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Narra Yoongi

Min: ¿Qué hacemos aquí? Tendríamos que estar en Busan —preguntó Mino desconcertado y soñoliento mientras se frotaba los ojos.

Se había quedado dormido en los primeros minutos del viaje, detalle que había agradecido al cielo con fervor, y acababa de despertar frente a un edificio que reconocería en cualquier parte.

Sg: Y vamos a Busan, pero antes necesito ver a alguien —aclaré, mucho más calmado.

Durante el viaje había tomado una decisión, tenía que compensar de alguna forma a T/N, y sabía cómo hacerlo. Saqué de la guantera un talonario de cheques y, bajo la atenta mirada del lobo, lo rellene, guardándolo después en el bolsillo de mi pantalón

Sg: Puedes dar una vuelta si quieres, aunque no creo que la visita me lleve más de unos minutos.

Bajé del coche y me dirigi a la entrada repleta de alumnos. Crucé el patio como una exhalación, el sol de mediodía cegaba mis ojos y un ligero escozor apareció sobre mi piel expuesta a la luz. Entré en el edificio, aliviado por el ambiente fresco y oscuro de los pasillos, y me dirigi a los ascensores, donde varios jóvenes esperaban la apertura de las puertas. Pasé de largo encaminándome a las escaleras, estaba muy cansado, incluso débil, y no me apetecía nada malgastar fuerzas controlando mi sed en un pequeño habitáculo atestado de sangre repleta de feromonas.

Subi hasta la segunda planta . Varios grupos de estudiantes conversaban en susurros, algunos de ellos giraron la cabeza para observarme con ojos seductores. Dejé escapar un largo bufido, me incomodaba provocar aquellas reacciones. Había humanos mucho más perceptivos que otros, que caían rendidos ante el atractivo innato que emanaba de los vampiros. Acudían como las moscas a la miel, sin saber que aquella atracción podía ser su sentencia de muerte si daban con el vampiro equivocado.

Golpee la puerta con los nudillos y entre sin esperar a que me invitaran. Una mujer atendía el teléfono al tiempo que tomaba notas en un pequeño cuaderno con tapas de piel. Dediqué una sonrisa y me indicó que me sentara con un gesto de la mano. Un par de minutos después colgó el auricular, y una sonrisa mucho más amplia que la anterior apareció en su cara.

X: ¿En que puedo ayudarte? —preguntó con una vocecita chillona.

Me levanté y me aproxime a la mesa.

Sg: Necesito hablar con el señor Clar.

X: Lo siento mucho, joven, pero el señor Clar está muy ocupado y me ha pedido que nadie le moleste —dijo sin aflojar la sonrisa—Puedo darte una cita para mañana.

Apoyé las manos sobre el escritorio y me incline sobre la mujer.

Sg: Disculpe, señorita…

X: Helen —respondió, sonrojada por la cercanía.

Sg: Helen —repiti con una cálida sonrisa—Verá, Helen, estoy seguro de que si el señor Clar supiera que estoy aquí, querría verme.

Hel: Lo siento mucho, pero insisto, me ha pedido que no se le moleste bajo ningún concepto.

Me armé de paciencia, aunque el deseo de saltar por encima de la mesa y echar la puerta abajo empezaba a hacerse irresistible.

Sg: Por favor. —Descolgue el teléfono y se lo pasé a la secretaria, dedicándole una encantadora sonrisa a la que nadie hubiera podido resistirse—Dígale que Min Yoongi desea verle, y verá que estoy en lo cierto.

Helen cogió el teléfono que le ofrecía, estaba como hechizada. Y, sin apartar la vista de mis ojos, marcó un par de números y esperó.

Hel: Señor Clar, aquí hay un joven que desea verle… Sí, sí, ya sé que me pidió… Señor, el joven asegura que usted le recibirá… Lo siento mucho… No le habría interrumpido si… ¿Su nombre? Yoongi, Min Yoongi .

Estaré A Tu Lado ( Yoongi Y Tu )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora