El As de Corazones

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Siempre la guerra se había llevado a los mejores, a los inocentes, a los puros reales de corazón, aquellos que amaban más la vida de los demás que la suya propia, algo que el mismo Dios había observado, sentado en el trono dorado, bañado por los rayos del sol, del cielo, siempre encerrado en su sala, sin poder hablar con sus hijos, viendo como los ángeles mismos caían en batalla o por que se dejaban llevar, inundándose en sus propios pecados que nadie debería dejar que los dominara.

Azazel fue uno de ellos de ellos, contando con seis pares de alas, algo revelador dentro de los mismos ángeles, formando dentro de los serafines, sus primeros hijos. Pero cayó al vacío, volviendo sus alas como la noche misma, dejando que el pecado de la lujuria lo poseyera y, sin más, no mostró ningún arrepentimiento. Aquello dolió en el pecho de Dios, que quedó encerrado en su habitación, viendo como más y más ángeles caían a la tierra, envueltos en la vergüenza misma, la cual pronto él mismo vio como era sustituida por el odio hacia él. Aunque no vio esto en Azazel, supo que aquel que fue su hijo, que lo era aún, lo miró dolido, tal vez odiándolo o tal vez no. La mirada que el mismo caído daba, no revelaba nada.

Dios, viendo la pronta guerra que se cocía bajo él, a la vez que un grupo de ángeles mismos, liderados por una Diosa, que intentaría tomar su puesto. Los arcángeles, aquellos que fueron sus primeros hijos, lograron la victoria sobre ella, desterrándola al fondo del mismo Inframundo, gracias a una ayuda del mismo Lucifer. Aunque no lo sabía entonces, Dios mismo acababa de cometer un grave error que algo tarde, dejaría en jaque a todos allí.

Pero el mismo líder del Cielo no tenía tiempo de ello mismo. Deseaba poder crear algo que garantizara la oportunidad de una paz duradera, algo que los pusiera por delante del mal en el mismo mundo, que les diera la fuerza para proteger a las personas. Ello, llevó al ser puro líder de los ángeles a tomar la decisión de crear los Sacred Gear, así como las Espadas Sagradas, objetos de sumo poder que solamente podrían ser usados por los humanos y darles una ventaja sutil sobre los demás en las guerras venideras.

Pero, lo que no esperó, fue ver cómo, en la misma guerra de las Facciones, muchos humanos fueron cazados y eliminados por los propios demonios, que parecieron tomar consciencia de la ventaja que tuvieron en los primeros meses de guerra y decidieron reducirla. Aquello mismo nuevamente lo afectó, dejando al líder de los ángeles más oscuro, encerrado en su habitación, no permitiendo que nadie entrara a la misma, ni siquiera su hija Gabriel, la más cercana a él. No, no quería que lo viera así, dolido por la muerte de personas que no deberían haber tomado parte en la guerra misma, en primer lugar. Aquello lo devastaba realmente, demasiado.

Por ello mismo, como última instancia, decidió crear algo que les diera a los humanos y ángeles la victoria en el futuro: Shunshine, su última gracia creada y la más fuerte, gracias al mismo sol que daba la vida a su mundo y al aliento de los Reyes Dragón. Si, nadie sabía que había obtenido la ayuda de los dragones, y jamás lo sabrían. Aquella Gracia era la más poderosa de todas y solo uno sería quien la llevara, ¿pero quién? Entonces el mismo Dios lo supo, cuando tocó la misma Gracia, mostrando una sonrisa que no había aparecido por su rostro en meses de guerra y años de perder hijos. Esa gracia, el poder del mismo Sol, solo aceptaría a quien fuera digno y él, aunque fuera su creador, no podría domarla y dársela a Michael o alguno de los demás Arcángeles. No, Shushine era independiente, como si hubiera cobrado vida propia nada más nacer del mismo Dios. Y eso le marcó una sonrisa en el rostro, mientras veía su última creación, la más pura entre ellas. Era su gran orgullo, algo que lo llenaba de felicidad, una felicidad que aumento cuando la misma Gracia desapareció de entre sus manos, marchándose a buscar un portador.

Dios entonces pensó en una última cosa que hacer: crear un regalo para aquel que fuera elegido por Shunshine y que lo ayudara a mejorar e pelear más allá de lo que de verdad podía.

Naruto: El As de GabrielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora