Capítulo 4: La celebración y la dama de honor.

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Ryan.

-Sí quiero.

-Yo les declaro marido y mujer.

Fue lo último que se escuchó antes de que mi padre radiante de felicidad le levantase el velo a su mujer, dejando su cara al descubierto, y la besase como yo nunca había visto. 

Recordaba algún beso fugaz de mis padres cuando era pequeño, pero solo eran meros "picos" ya que les daba vergüenza ir más allá de eso delante de mí. 

¡Ja! Si les contará yo ahora todo lo que hacía con las chicas con las que me acostaba... 

Los flashes de las cámaras estallaron, mientras se abrazaban, sonreían y saludaban a todo el mundo que se encontraba allí. 

Mi padre me miró aún arriba del altar con su nueva mujer, sonrío como un niño pequeño y me saludó efusivo. 

Debía memorizar esto, y que se quedara grabado en mi mente. 

¿Mi padre así de feliz?

Esto era un récord y se lo debía a Dafne, a la que de un momento a otro, iba a conocer. 

Correspondí lanzándole mi mejor sonrisa y un saludo con la cabeza, dándole a entender que se centrara en su mujer, y que luego ya hablaríamos nosotros por separado. 

Y cambié totalmente mi foco de atención a la chica que llevaba observándome toda la boda.

Estaba al lado de los recién casados, con un ramo en las manos. Sin duda una dama de honor. Genial.

La miró de arriba abajo fijamente, aún sabiendo que ella le observaba.

Tenía buen cuerpo, con curvas y proporcionado en los lados adecuados. Su vestido violeta ajustado y corto dejaba correr mi imaginación. Pero casi lo más destacable de ella era su melena pelirroja más allá de la espalda, que la daba un toque de sensualidad a su cuerpo muy poco fácil de resistir. En su cara, no era nada del otro mundo, ojos negros sin toques ni tamaño especiales, cara demasiado afilada a su gusto, pero por lo demás estaba bien. 

Para un poco de diversión se conformaría. 

Pero claro estaba, que esa chica a comparación de su novia, Melodie, no era nada. Ni si quiera la llegaba a la suela de los zapatos. 

Levantó de nuevo la vista después de su exhaustivo análisis, y la guiñó un ojo, mientras ella se ponía tan colorada como un tomate. 

Sonrío para sí mismo. 

Dentro de poco, vendría a él.

......

Fue en la salida cuándo me uní a los invitados para tirar arroz a los novios. Mientras todos gritaban "¡Hurra, hurra, hurra!", en eso, estuve en silencio. 

Demasiado vergonzoso para mí. 

Al final no había podido acercarme a mi padre y su esposa ya que en todo momento habían estado rodeados de gente, y si iba a conocer a la sustituta de su madre, quería que fuese formal y pudiendo ser, algo, en privado. 

Giro la cabeza momentáneamente  para encontrarse los comunes ojos negros de la pelirroja sobre él. Esto se tornaba interesante.

......

Mason y yo, nos mirábamos cómplices cada uno desde su asiento, en los diferentes lados del coche. Estábamos solos, sin padres ni esposas. Y la última vez que ocurrió eso en este coche, acabó rayado y echo un desastre. Buenos tiempos...

La parejita de recién casados había decidido irse en una limusina que sorpresivamente había contratado el matrimonia Ritcher con la ayuda de la que era ahora mi nueva familia. Un par de llamadas, conocerse, una propuesta, el trato y ya está. Tienes una flamante limusina negra. 

Jamás pensé en ti: Mentira. EN PAUSA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora