Entrada #6

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19 de Noviembre

   Hoy fue otro día de tortura. Estoy acostada en el colchón, mirando al espejo frente a mi habitación mientras como el 5to platillo del día. Definitivamente me veo más grande. Mis piernas se ven más carnosas, así cómo he notado que pequeñas estrías han comenzado a salirme. He desarrollado ya algunas lonjas, y mi vientre se ve más grande que de lo usual. Desarrolle una papada pequeña, la cuál poco a poco parece estar siendo más notoria. Mis cachetes ya son muy carnosos, y mis brazos se notan más gruesos. A pesar de esto sigo viéndome delgada. Probablemente sólo he subido una talla... extraño pensar en esto. Extraño tener ropa. En la mañana, antes de iniciar la rutina, le dije a la figura que si me podía dar tan siquiera prendas de ropa interior. Dijo que no servía usar eso. El frío del lugar era muy molesto por las noches, y esa era más que nada la razón por la que lo pedía, pero ella no accedía. Nunca accedía a nada. Cómo siempre, sólo se encontraba viéndome mientras anotaba cosas en alguna libreta. La primera comida del día llego a las diez de la mañana. Esta vez me dio un plato entero con unos 17 Hot Cakes, acompañados de tocino muy grasoso y unos huevos estrellados bastante jugosos. No creó deba mencionar la bebida... ya que siempre era lo mismo. Comenzaba a hartarme de esa maldita malteada de vainilla. Comenzaba a saberme muy hostigosa, pero no podía dejarla de lado. Ella haría algo. 

   La mañana de ese día fue tranquila. Ella puso algunas canciones, mientras anotaba cosas y seguía observándome. Recuerdo que puso algunas canciones de Kanye West, Bon Iver y un poco de música clásica que no recuerdo. El olor de los cigarrillos que fumaba en su habitación podía llegar a la mía. La segunda comida del día llego por ahí de la una de la tarde. Sonaba una de las viejas canciones de Kanye, mientras comía una ración gigantesca de sopa de pasta acompañada de un poco de refresco... y malteada de vainilla. En ese momento llegue a mi limite. Ya era mucha malteada de vainilla. Me levanté furiosa y comencé a gritarle. No quería más malteada de vainilla. No quería seguir tomando esa mierda. Me estaba comenzando a hostigar, y la propia consistencia de esta me estaba volviendo loca. "¡No tienes alguna otra de estas mierdas!", le grité con miedo. La figura me observó, y desapareció de su habitación. Se ausento por unos tres minutos. Estaba confundida. Cuando regresó encendió el micrófono y con su voz modificada me dijo; "Te conseguí algo...", y a través del tubo bajo una vaso con malteada, pero esta vez se veía café. Pude distinguir el aroma a chocolate. Me acerqué para tomarla, y ella volvió a hablar; "Pero debes terminarte la otra primero... No quiero que desperdicies la comida. No te puedes dar ese lujo". Le hice caso, y me termine la malteada de vainilla. Siempre me hacía sentir muy llena, y esta vez no era la excepción. Era cómo si fuera una bebida más pesada de a lo que yo estaba acostumbrada. Cuando la termine, ella me indicó que bebiera la de chocolate. Estaba muy llena, pero ella me lo estaba ordenando. No debía ignorarla, porque sabía de lo que esta era capaz. Sólo le di unos tres sorbos, y pronto sentí una gigantesca ola de sueño invadiéndome. Había puesto algo en la malteada. 

   Recuerdo haberme despertado. Alguien me hablaba y decía cosas, pero no entendía ni un carajo. Todo daba vueltas y me sentía realmente aturdida. Cuando comencé a retomar el conocimiento me encontré a mi misma tirada en el suelo. Había un plato de lo que parecía era un pollo rostizado completo, ya casi terminándose. Miré a mi al rededor. Tenía mis manos repletas de comida, y mi estomago estaba inflamado. Alguien me había puesto una nariz de cerdo, y me había dado nalgadas. Sentía mi ahora grueso trasero, completamente destrozado. Se sentían como nalgadas, no como algo más. Me levanté sintiéndome pesada, y me recargue en la pared. La figura seguía observándome, y habló por el micrófono; "Oh, regresaste. Termínate eso", dijo la voz. Sabía que me había drogado y había hecho que comiera todo eso. Aturdida aún, la obedecí. Comencé a comer, y una vez más sentí los orgasmos de hace un par de días. Mi cuerpo clamaba por más comida. Esta vez me arrastraba como un animal sin aquel pensamiento de usar mis manos. Era como si algo en mi me hubiera poseído. No podía controlar mis movimientos. Me embarre el rostro de comida. Tronaba la boca cómo si se tratará de algún tipo de cerda. Esta vez la comida me estaba excitando. Todo el sentir de mi estomago inflándose, y de mi cuerpo creciendo. Comenzaba a sentir el cosquilleo de estar excitada. Cómo si algo me llamará a hacerlo. Cuando menos me di cuenta estaba otra vez en el suelo. Acariciando mi panza mientras involuntariamente gemía sexualmente. Me arrastre y tome de una malteada de fresa que ni siquiera había notado que se encontraba cerca de mí. No tenía tiempo para cuestionar si esta provocaría lo mismo, sólo quería que mi estomago digiriera todo lo que acababa de comer. Está sabía extraña. Observé a la figura, parecía que se dio cuenta de que no me agradaba el sabor. "Mañana conseguiré un mejor polvo para eso", me dijo. Desesperada aún así bebí de esta. 

   La voz me indico que era la 4ta comida del día, y que me daría un descanso. Las luces de su oficina se apagaron. Algo en mi despertó. Aún gimiendo y acariciando mi panza, comencé a tocar mi vagina. Tomé mis dedos. Un impulso bizarro me llamó a masturbarme. Estaba sola. Nadie me juzgaría. Con una mano tome mi inflamada barriga, y lentamente comencé a masturbarme. Se sentía diferente. Era algo nuevo. Sentía que estaba descubriendo la masturbación. Era mejor que hacerlo por separado. Sobaba mi panza y frotaba mi vagina sensualmente, mientras escuchaba como mis pies entumecidos daban pequeños golpeteos en el suelo. Ahí fue donde empezó lo peor... Lo vi. Estaba en el espejo. Me veía más grande y llena, pero aún delgada. Pronto mi mente dio una vuelta a un lugar que nunca imaginé llegaría. Esas pequeñas lonjas en mi. Las que estaba sobando, y las que podía ver en el espejo, comenzaron a excitarme de un modo que no podía describir. Era sentirse diferente. Tocarlas y apretarlas, me hacía sentir cosquilleos. Eran suaves y bellas. En el espejo me pude ver. Me comenzó a gustar más el cómo me veía así. Quería esto... lo comencé a desear. Me visualice comiendo más, y masturbándome esta vez con un gordo cuerpo. Me vi desnuda en la habitación, comiendo mientras me masturbaba. Me vi bailando y tocando un cuerpo lonjudo y pesado. Me visualice siendo gorda, y eso me gustaba... hasta que me vine.  Ahí todo se desvaneció. Me levante acelerada y mis fluidos corrieron por mis piernas. Era mucho. Nunca había sido tanto. Nunca había llegado a ese punto. Era el placer más grande que podía sentir. Era demasiado... pero no me gustaba el sentimiento después de ello. Me sentí avergonzada. Me odie a mi misma. Miré al espejo una vez más. Mi panza claramente comenzaba a ser más visible. Un par de lonjitas comenzaban a ser notorias en mi espalda, así cómo mi cadera se notaba mucho más gruesa que cuando había llegado. Las luces de la otra habitación se volvieron a encender. Ella había estado ahí todo el tiempo. Le grité. Le reclamé y le dije todos los insultos que encontré. Me había drogado... pero ella sólo contesto; "Pero parece que lo disfrutaste"....

   La última comida del día fue un Hot-Dog. Me lo acabe hace algunos minutos, mientras escribía esto. Aún estoy confundida. Ella esta tratando de destruir mi psique. Esta tratando de ver algo en mí que aún no entiendo. No se que le ocurre. No se cuál es el punto en hacerme engordar... ¿Acaso es un crimen de odio? ¿Acaso es alguna fanática? ¿Acaso es una enemiga, o una amiga? ¿Acaso es sólo alguien con un fetiche con las latinas?... No lo sé. A veces esto es una pesadilla, y otras veces parecía ser placer. No quiero ser gorda, pero lo que ella hace parece querer destruirme. Ahora entiendo las cosas que decía. No se que será de mí. No se cómo escaparé de esto... No se si quiero seguir siendo yo. 

El Diario De Jessica (Una Crónica Fetichista)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora