Capítulo 5: ¿Mami?

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  • Dedicado a Sensiblones empedernidos.
                                    

-Tío, estoy agotado.- le conté a Mason mientras conducía el coche, y yo, con el vaivén de las curvas me iba adormeciendo más.  

Escuché su carcajada como un sonido lejano. 

-Es que Ryan, si dejaras de hacer "travesuras" en los cuartos de baño...

Creo que dijo algo más que no llegué a oír,y cuándo quise haberme dado cuenta, me había quedado dormido con la cara apoyada en el frío cristal de la ventanilla, mientras el sonido de las gotas de la lluvia acompañaban mis sueños. 

"Estaba feliz. Muy feliz. Practicamente daba saltos de alegría. Mama me iba a comprar el muñeco que tanto quería, el super soldado Flinn. Lo deseaba desde hace tanto tiempo. Y ahora estaba allí, yendo de camino, los dos solos, hacía la juguetería más grande de toda la ciudad. Lo que era un paraíso para mí. ¿Un lugar solo echo para comprar juegos? La persona que lo creo, seguramente era un niño.

Mama, cantaba una canción horripilante que ponían  en la radio. 

-¡Mami, cambia de canción por favor!- le rogué yo caprichoso. 

No pensé en que esa canción era una de cuando ella era joven, de mucho antes de que yo naciera, una canción que la recordaba esos tiempos.  No, solo pensaba en que hoy era mi día y al serlo, se hacía todo lo que yo quería. 

Y ella, me sonrío, con la sonrisa más cariñosa y llena de amor que jamás me había dado, y cambió de canción a otra más moderna que ninguno de los dos nos sabíamos. 

Luego, vi la juguetería. Esperaba impaciente a que mi madre aparcara y me pudiera quitar el cinturón. Y cuando lo hizo, salí del coche rapidamente, y tiré de su manga de la camiseta para que viniera conmigo.

-¡Vamos! ¡Vamos!- la gritaba yo, para que entrasemos de una vez en aquel paraíso. Probablemente en esos tiempos mi lugar favorito.

-Ry, cariño, estate tranquilo. - me regañó, pero yo supe que no estaba enfadada, me estaba sonriendo, esa sonrisa que me hacía sentir la persona más querida de todo el universo. Pasó su mano por mi pelo, alborotándolo, como tanto le gustaba hace, haciendo que varios mechones de mi castaño pelo rebelde cayeran sobre mi frente. - No van a cerrar hasta dentro de cinco horas, tenemos todo el tiempo del mundo para encontrarlo. 

Yo asentí, aunque algo triste. Quería entrar ya. Quería al super soldado Flinn entre mis manos. Quería que todo fuese perfecto.

Mama extendió su meñique hacía mí, y yo le di el mío. Nos gustaba ir así, cogidos y enganchados por nuestros meñiques, porque era una promesa constante de que siempre estaríamos juntos. Para siempre.

Entramos en la juguetería, y decidí que quería vivir allí. 

Cientos de estanterías con juguetes se alzaban sobre nosotros. Muñecos, peluches, consolas, videojuegos... 

¡Era el mejor lugar en el que había estado!

Guié a mi madre por cada uno de los estantes de toda la juguetería, mientras ella asentía y me escuchaba. Me entendía. 

-Todos los juguetes están muy bien- la dije yo.- Pero a mí, el que más me gusta es el Super Soldado Flinn. 

-Pues vamos a por él. 

Fue, no sé si en el décimo pasillo que veíamos cuándo mi madre me llamó.

-Ry, ven aquí. Mira esto.

Fui hacía allí corriendo todo lo rápido que podía. Ella estaba en frente de unos cuantos muñecos, todos eran geniales, pero yo solo tenía ojos para el soldado Flinn. 

Jamás pensé en ti: Mentira. EN PAUSA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora