The One

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Dejó escapar algo de sangre, acariciando su mejilla. Sobre él, estaba Zeldris, mirándole con unos ojos rebosando de poder. Oscuros, poderosos, los ojos del Mandamiento de la Piedad, habían detenido al portador de la Gracia. Irradiaban poder. Un poder inmenso. Confiando en su mismo poder, antes de que el rubio pudiera hacer nada, Zeldris se movió, tomando la cabeza del ángel, estrellándolo contra el suelo, infinidad de veces.

Naruto apretó su agarre sobre el brazo del Mandamiento, intentando que no lo usara como un maniquí. Pero el demonio, sabiendo de la fuerza del ángel, se movió rápido, contundente, descargando llamas negras que golpearon al muchacho, mandándolo hacia atrás. El portador del Sol se deslizó por el suelo, moviendo su mano, deteniendo el puño del Mandamiento de la Piedad, recibiendo un tajo de la espada de este en su lugar, creando una fea herida en su pecho. Zeldris, viendo la herida, golpeó el lugar una serie de veces, agendando la misma herida que él le acababa de causar, haciendo a Naruto escupir sangre, derrumbándose, arrodillado ante del enemigo.

―Creo, que este es tú fin―declaró el líder de los Mandamientos, mirando desde arriba al arrodillado Naruto, aunque por un centímetro, nada más, parecía más bajo que Zeldris ahora, como si no fuera nada―. Ahora, pequeño ángel, no eres nada.

Alzó el brazo, generando más llamas negras, envolviendo todo su brazo, ante los ojos del rubio, que alzó levemente el rostro, recibiendo los rayos del sol, en pleno rostro, reconfortándole, curándole.

―¿Qué...hora es?

Zeldris frunció el ceño, a punto de golpear a su enemigo con el movimiento, mirando al ángel como si estuviera loco.

―Las once cincuenta y nueve―contestó Melascula, siendo fulminada por los oscuros ojos de Zeldris―. Oh, vamos, si es lo último que oirá.

Naruto, levemente, apretó los puños, mirando al Mandamiento, sin herida alguna presente en su cuerpo, irradiando calor, levantando ligeras nubes de vapor a su alrededor.

―Creo...que mi fin está lejos de acabar.

Rápido, golpeó el pecho de Zeldris, mandándolo a volar al otro lado del claro, estrellándolo contra una montaña que había por allí. Se comenzó a levantar, mirando con indiferencia a los demás Mandamientos, alzando la mano. Rhitta se colocó en ella, a la vez que Drole y Gloxinia se lanzaban a la batalla. Un tajo, mandó a ambos al suelo, con una inmensa herida en su pecho, creando algunos charcos de sangre. Movió el hacha, bloqueando con el mango, la patada alta que Estarossa le lanzó. Retiró el brazo izquierdo hacia atrás, generando un Cruel Sun, dispuesto a golpear al Mandamiento del Amor con él.

―¡Blackout (Regresión Oscura)!

El sol se apagó, sorprendiendo al ángel; instante que Melascula aprovechó creando tentáculos oscuros que rodearon por completo el cuerpo de Naruto, deteniéndolo. Monspeet entonces lanzó una devastadora llama oscura, golpeando de lleno al ángel, antes de que se liberara de las ataduras, creando un enorme pilar de llamas.

―¡Drole!

Inmensa, una roca cayó del cielo, entrando en el pilar por el centro, aplastando lo que estuviera dentro del mismo y deshaciendo el torbellino de llamas cuando generó una honda de viento y polvo, obligando a los Mandamientos a cubrirse los rostros, evitando que el mismo polvo entrara en sus ojos.

―¿Cómo es posible, que no envejezca ante mi Mandamiento?

―Es inmortal, un ángel―contestó Zeldris, mirando la enorme roca que aplastaba a su enemigo. Movió la espada, envainándola con un sutil y ligero movimiento―. Y, algo que Dios le dio, impide que nuestros Mandamientos le afecten.

Naruto: El As de GabrielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora