él, creo que le han disparado en el brazo, pero nada importante

- Vale -Agoney agradece con una sonrisa a Roi mientras acaricia el pelo de Raoul

Al moreno le encanta esa sensación casi tanto como a Raoul. Sentir que sus dedos se pierden en el pelo rubio de su chico le hace sentir en una burbuja. Cuando toca a Raoul no es el mafioso, el heredero de los Vanneti, el asesino... cuando toca a Raoul simplemente es Agoney. Cuando toca a Raoul se siente libre. Por ello le sabe tan mal tener que separarse de él para dejar entrar al último integrante de la familia que quedaba en el casino: su tío.

- Agoney, ayúdame a subir -el hombre le tiende la mano

El moreno, algo extrañado, coge la mano de su tío y lo sube al vehículo. Una vez cerrada la puerta, los coches arrancan para salir pitando del casino. El mundo de Agoney se le cae encima cuando descubre que la sangre de su mano no es del navajazo que se ha llevado hace unos minutos protegiendo a Raoul sino del estómago herido de su tío.

91 DAYS (Ragoney) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora