Capítulo 16: Relaciones y recuerdos.

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Os dejo el capítulo 16: Relaciones y recuerdos.

Espero que os guste¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡

Y lo disfruteis¡¡¡

XD

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Aria.

La tarde del jueves y el viernes, pasó rapidamente. La mañana de este último día, había sido temiblemente tranquila. 

El insituto se mantenía en una calma sepulcral. Y eso no me gustaba para nada. 

La calma precede a la tempestad. 

Y tenía muy claro, que dentro de poco habría una. Nadie sabía que yo era la hermanastra de Ryan, y mientras no me preguntasen, no iba a decir nada y él, curiosamente, tampoco.

Ahora era sábado, estaba tumbada sobre mi cama y sin saber que hacer, como la mayor parte de mi tiempo.

No había visto en todo el día a Ryan, y ayer también apenas, había salido fuera con sus amigos, y cuándo la noche anterior había subido a mi cama para dormirme a las tantas de la madrugada él, todavía no había llegado, y ni si quiera estaba segura de que hubiera pasado la noche aquí. No había notado ni el más mínimo indicio. 

Cogí mi mano, y posé mis dedos en el móvil. Jugeteando. 

Hacía tiempo que no sentía esos nervios, esa impaciencia de que alguien me llamase. 

Y aunque pareciese una locura, estaba ansiosa de que esa chica que había conocido en la hamburguesería me llamara. Aunque no tuviera porqué.

Al fin y al cabo, solo nos habíamos conocido durante unos momentos. Y no tenía motivo alguno para llamar. ¿No?

Pero yo, tonta de mí, seguía esperando la llamada. 

Pero eso era tan poco probable, seguramente ella tendría amigos, y otras personas mejores que yo con las que pasar la tarde de un sábado. 

Seguro. 

Me tumbé en la cama, y cerré los ojos. 

Tosí varias veces, notando seca mi garganta. 

Llevaba así ya varios días, y como llevaba haciendo repetidamente alcé mi mano y la apoyé en mi frente. 

Caliente. 

De nuevo tenía fiebre. Y luego ese incómodo dolor en el pecho, aumentando poco a poco. 

Maldito constipado.

Poco a poco quedé rendida, y me dormí completamente. 

"-¡Aria!- él grito estridente de la señora Promey, me hizo levantarme sobresaltada de la silla de madera, y asomarme a la puerta, arañada y reconcomida por los años. 

-¿Sí?- pregunté yo. La cabezita de Joey, apareció en la puerta de la habitación continua. Con sus pelos rubios infantiles que empezaban a coger un tipo de estilo, cayéndole sobre esos profundos ojos negros que tenía. Él, arqueó las cejas como tan bien sabía.

-¡Baja!- gritó de nuevo Promey desde la planta baja. 

Yo miré con curiosidad a Joey. Él solo se encogió de hombros, y decidí salir de la habitación. Impacientar a la gruñona señora Promey no era lo mejor que podías hacer en aquel hospicio. 

Pasé por delante del cuarto de Joey, quién me cogió del brazo suavemente, y me hizo girarme hacía él. 

-¿Qué has echo?- preguntó mi mejor amigo. Yo negué con la cabeza. 

Jamás pensé en ti: Mentira. EN PAUSA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora