Zeldris de la Piedad

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Era el hijo del Rey Demonio, entrenado por uno de los primeros y más poderosos demonios de su clan. Contaba con un fragmento del poder de su padre, más el poder de su Mandamiento. Y, por si las cosas se ponían difíciles, tomaría el Mandamiento de Galand y el de Fraudrin, quienes habían dejado el campo de batalla, muertos. Usaría todos sus recursos, para detener a ese ángel, demasiado poderoso para los planes que tenían.

―Veo, que vas con todo, Zeldris, ¿no?―preguntó Naruto, manteniendo la calma, mientras algunas plumas doradas caían al suelo cuando agitaba sus alas ligeramente, para apartar las nubes de polvo que volaban hacia ellos.

―Ese es mi nombre―contestó el demonio, tomando el mango de su espada, respirando calmadamente. Había querido guardar algo de su poder, para enfrentar a los Maou y eliminarlos, dejando desprotegidos a los demás demonios de clase inferior. Pero...no podía simplemente dejar pasar a aquel tipo como si nada, cuando había matado a tres Mandamientos: Calmadios, Fraudrin y Galand. Aquello, debía detenerlo él mismo―. Espero estés listo, para morir, ángel.

―Bueno, últimamente me lo dicen mucho―declaró, socarrón, Naruto, mostrando una ligera sonrisa en sus labios, mirando al Primigenio directamente, como si no fuera uno de los seres más poderosos del mismo mundo, contando con milenios como años―. Espero tu lo cumplas.

Zeldris se lazó contra su enemigo, moviendo la espada. Rhitta salió al encuentro de la hoja del demonio, chocando, levantando una inmensa nube de polvo que rodeó a ambos por unos segundos, mientras el choque de metales se oía, haciendo que los demás Mandamientos, miraran la batalla de su líder.

Naruto salió despedido hacia atrás, cubriéndose con Rhitta. Zeldris apareció en el cielo, extendiendo el brazo izquierdo contra el ángel, descargando una espesa llamarada negra como el mismo vacío. Naruto se detuvo, afianzando los pies en el suelo, moviendo Rhitta hacia atrás, tomando con fuerza su mango. Agitó la enorme hacha contra la masa de llamas, cortándola en dos, mirando desafiante al Mandamiento.

Aquello, sería una verdadera lucha.

Zeldris apretó los dientes, lanzando una serie de llamas, cada vez más oscuras, más intensas, más malvadas. Naruto simplemente movió a Rhitta de un lado a otro, cortando las mismas llamas, mirando a su enemigo, cubriendo sus ojos con algunos casuales mechones de cabello dorado. Sus ojos, azules de nuevo, demostraban una férrea determinación ante aquella batalla.

Una determinación, que no se quebrantaría tan fácilmente.

Naruto alzó el vuelo, saliendo disparado contra el hijo del rey, moviendo a Rhitta hacia un costado, dispuesto a lanzar un tajo contra el moreno. Mantenía sus ojos sobre el Mandamiento, esquivando las llamas que intentaban quemarlo.

Usando su velocidad, apareció detrás del demonio, alzando el hacha poderosa, emitiendo un inmenso calor, alertando al mismo Zeldris. Este se giró, tarde, recibiendo un poderoso tajo, que no solo lo cortó, sino que lo mandó a estrellarse contra el suelo, escupiendo sangre, desprendiéndose de su espada.

Lentamente se levantó, con las heridas curadas por la misma Materia Oscura, mirando al ángel sobre él, desprendiendo aquellas plumas doradas, con aquella sonrisa en su rostro agraciado. Meneó la cabeza, irguiéndose, tomando la espada con la mano derecha, meneándola. Había sido una toma de contacto.

Un contacto poderoso.

Zeldris, tomando una bocanada de aire, se lanzó contra el portador del mismo Sol, moviendo la espada que portaba, lanzando varios tajos contra el aire. En un principio, Naruto no supo que era lo que aquel demonio hacía, hasta que sintió como varios cortes aparecían en su cuerpo. Lanzaba rápidas estocadas, mandando el viento resultante del movimiento en su contra, para herirle.

Naruto: El As de GabrielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora