Despedida

4.2K 401 92
                                    

Mantuvo las manos sobre el mango de aquella enorme espada, con la frente pegada al mismo, sentado en el banco más decente de toda aquella iglesia abandonada, pensando, recordando aquello que sintió la noche pasada cuando acabó con Kokabiel. No había remordimiento o duda, eso lo tenía claro, pero simplemente no había nada allí. Era indiferente ante la muerte de aquel enemigo, o incluso de Freed. Pero, Valper escapó a su justicia. Uno de tres. No, debía encontrarlo y matarlo. Ya no era un ángel. No era un caído. Cortó sus alas para siempre y jamás podría volar, volver a ver el rostro de su amada Gabriel. Una dulce sonrisa, se abrió paso en su rostro cansado, disgustado.

Había roto promesas que había hecho y aquello le dolía más que nada. Había roto la promesa que le hizo a Dulio. La que le hizo a Gabriel de no abandonarla. La que se hizo así mismo de proteger a aquella Serafín tan dulce.

Simplemente, había roto demasiadas promesas.

―Naruto.

El antiguo [As], levantó la cabeza, encontrando a una sonriente Irina frente a él, al lado de Xenovia. Estaba contento de que ambas exorcistas estuvieran bien tras lo de Kokabiel. Se preocupó cuando las vio allí, mirándoles directamente.

―Yo...

Unos delgados brazos se enredaron en su cuello y se sonrojó, sintiendo los pechos de Irina en su torso, la fina piel de la muchacha pegada a la suya.

Sin pensarlo mucho, enrodó su brazo libre en la cintura de la chica y la abrazó.

Años sin un abrazo y este se sentía tan bien.

―No debes preocuparte―declaró Xenovia, palmeando el hombro de su amigo, antiguo ángel―. Nosotras daremos un informe de lo que pasó, y tal vez Lord Michael te devuelva las alas.

Naruto quedó callado, sintiendo los brazos de la muchacha de cabello castaño. ¿De verdad quería volver a ser un ángel? No dudaba de que quería estar al lado de Gabriel; pero no era el momento. Más adelante el Cielo necesitaría el poder del Portador del Sunshine y él no controlaba aquel poder dado y creado por Dios. Solo sería una carga para todos aquellos que quisieran hacer el bien.

Primero, debía manejar su poder.

―No es necesario, Xenovia. No quiero ser un ángel, al menos no de momento. No estoy listo para enfrentar a Lady Gabriel ahora. Cometí errores y lo asumo; pero antes de pedir perdón, antes de que ellos me acepten de vuelta, debo aceptarme yo mismo―declaró, mostrando una débil sonrisa a la de pelo azul, que le devolvió el gesto. Había estado preocupada por como el muchacho se hubiera tomado todo. Pero parecía que estaba mejor, al menos algo―. Gracias por preocuparte, Xenovia. Y a ti, Irina.

―¡No tienes que agradecer!―declaró la castaña de ojos violáceos, apretando su agarre sobre el anterior ángel con algo de fuerza, haciendo reír al mismo por el gesto de la muchacha. Era demasiado alegre y emocional.

Era cálida, de una manera distinta Gabriel.

―Irina, eres especial―rió al ver el sonrojo en el rostro de su amiga, abrazándola nuevamente. Sus ojos volaron hacia la portadora de Durandal, sonriendo―. Tú igual, niña espada.

―Lo dice el tipo que tiene que pegar estirones para ganar―se burló la muchacha, haciendo reír a Irina y, seguidamente, a Naruto. Tampoco es que no llevara razón―. Gracias a ti, estamos vivas, dos veces.

Naruto negó levemente, liberando a Irina del abrazo, haciendo que la muchacha retrocediera, sonrojada por los brazos del muchacho de ojos azules. Nunca nadie la había abrazado como él. Se sentía cálido. Bueno, literalmente Naruto M. Escanor, era un sol andante.

Naruto: El As de GabrielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora