Orgullo y Piedad

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Mostraba una ligera sorpresa, aun no queriendo darse la vuelta, oyendo como los Grises, nombre que él mismo decidió darles por su color, eran descuartizados. Oía como el mismo viento era cortado, como los trozos de caer pútrida caían al suelo y como estos mismos se volvían cenizas, desapareciendo del lugar, mientras árboles fueron arrancados, destrozados, por el simple movimiento del ángel reencarnado.

Estaba sorprendido.

Estiró el cuerpo, deshaciendo la espada de luz y miró su obra: había diversos charcos de sangre, aún con trozos de carne de demonio e incluso alguna cabeza por el lugar. Había generado una devastación en aquel parque. Tendría que hablarlo con Lady Gabriel, algo que no quería. Esa bella mujer...no se enfadaría, seguro simplemente soltaba una risita. En cambio, Griselda...

―Je, un ángel derrotó a estos Grises―murmuró una voz gutural y ensombrecida. Naruto giró el cuerpo, tarde. Salió despedido hacia atrás por el inmenso brazo de su contrincante, estrellándose contra un amasijo de troncos―. Realmente estoy algo sorprendido. Eso es una hazaña que esperaba de los Arcángeles y Serafines de tu afamado Cielo, no de una simple larva.

Naruto escupió a un lado, mandando el tronco de árbol a un lado. Ese golpe era sin duda superior al de los Grises, le quedaba claro. Aquel enemigo era superior y no sabría si lo vencería, aunque tuviera aquel nuevo poder reciente.

―Soy un ángel después de todo, y tu un vil demonio.

―¿Oh? ¿Un demonio vil? No no, niño larva. Soy uno de los diez Mandamientos: Calmadios de la Piedad. No soy uno de esos falsos demonios que hay ahora. Soy un Original, uno primigenio y uno de los más cercanos al Rey Demonio.

"¿Al Mou Lucifer?"

―En todo caso, destruiré todo lo que tu representas, "Piedad". Sin duda te exterminaré, para el bien del mundo entero―declaró el portador inconsciente del Shunshine, dejando que el poder del Sol mismo lo envolviera de nuevo, poniéndose de pie, generando una espada de luz nueva, más intensa que la anterior―. Tenlo en cuenta.

Salió despedido, moviendo su espada en un haz, creando una hoz de viento en contra de su enemigo, aquel demonio Original, como se había llamado. Abrió los ojos en shock al ver como Calmadios se mantenía en el sitio, sin mostrarse afectado por el ataque. Sin embargo, el demonio se movió, pateando el cuerpo del ángel, mandándolo lejos. Naruto maniobró, quedando suspendido.

―Adiós.

Se estrelló contra el suelo, cortesía de un codazo del demonio de cuatro brazos, cayendo sobre el mismo ángel, aplastando a este con todo el peso que tenía, agrandando el cráter que habían hecho reciente.

Movió la pierna, aplastando a aquella larva.

―Ángel inepto.

―¿A quién llamas inepto, inepto?.

Un puño salió de la nube de polvo, dando de lleno en el mentón de aquel demonio, mandándolo al aire. Calmadios no pudo maniobrar ni invocar la oscuridad, cuando varias lanzas de luz lo golpearon. Se vio obligado a cubrirse, maldiciendo.

Bajó los brazos, para ser recibido por el puño del reencarnado ángel, siendo mandando a volar por el cielo, cada vez más iluminado. Naruto se mantuvo allí, flexionando los dedos de la mano usada para golpear a aquel Original.

"Siento que a cada segundo que pasa, mi poder crece", se dijo, mirando aquel puño. Se sentía bien todo aquel poder recorriendo su cuerpo, como si fuera una corriente de fuego continua que no paraba de bombear por su cuerpo.

Chasqueó la lengua e hizo crujir su cuello.

―Buen golpe, gaki apestoso―declaró Calmadios, apareciendo. Sangre corría por su mentón, mientras mantenía una masa oscura por en su mano. Sonrió―. Pero si me obligas a usar el Modo Asalto, temo que morirás antes de suplicar.

Naruto: El As de GabrielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora