Estaré A Tu Lado ( Yoongi Y Tu )

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Narra Yoongi

Timpo atras 1860

Mi casa apareció a lo lejos. Había sido un pequeño refugio de pescadores y estaba en ruinas cuando la compre.
frunci el ceño, algo inquieto. Las contraventanas estaban abiertas, dando golpes de un lado a otro por culpa del viento, y las velas del interior continuaban encendidas a pesar de que era bastante tarde. Irene estaba despierta. Me sinti culpable por haberla dejado sola con aquel tiempo, aunque ella no solía asustarse por nada y mucho menos por una tormenta. Quizá estaba preocupada .

odiaba mentir a mi esposa, pero no tenía otra opción. Había pasado varios días sin alimentarme, y la sed y la debilidad que torturaban mi cuerpo convertían a cualquier humano que estuviera cerca en una jugosa tentación; incluida Irene.

Iba tan absorto en mis pensamientos que no vi a Namjoon detenerse, choque contra su espalda y una queja asomó a sus labios sin que llegara a pronunciarla.

El licántropo no se movía, tenía la cabeza levantada y olfateaba el aire.

Sg: ¿Qué ocurre? —pregunté. De manera instintiva, mi cuerpo se puso en tensión.

Nam no contestó, las aletas de su nariz se movían intentando captar los detalles del olor que arrastraba el viento. Inclinó el cuerpo hacia delante y emitió un gruñido bajo y hosco.

Me estremeci con un mal presentimiento.

Sg: ¿Qué pasa, Nam?

Nam: Están en la casa, reconozco el olor —respondió. Giró la cabeza para mirarme. Sus ojos eran ahora de un amarillo intenso, y resoplaba a través de la boca entreabierta—Los vampiros están en tu casa.

necesité un segundo para comprender lo que mi amigo acababa de decir.

Sg: ¡Irene! —exclame. Me lance a la carrera, aterrado por lo que hubiera podido ocurrir, y ese miedo provocó un dolor agudo que me perforaba el pecho .

Nam: ¡Espera, primero tenemos que asegurarnos de a qué nos enfrentamos! —me gritó Nam, al tiempo que conseguía agarrarme por las piernas y derribarme. Después, concluyó—: No podrás ayudarla si dejas que te maten.

Sg: ¡Suéltame, podrían hacerle daño! —ordene con vehemencia. Intente zafarme, agitando las piernas con fuerza, pero este no me soltaba.

Nam: ¡O puede que ya esté muerta! —replicó el lobo sin sutilezas. Le costaba hablar, estaba haciendo un esfuerzo sobrenatural, incluso para él, intentando sujetar por todos los medios mi cuerpo —. Usa la cabeza, necesitamos un plan.

Dejé de ofrecer resistencia, en el fondo sabía que mi amigo tenía razón. Nos sentamos sobre la hierba.

Nam: Debemos saber cuántos hay y en qué parte de la casa están. Así podremos idear una forma de entrar y sorprenderlos —dijo tras recuperar el aliento.

Sg: Lo único que quiero es sacar a Irene de ahí, con vida —comente desesperado. Mantenía la mirada fija en la casa, mientras un temblor descontrolado me sacudía los hombros.

Nam: Y lo haremos cueste lo que cueste —aseguró —. ¿Qué diantres les habrá traído hasta aquí? —No espero a que contestara. Se puso en pie, estiró los hombros y movió el cuello de un lado a otro haciendo crujir los huesos. Me miró y un destello salvaje le iluminó los ojos—. A cazar.

Nos encontrabamos en el establo. Los caballos resoplaban y pateaban el suelo nerviosos, asustados por la presencia de aquel hombre de ojos amarillos.

Nam: Tranquilos, no me gusta la carne de penco —les susurró Nam con agresividad.

le toque el hombro para que se tranquilizara.