Naruto M. Escanor, nunca creyó ser demasiado importante para alguien, que le demostraran que de verdad debía seguir vivo, luchando por aquello que creyera justo e incluso, pudiendo encontrar algunos amigos de verdad. Dulio Gesualdo, [Joker] de Michael, en verdad no era un mal tipo, siempre dispuesto a una buena comida y hacer algo de entrenamiento con él. A pesar de descubrir que tenía Sunshine, como poder y Gracia otorgada por dios, no era rival para el portador de la Zenith Tempest, la segunda Longinus más fuerte dentro de las Trece. Y, aunque era algo que lo irritaba, su control sobre la Gracia era verdaderamente escaso, pudiendo ejecutar solo el Helios Fair como movimiento, además de los suyos usados con la magia de luz. Pero no se daría por vencido. Podía sentir que Gabriel, su [Rey], lo vigilaba en cada entrenamiento y él mismo no quería decepcionarla.
Movió las alas, alzando el vuelo, quedando sobre el exorcista más fuerte, desprendiendo algo de luz. Conjuró diversas lanzas que mandó contra su maestro, quedando las mismas completamente congeladas y, a un chasquido de dedo, se rompieron por completo, haciendo que el reencarnado Saint mostrara frustración. No podía superar a aquel Saint con la magia ligera y no podía usar al cien por cien el poder de su Gracia, lo que hacía crecer la brecha entre ambos Saint.
―Ah, vamos Naruto. Quiero comer―declaró el Saint, mostrando pesadez por seguir con los entrenamientos.
―¡Solo llevamos dos minutos!
―Pero es taaaaan cansado―declaró el exorcista más fuerte, desviando varias lanzas de luz con sus manos denudas, tomando la hoja de luz de la espada del portador del Sunshine, partiéndola con dos dedos únicamente, dando un codazo al rubio de ojos zafiro, haciendo que retrocediera hacia atrás, agitado―. Céntrate. Quiero rollos de canela hoy. ¿Crees que Lord Michael y Lady Gabriel nos dejen ir al mundo humano a comer?
Naruto crispó una de sus cejas, mirando detenidamente al ángel de diez alas, mostrando verdaderamente un disgusto hacia el mismo por lo que decía, siempre pensando en comida.
―El pecado de la gula es condenado, Dulio.
―¿Uhm?
Ambos chocaron, generando una inmensa brisa que azotó todo el piso, atrayendo la atención de los ángeles que pasaban cerca, quedando con sus ojos abiertos de asombro. Naruto había crecido algunos centímetros y su fuerza aumentó, haciendo retroceder a Dulio, el cual mostraba una sonrisa ladeada por el cabreo de su aprendiz.
Chasqueó los dedos, y los pies del portador de la Gracia fueron congelados por completo, impidiendo al joven que pudiera moverse. Naruto frunció el ceño, creando dos lanzas de luz y disparándolas contra su maestro. El portador de la segunda Longinus más fuerte, simplemente detuvo ambos ataques con una mano, destrozando la magia ligera de su aprendiz. Aunque abrió los ojos con asombro.
Naruto cerró el puño derecho, cayendo sobre Dulio con toda la fuerza concentrada que en esos momentos poseía, descargando un feroz golpe en contra de su adversario, levantando un muro de humo y polvo, cubriendo a ambos Saint.
Dulio salió de la nube, ileso. Mientras que el reciente Saint, mostraba una fatiga notable y algunas heridas menores, para diversión del ángel amante de la comida.
―Ma ma, Naruto, deberías calmarte. Sunshine no será tan fácil de controlar, lo sé. Además, estas enfrentando a uno de los que podrían matar a un Mandamiento de parte del Cielo―declaró el rubio de ojos verdes y vestido con ropas sacerdotales, dejando a la vista una sonrisa ligera en su rostro―. ¿Por qué no vamos a comer? En serio, tengo hambre.
Naruto suspiró, colocando las gafas que Gabriel le dio, capaces de controlar su poder y que no se descontrolara durante el día estando con gente inocente o de otras facciones, pudiendo hacer así una vida medianamente normal. Retrajo las alas y deshizo la lanza de luz que había invocado, quedando completamente frustrado. En serio, ¿cómo alguien podía pensar en comida en un momento así?
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Naruto: El As de Gabriel
FanfictionNo estaba en su agenda ser atravesado, metido entre una disputa de cuervos y murciélagos donde el recibiera la fatal herida, quedando a su merced para perderse en la oscuridad que lo había rodeado. Tampoco estaba en su agenda, que la voz más codicia...