Alas negras como la noche

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Issei acarició su garganta. Gracias al movimiento rápido, se había librado de aquel lunático. ¿Qué había muerto por su culpa? ¿A qué venía eso? ¡Él nunca había matado a nadie, joder!

Miró de reojo a las exorcistas. Parecían sorprendidas. Demasiado.

―Issei―murmuró Rias a su lado, acariciando el rostro de su [Peón] con delicadeza, haciendo que el Sekiryuutei sonriera por el afecto de su [Rey] le daba. Estaba contento, aunque más confundido por lo que el chico que acompañó a las exorcistas, había intentado hacerle. Rias miró a estas con enojo―. ¡¿Pueden darme una explicación?! ¡¿Así es como ustedes piden permiso?!

Xenovia e Irina se miraron, sin saber que decir. Las palabras dichas por el ángel, habían sonado tan huecas, carentes de vida, que no parecían provenir de él mismo. Antes, sonaba alegre cuando estuvo con ellas o incluso cuando peleo en el Vaticano contra aquel ser.

No, este no era Naruto.

―Nosotras...

―No es necesario que lo pagues con ellas, Gremory bastarda―declaró una voz hueca, furiosa, ronca. Todos miraron al agujero en la casa del club, viendo la figura de Naruto M. Escanor, brillando con el sol que le daba en la espalda. El rubio ladeó una sonrisa, retirando las gafas que habían cubierto su rostro, aplastándolas con el pie―. Mataré a tu [Peón]. Me debe una vida.

Rias frunció el ceño, mirando a aquel muchacho.

―Issei no te hizo nada.

―¿Oh? ¿Segura?―preguntó el portador del Sunshine de forma burlesca, retirando la camiseta que cubría su torso. De todos modos, pronto estaría destrozada―. Esto, me lo hizo un ángel caído por culpa de tu [Peón], demonio.

Todos vieron la cicatriz en el abdomen del joven, jadeando por la vista que el chico les daba.

―Eso no indica que...

―Fue la novia de ese bastardo. Tu querida Reynare, la que te mató. A, pero a ti―murmuró el muchacho, fríamente―; te salvó Rias Gremory.

Rias y toda su nobleza, quedaron estáticos. ¿Cómo sabia de ello?

―Tu...

―Estuve en el parque. Recibí la herida por estar en el lugar equivocado, cuando un puto de mierda pervertido de los cojones, intentó meterla en la chica―declaró el ángel, cerrando los ojos, respirando con fuerza, abriéndolos, dejando a la vista unos fríos ojos azules, carentes de vida o de emoción alguna―. Por vuestra culpa, terminé por perderlo todo, por ser un ángel. Ahora, no puedo tener lo que yo deseo y todo por vuestra culpa.

Lágrimas caían del rostro de aquel joven.

―Naruto...―murmuró Irina, intentando ir, siendo detenida por Xenovia. La portadora de Durandal, fulminó con la mirada a los Gremory. Exactamente no sabía que pasaba, pero notaba la devastación en aquel que las había ayudado tanto.

―Al principio, no sabía que fuisteis vosotros. No, ¿cómo saberlo si cuando estaba en Kuoh, hasta ese niñato se creía mejor que yo y por ello pasaba mis tiempos solo, marginado?―declaró, riendo fríamente, dejando que su helada risa golpeara a todos los presentes―. Estoy harto de esto. Si fueras otro, si vosotros no estuvierais aquí, yo no tendría que hervir de rabia mientras te ves feliz. ¡Me arrebataste todo lo que quería! Ahora, soy un ángel...no, ya no puedo ser alguien puro. Soy...un ángel caído por el odio que tenía guardado en ti, Hyōdō Issei. Y, antes de marcharme, de ver la decepción la que me dio la vida, te mataré...a todos, si es necesario.

Dejó a la vista las oscuras alas de plumas negras, haciendo que las exorcistas se taparan la boca con las manos, Irina, mientras que la otra solamente veía tristemente este hecho.

Naruto: El As de GabrielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora