Agoney despierta cuando la luz del sol es tan potente que ya no le da más tregua. El moreno sigue sintiendo los músculos algo pesados y la cabeza sigue dándole vueltas pero al menos ha podido dormir unas pocas horas seguidas. En cuanto observa el brazo que le rodea el torso, no puede reprimir una pequeña sonrisa. El rostro relajado de Raoul a unos pocos centímetros del suyo es sin duda el mejor despertar que Agoney ha tenido jamás. Pese a que le encanta verle así, teme que no solo esté dormido y a duras penas se dispone a despertarle.
- Raoul -susurra Agoney prácticamente en la oreja del contrario- venga, despierta que hay que curarse y volver a la marcha
El rubio da un par de vueltas sobre sí mismo, que hacen que a Agoney le salga el corazón por la boca por miedo a que se dañe más la espalda, lo que supone que al menos está consciente y solo algo adormilado.
- Despierta, venga -el moreno posa su mano sobre el hombro y empieza a moverle cada vez con menos cuidado- va, Raoul, por Dios
Los ojos del rubio empiezan a abrirse poco a poco y el tono ambarino que se abre paso entre sus párpados se puede comparar con el amanecer que están viviendo los dos chicos a sus espaldas. Aunque a ojos de Agoney, el amanecer no tiene nada que hacer contra los ojos de oro del chico que tiene enfrente. A Raoul también le importa más bien poco el amanecer cuando la sonrisa ladeada que le dedica Agoney ilumina más que cualquier amanecer que el sol pueda ofrecerle.
- Buenos días -sonríe Agoney
- Buenos días -le corresponde el menor
- Cómo te encuentras? -el mayor pone su mano sobre la frente del contrario para comprobarle la temperatura
- Creo que bien, me sigue doliendo un poco la cabeza pero creo que fiebre no tengo -explica Raoul volviendo a cerrar los ojos
- No mientas, Raoul -le pide Agoney
- No miento!
- Sí mientes, creo que cada vez tienes más fiebre -afirme el moreno posando sus labios sobre la frente del contrario para comprobarlo mejor- sí, estás ardiendo...
- Yo no me lo noto, en serio -miente el rubio
- Estoy aquí para cuidarte de la mejor forma que sé -explica Agoney dándole la vuelta a Raoul y retirandole el vendaje para curarle la herida, que a diferencia de la suya, tiene un aspecto rojizo e hinchado- no me ocultes cosas para no preocuparme, porque si puedo hacer más por ti y por no decírmelo te pasa algo...
A Agoney se le quiebra un poco la voz y Raoul se promete a sí mismo no mentirle más sobre su estado, pues un Agoney destrozado es lo último que necesita en estos momentos.
- Si me pasa algo quiero que sepas que ni de coña es por tu culpa -sentencia Raoul jugueteando con una venda ya que es incapaz de mirarle a los ojos- tú estás haciendo todo lo que puedes y más por ayudarme...
Agoney simplemente le dedica la sonrisa más sincera que le sale y acaba de curarle la herida. A continuación es él quien tras bajarse los pantalones empieza a deshacerse del vendaje que le cubre la pierna. Raoul,de acuerdo al dicho popular "la práctica hace maestros", le cura la herida con bastante rapidez. Y otra vez, Agoney poniéndose la venda en la pierna y el culo en la cara a Raoul.
Esta vez el rubio decide no reprimirse y aprovechar las vistas, que estará enfermo pero tonto no es. El problema llega cuando la falta de disimulo hace que Agoney se dé cuenta de lo que pasa y, con una sonrisa maliciosa, empieza a mover el trasero lentamente poniéndolo cada vez más cerca del rostro ajeno.
- A ver... Agoney...
- Pasa algo? -pregunta no tan inocentemente el moreno
- Me estás poniendo el culo en la cara -sentencia algo nervioso el rubio
- Después de mirarlo tanto pensé que no te importaría -se encoge de hombros Agoney
Y Raoul sabe que el calor que ahora se extiende por todo su rostro se debe a todo menos a la fiebre y sin verse la cara puede intuir que está más rojo que un tomate.
- Lo siento -Raoul dirige su mirada al suelo algo avergonzado
Para sorpresa del rubio, en ese mismo momento Agoney se echa a reír como si Raoul acabase de contarle el mejor chiste del universo.
- Qué pasa?
- Te puse literalmente el culo en la cara, estando enfermo y sabiendo lo que hay entre nosotros y la fuerza de voluntad que estás teniendo... y el que pide perdón eres tú -sigue riendo
Y Raoul no aguanta dos segundos más sin probar esa sonrisa tan apetecible, así que hace un esfuerzo por incorporarse y besar los labios de Agoney, primero tímidamente, y cuando el moreno le sigue el beso, lo profundiza posando su mano en la nuca contraria.
Es entonces cuando los dos chicos se dan cuenta de lo mucho que han echado de menos el sabor del otro, la esponjosidad de los labios contrarios sobre los propios, las mariposas en el estómago revoloteando a cientos de kilómetros por hora, el hecho de besar esos labios y sentir que levitan, el hecho de sentirse inmortales, eternos.
Y como si le echasen un jarro de agua fría encima, Raoul deja de levitar de golpe, cuando Agoney decide separarse.
- Perdona -se masajea el puente de la nariz el más mayor
- Nos acabamos de comer la boca eso no necesita disculpa de ningún tipo -Raoul se vuelve a inclinar para juntar de nuevo sus labios a los del canario, pero el moreno le frena posando el dedo índice en sus labios
- Raoul, no sé si podré aguantar esto otra vez sabiendo que no va a ningún sitio -se sincera Agoney acariciando con cuidado los labios gorditos de Raoul- créeme que nadie tiene más ganas que yo de que esto suceda, pero ya te lo dije, los amigos no se bes...
Pero otro beso interrumpe el discurso de Agoney. Esta vez el beso es corto y casto, como el primero que se dieron.
- Es que no somos amigos, Ago -confiesa Raoul acariciando la mejilla del contrario- no sé qué somos, pero no somos amigos
- Raoul... -Agoney le interrumpe dispuesto a decirle que cómo sabe que no le dice eso para enrollarse con él y luego volver a alejarlo
- No, déjame hablar, por favor -le pide Raoul con ojitos de cordero degollado- ser tu amigo me está matando, Agoney, y no puedo prometerte nada porque ni siquiera yo sé lo que quiero... bueno, miento, sé... sé que te quiero a ti... pero tengo mucho miedo -empieza a llorar el rubio
Y Agoney, completamente conmocionado porque Raoul acaba de decir que le quiere, le envuelve con los brazos para ser su hogar y refugio una vez más.
- Será difícil, pero juntos saldremos de esta, vale? -le tranquiliza el moreno
- Joder, Agoney, no tengo miedo a eso -explica Raoul- no tengo miedo a lo que nos puedan hacer si se enteran o a lo que pueda pasar... tengo miedo a sentir, a quererte, tengo miedo porque una vez quise y me lo arrebataron todo, dejándome más jodido de lo que te puedas imaginar -se sincera Raoul- tengo miedo porque el amor nos hace frágiles, débiles, presas fáciles... y yo me estoy enamorando de ti y no quiero volver a sufrir
- El amor no nos hace débiles, el amor nos hace fuertes -le contradice Agoney aún sobrecogido por las palabras de Raoul- mírate a ti, después del palo tan grande que pasaste seguiste adelante por ellos, no?
Y puede que Agoney tenga razón, puede que nunca haya dejado de sentir y que toda su vida haya camuflado detrás de su venganza el amor que tiene a su familia, el amor que tiene a Roi y el que ahora está empezando a sentir por Agoney. Así que Raoul decide pensar un poco en él mismo y se permite sentir.
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91 DAYS (Ragoney)
FanfictionAños 30, Lawless (EEUU), época de la Ley Seca... Raoul era un niño feliz, muy casero, inocente, amable, lleno de vida... Raoul era todo eso hasta que una mafia de origen italiano dedicada a la venta de alcohol clandestino le arrebató a su familia. A...