Naruto M. Escanor mantenía la mirada puesta en los ángeles que corrían de un lado a otro, llevando documentos importantes a lo que parecía ser el despacho de Lord Michael, mostrando caras de pánico que no pasó desapercibido para él, que mantenía su compostura. Se preocupaba por los suyos. Desde que se había unido a los ángeles como un Saint de Lady Gabriel, había tomado cariño con diversos ángeles del Cielo, creando así diversos lazos. Era una suerte encontrar a varios que eran amables como el mismo Dulio. Si hubiera encontrado a alguna otra como Griselda, tal vez se hubiera planteado lo de seguir allí. Aquella mujer hacía del Cielo el Infierno particular para él. Los diversos hematomas al acabar las jornadas de entrenamiento, lo demostraban y ya llevaba con ellos dos semanas desde que fue nombrado [As] de Gabriel. Pero no había sido mandado a ninguna misión de momento.
Suponía que sería por su habilidad.
―¿Has odio? Al parecer Metatron-sama encontró a Meliodas-sama peleando contra un Original. ¿Crees que se han liberado del sello?
―Uhmmm puede ser. Si es así, sé que Lady Gabriel y Lord Michael podrán con ello, más si encuentran "eso".
Ambos ángeles siguieron discutiendo cuando pasaron a su lado. Naruto en verdad no tomó esto como algo importante, siguiendo su camino. No quería meterse en problemas por escuchar cosas que no debía.
―Al parecer, Annabeth, la [Nueve] de Lady Gabriel no regresa de Inglaterra.
Pero, al parecer, el destino quería otra cosa. Sacó su par de alas blancas, mirando seriamente al horizonte.
Anna era de las únicas amigas que tenía y él era impulsivo.
―Despacho de Michael―
Meliodas se dejó caer sobre un sillón en la sala, mirando con cierto aburrimiento aquellas paredes doradas, siendo observado por tres ángeles de doce alas, no sintiéndose intimidado. Si hubieran querido matarlo, ya lo habrían hecho. Estaba en su territorio y ni podía emplearse a fondo contra ellos allí. Era un demonio, después de todo.
―Entonces, ¿Sunshine? ¿La Gracia perdida?―preguntó, no estando muy seguro de que había escuchado demasiado bien a los Serafines, manteniendo siempre una mirada aburrida en su rostro. Necesitaba una cerveza en esos momentos.
―Si, fue la última Gracia creada por nuestro padre, con la esperanza de que su portador apareciera y nos ayudara a terminar con el Clan de las Diosas y los demonios. Verdaderamente fue una sorpresa cuando nos ayudaste, Meliodas-dono.
―Ma, ma, no hace falta tanto formalismo―declaró el demonio primigenio, alzando un pulgar―. Somos amigos, ¿no? Aunque ella murió, sé que Dios no fue el culpable. Tanto él como los demás, simplemente queríais terminar la guerra. Por ello juré ayudaros. Se lo juré a Elizabeth y lo cumpliré.
Michael sonrió un poco, viendo la tristeza pasar por los ojos verdes del demonio, sintiéndose un poco mal porque ahora su mejor amigo sufriera de soledad.
―Debemos encontrar la Gracia―declaró Metatron, completamente serio, sabiendo que, si los Primigenios eran liberados, poco después las diosas también serían liberadas, lo que causaría una guerra civil en el mismo cielo, ya que Dios no estaba y su único punto fuerte, su as bajo la manga, era aquel último poder creado por su padre.
―¿Cómo lo haremos?―preguntó Lady Gabriel, mirando ladeadamente a su hermano, mostrando un dulce rostro dirigido al ángel de doce alas blancas como ella―. Es imposible encontrar Sunshine si no ha despertado. Lo único que debemos esperar, es que no haya caído del lado de la oscuridad.
Metatron miró a su hermana.
―Imposible. La última Gracia, por lo que indicaba el diario de padre, era completamente consciente. Puede incluso jamás encontrar a un usuario digno―declaró, mostrando la fe que tenía sobre su padre, representando su papel como la Voz de Dios, un papel que el mismo Metatron llevaba con orgullo―. Si es necesario, los Serafines debemos estar listos para la batalla en caso grave―se giró, mirando a Meliodas―. ¿Nos ayudaras, Meliodas-kun? No creo que podamos hacer frente a los Originales sin contar con tu ayuda en el campo de batalla.
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Naruto: El As de Gabriel
FanfictionNo estaba en su agenda ser atravesado, metido entre una disputa de cuervos y murciélagos donde el recibiera la fatal herida, quedando a su merced para perderse en la oscuridad que lo había rodeado. Tampoco estaba en su agenda, que la voz más codicia...