Estaré A Tu Lado ( Yoongi Y Tu )

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Narra Yoongi

Mino me condujo a hasta un estrecho callejón sin salida, cerrado por una alambrada de unos tres metros de altura. Los edificios de alrededor parecían abandonados y, por la basura y las cajas de cartón desparramadas por la calle, saltaba a la vista que aquella zona no era de las preferidas por el servicio de limpieza de la ciudad. Mino recorrió el entorno con la mirada y olfateó el aire.

Min: ¿Captas algo? —preguntó con voz casi imperceptible.

Cerré los ojos e inspire, forzando todos mis sentidos, negué con la cabeza cuando volvi a abrirlos.

Sg: Nada que sea una amenaza —contesté.

El licántropo flexionó las rodillas y, con un leve impulso, se encaramó a la parte superior de la alambrada, saltando desde allí al oscuro pasaje. Lo imite y aterrice al otro lado con la suavidad de una pluma sin ni siquiera haber tocado el alambre. Avanzamos unos cuantos metros por el callejón, cada vez más estrecho, y llegamos hasta una puerta de hierro perfectamente camuflada bajo las capas de mugre y pintura que la recubrían. Mino pulsó un timbre un par de veces y, un instante después, alguien contestaba a través de un pequeño altavoz junto al llamador.

X: ¡Llegas tarde! —dijo una voz con malestar.

Min: Abre la puerta, Mayers —replicó, sin mucha paciencia.

La puerta se abrió con un ligero chasquido y ambos entramos en un pasillo con poca luz, que terminaba al comienzo de unas sucias escaleras.

Min: Déjame hablar a mí—me indicó —. Mayers es bastante quisquilloso y no le gustan los vampiros. No le hizo ninguna gracia que mi tío le pidiera este trabajito.

Asinti con un leve gesto y seguí al joven lobo a través de las escaleras. Después de un par de tramos, alcanzamos una puerta de acero sin cerradura. Mino llamó con fuerza, golpeando con la palma de la mano, unos pasos bastante torpes y lentos acudieron a la llamada. La puerta se abrió y un joven que rondaba los veinte salió a recibirlos.

Troy: ¿Qué tal, tío? —preguntó el chico a Mino, a la vez que le palmeaba el hombro con entusiasmo—Hola, soy Troy, me alegro de conocerte — me dijo, nervioso, mientras me tendía la mano—Mi abuelo los está esperando, acompañenme, por favor.

Seguimos al muchacho a través del laberinto de cables que ocupaba la mayor parte del suelo de lo que parecía el salón, hasta varias mesas unidas en forma de U repletas de material informático: escáneres, impresoras y mas cosas que funcionaban entre una montaña de envoltorios de hamburguesas y refrescos.

Troy: Si no te importa, tengo que tomarte una fotografía —me dijo Troy sin perder la sonrisa. Agarró una cámara digital de una de las mesas que tenía a su espalda y pulsó el disparador varias veces—Vale, lo tendré todo listo en un par de minutos. —Dio media vuelta y desapareció tras la pantalla de un portátil.

Min: Vamos a ver a Mayers, le gusta tocar el dinero antes de dar la mercancía —observó en un tono bajo y hosco. Se acercó a una puerta de cristal entreabierta, la empujó sin miramientos e irrumpió en la sala.

Un hombre calvo y de barriga prominente estaba sentado frente a una mesa, sujetando un par de cubiertos con los que troceaba un filete sangrante. Levantó un poco la cabeza para observarnos, y dejó caer los cubiertos con malestar. Sin decir una palabra, se sirvió una copa de vino de la que bebió sin prisa. Dejó la copa con extrema lentitud y clavó sus diminutos ojos en mi, estudiándome de arriba abajo con el ceño fruncido y una expresión de asco que afeaba su rostro todavía más.

May: No sé, bajo qué clase de hechizo tienes a esta familia. —Señaló a Mino con el dedo sin apartar la mirada de mi—, pero te aseguro que a mí no me engañas —dijo en tono desafiante—. Jamás creeré en la amistad entre vampiros y licántropos. El amo nunca liberó al esclavo y oculto en las sombras aguarda el momento de volver al pasado; el que crea lo contrario es un iluso al que solo le esperan cadenas —anunció como si se tratara de una profecía, y sus ojos se clavaron en Mino para volver a los mios destilando odio.