Advertencia

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Parpadeó un par de veces, observando aquel techo dorado que lo había recibido en el pasado, cuando moraba en Heaven al servicio de la Serafín Gabriel. Era tan parecido, con aquella calidez que inundaba hasta el alma. Incluso el lecho donde su cuerpo reposaba, era suave como una misma nueve. Aquellas sensaciones, solamente las había sentido en el cielo, cuando dormía en su habitación. Pero había algo distinto. Algo mejor. El lecho donde su destrozado cuerpo reposaba, era mucho más suave, con más calidez que recorría su cuerpo entero, desde las uñas hasta los huesos, y parecía sentirse mejor con el pasar de los segundos.

¿Dónde quedó la Brigada Khaos? ¿Dónde estaba aquel demonio, que lo había apaleado? Decidió intentar levantarse, desconectarse de aquella calidez por si era una trampa, un mero sueño producido por su subconsciente.

Una mano pálida lo detuvo, haciendo que enfocara sus ojos en un hombre no mayor de veinte años, con el cabello negro revuelto, con mechones cayendo sobre sus ojos grises. Mostraba una sonrisa calmada, en un rostro ligeramente afilado. No parecía demasiado...luchador, pero desprendía un aura poderosa, equiparable a Michael o Gabriel. No, era mayor que esta última, al menos por el doble. Quedaba por debajo de Michael, pero era sumamente poderoso.

―¿Qué...

―Calma―sus voz sonó aterciopelada, completamente calmada, como si no fuera extraño recibir a alguien sumamente herido, que hubiera batallado con un demonio de clase Suprema, y sobrevivido a ello, siendo apenas un ángel de cuatro alas, con poco tiempo en el cielo―. Debes reposar. Tu cuerpo ha sufrido una severa degradación, y parecía ir a más. Huesos destrozados, piel abrasada, músculos desgarrados...severos daños, que habrían llevado a la muerte a un ángel normal―declaró aquel hombre, dándose la vuelta. Con el movimiento, desde aquella cama pudo observar varios viales con una sustancia acuosa, de color azulado y que parecía tener vida propia―. Lamento tenerte en este...cuchitril. Pero es lo mejor que he logrado con tan poco tiempo.

―¿A...qué te refieres?―entre dientes, con cierto malestar, la pregunta logró salir de su boca, llegando claramente a los oídos de su doctor.

―Apareciste en un portal en mi guarida secreta―contestó el moreno, divertido, garabateando algo en su cuaderno―. Estabas lleno de sangre, como si hubieras recibido de lleno un movimiento destructivo. De hecho, dejaste un gran charco allí―señaló a la entrada, haciendo que el rubio mirara, viendo restos de su propia sangre―. Pero me las apañé para salvar tu vida, gracias a tu factor curativo. Con semejantes operaciones, deberías estar listo en unos dos meses...pero con tu curación, tal vez no más de dos días.

Naruto no dijo nada, mientras aquel hombre revisaba algunas cosas, quedándose con los ojos puestos en el techo que lo cubría, mostrándose confuso. ¿Alguien lo salvó? Sabía que Rizevim iba a matarlo con aquel movimiento, cuando su Cruel Sun fue absorbido, hecho añicos por el movimiento del demonio. Pero seguía respirando, con dolor punzante en su cuerpo, pero vivo, como si no hubiera enfrentado a alguien inmensamente más fuerte que él. Estaba bien, notaba que su cuerpo mejoraba lentamente, y los rastros de batalla desaparecían. La duda de lo que pasó, aun rondaba su mente.

Volvió a la realidad, mandando a un lado sus pensamientos, mirando al moreno que parecía examinar unos últimos datos.

―Ese poder...¿Sunshine? Michael me habló de él. ¿Te sientes bien usándolo?―preguntó, borrando cualquier rastro de cordialidad, posando sus ojos grises sobre los zafiro del ángel de alas doradas, haciéndole parpadear varias veces.

¿Se sentía bien usando la Gracia del Sol? Si, demasiado. Cuando alcanzó The One, se sintió invencible, como si nadie pudiera derrotarlo. Y fue gracias a ello, que derrotó por completo a los Mandamientos, a pesar de que eran más y combinados podrían haberlo matado. ¿A qué venía entonces aquella pregunta? Frunció el ceño, intentando recordar lo que sentía al usar el poder del Sol; pero solo le venía a la mente la calidez del mismo, el inmenso ardor que producían las llamas en su cuerpo mientras crecía, aumentando, estirándose...

Naruto: El As de GabrielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora