Polvo y escombros se veían por el lugar de batalla, cubriendo a los participantes de tremenda destrucción. De pronto, de entre la nube de polvo, salió una figura, agitando cuatro alas doradas y alzándose en el cielo, dejando ver una figura atlética bajo la luz de la luna, mirando con ojos azulados, a quien estuviera dentro del polvo. Movió la espada de luz, generando una lluvia de flechas contra lo que estuviera allí dentro. El enemigo de la figura alada, también salió de la nube de polvo, dejando a la vista a Galand de la Verdad, que mostraba una sonrisa ladeada, divertida por la batalla que se estaba llevando. Halberd se movió, cortando una daga de luz que iba a atravesarlo.
―¡Esto es divertido, ángel!
Naruto dejó de mover sus alas, quedando en el aire, con la espada de luz en su mano.
―¿Te diviertes?―preguntó el ángel, mirando duramente al Mandamiento. Había sido demasiada coincidencia que aquel demonio, estuviera justamente donde debía llevar a cabo su misión. ¿Tendrían algún traidor dentro de la Brigada? Ahora no podía usar Sunshine para destruir por completo a su enemigo; y su control sobre los poderes de luz, desde luego no eran de un gran nivel. Desde luego, no desde que dejó de serlo tiempo atrás. Movió la espada, bloqueando el hacha de su enemigo, sintiendo como su cuerpo parecía destruido por la fuerza del mismo golpe de su enemigo. Ambos se miraban, el uno al otro, fijamente―. Me hartas.
―¡Y tú me diviertes!
Galand hizo fuerza, mandando al ángel al suelo con su fuerza, generando un cráter en el mismo. Naruto se intentó alzar, pero el pie del demonio, lo mandó de nuevo al suelo, sintiendo como su torso parecía aplastado por una tonelada. Sentía como el aire, no llegaba a los pulmones, costándole respirar. Apretó los dientes, mirando con furia feroz al Mandamiento de la Verdad, que mostraba aquella sonrisa que lo molestaba tanto.
―¡Hacha Divina Rhitta!
El Mandamiento enarcó una ceja ante el grito, riendo después.
―¿Se te ha ido la olla, niño?
Naruto deshizo la espada de luz, sonriendo de lado, alzando la mano al cielo. Antes de contestar al demonio, un objeto cayó del cielo, obligando a Galand a apartarse, sorprendido. Lentamente, el descendiente de Mael y Escanor, se puso de pie, desprendiendo energía, mucha más que segundos antes. En su mano, un hacha ornamentada, de color dorado, estaba presente, irradiando poder, el mismo que el muchacho de cabello dorado, que plantó sus ojos azulados en el Mandamiento, sonriendo con superioridad. Había comenzado a crecer, demostrando un poder superior. Aunque Sunshine necesitaba del sol, el nuevo poder otorgado por Dios, el Moonshine (Luz de luna), actuaba con la luz lunar de la noche. Pero era un poder inferior al sol, debido a que no recibía el poder del sol directamente, si no a través del astro de luz plateada. No le serviría para eliminar a grandes enemigos; pero podría dar pelea a los Mandamientos de igual a igual. Aunque a palabras de su creador, el Moonshine, todavía podía crecer. Era una Gracia que todavía podía evolucionar.
―Ahora, demonio de mierda, te partiré en dos―declaró, con Rhitta sobre su hombro, mostrando aquella mirada orgullosa sobre Galand, el cual dejaba ver una sonrisa enorme. Estaba deseando una batalla de lo alto. Y aquel ángel de segunda, sin duda se la podría dar.
Ambos fueron a lanzarse, el uno contra el otro, cuando un poderoso ataque mágico, los obligó a separarse, mostrando ambos sorpresa. Giraron la cabeza, encontrándose con una figura alta, pálida, con un conjunto de alas distintas a los ángeles. Sobre su grueso cuello, tenía tres cabezas, haciendo que Naruto mostrara un rostro asqueado.
―El clan de las Diosas―murmuró Galand, mostrándose molesto. Apretaba su agarre sobre Halberd, alertando al ángel de alas doradas. Aquel enemigo de tres rostros, era miembro del clan de las Diosas, los enemigos de Dios en el Cielo.
ESTÁS LEYENDO
Naruto: El As de Gabriel
FanfictionNo estaba en su agenda ser atravesado, metido entre una disputa de cuervos y murciélagos donde el recibiera la fatal herida, quedando a su merced para perderse en la oscuridad que lo había rodeado. Tampoco estaba en su agenda, que la voz más codicia...