El Arma de Dios

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Galand giró la cabeza, sorprendido, notando el calor que lo golpeaba. Oía el crepitar de las miasmas llamas, a la vez que la hierba se iba quemando, volviendo ceniza oscura. El sol, había dado de lleno al ángel que le había arrancado los corazones.

―Hacer lo mismo que solía hacer Meliodas, ha gastado mi magia―declaró una voz alegre, mientras un hombre alto, aparecía, llevando el pelo gris revuelto, dejando ver la marca demoníaca en su rostro. Su sonrisa, parecía ensancharse, cuando miró, con ojos negros, la masa de fuego anaranjado quemar a aquel pajarillo―. No creo poder volver a ejecutar tremendo Full Counter.

―Hermano―habló otro demonio, de cabello oscuro, vestido con ropajes carmesíes y guanteletes sobre sus brazos―. Fue excesivo realizar ese movimiento, sobre un mísero ángel.

―Estaba por matar a Galand―declaró el hombre alto, mirando con desinterés, como si no fuera nada, aquella masa de fuego anaranjado, volviendo sus ojos hacia su pequeño hermano―. Zeldris, ¿no deberías estirarte un poco? Acabamos de salir de aquella dimensión maldita.

Zeldris, hijo mediano del Rey Demonio, soltó un bufido de molestia, recostándose contra una roca, que había seguido de pie tras la batalla entre Galand y Naruto. Estaba aburrido, con ansias de arrasar con el Inframundo, una vez recuperaran todo su poder. Cuando lo hicieran, recuperarían su hogar.

―Pero has malgastado tu poder mágico―gruñó Zeldris, mirando ligeramente hacia las llamas, resoplando. No había nada de poder que emergiera de aquella masa llameante―. Vámonos antes de que...

Abrieron los ojos, cuando aquella masa ardiente, desapareció, dejando a la vista una figura alta de cabello dorado, con dos orbes azules en su rostro. Aquel joven, movió la inmensa hacha que llevaba en la mano, generando un fuerte viento cuando la hoja pareció cortar el mismo aire, haciendo que Zeldris se cubriera el rostro, mientras el hombre de pelo gris, miraba con interés a aquel muchacho. Antes de poder hacer algo, recibió un puñetazo, saliendo disparado. Zeldris fue a tomar su espada, pero el hacha estuvo a punto de cortarle la cabeza. Estaba a centímetros de ello. Y lo hubiera hecho, si el inmenso gigante de cuatro brazos, no hubiera aplastado a aquel mosquito.

―No suelo decirlo, pero gracias, Drole.

Drole iba a contestar, mientras aplastaba al joven de cabello dorado. Sintió como sus manos ardían, viéndose obligado en soltar al muchacho. Movió la cabeza, enfocando sus ojos azulados, a la vez que lanzaba el hacha, golpeando en el pecho del gigante, mandándolo al suelo. El chico cayó sobre él, tomando el arma, mirando directamente a los ojos oscuros de Zeldris.

―¿Amigos tuyos, Galand?―preguntó, sacando el hacha Rhitta, dejando que gotas de sangre, escurrieran por su hoja, a la vez que saltaba, esquivando un brazo del gigante, agitando las alas doradas, dejando que plumas cayeran sobre el demonio―. Podré aplastaros a todos, ahora.

―Realmente, orgulloso―declaró el de cabello gris, mirando al muchacho de alas doradas, tomando su espada, mirando desafiante al ángel. Si alguien afinaba la vista, vería grietas por la hoja del arma del demonio Primigenio. Eso era debido a que él, no podía usar el Full Counter de la misma manera que su hermano Meliodas y, si lo hacía, sus armas terminaban dañadas o, incluso, se dañaría así mismo―. Creo que me gusta.

―Estarossa―intentó llamar Zeldris, viendo el deseo de su hermano por pelear. Pero del Mandamiento no lo escuchó, saliendo disparado hacia el ángel, tomando su espada con las dos manos, mostrando una inmensa sonrisa en su rostro. Ante los ojos de los Mandamientos al completo, el hijo menor del Rey Demonio, fue mandado contra el suelo por un golpe de kárate de su rival, generando un inmenso temblor, a la vez que fisuras se formaban en el suelo―. ¡Hermano!

Naruto: El As de GabrielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora