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Narra la escritora

Faltaban pocos minutos para que la gente comenzara a llegar. Lee se movía nerviosa de un lado a otro ultimando detalles. Se acercó a una de las mesas y recolocó por décima vez las bandejas de canapés que el servicio de catering había preparado.

Lia y Rian se escondieron tras un expositor con un par de libros que habían cogido de una de las secciones de terror. Tumbados en el suelo para que nadie los viera, pasaban las hojas con rapidez en busca de ilustraciones sobre vampiros y hombres lobo, pero las que encontraban en aquellas páginas se asemejaban más a una caricatura que a una imagen real. Con las manos en la boca ahogaban sus risas.

Ria: No se parecen en nada a nosotros —comentó entre susurros, mientras señalaba la ilustración de un hombre lobo con una enorme joroba, erguido sobre las patas traseras.

Lia puso cara de asco al ver la espuma y las babas que le habían dibujado alrededor de la boca al licántropo. Pasó otra página y apareció la pintura de un vampiro.

Lia: ¿Te imaginas a Yoongi con esta pinta? —susurró, apuntando con el dedo a un Drácula engominado, de colmillos puntiagudos que, aferrado a una larga capa de color negro y rojo, envolvía con sus brazos a una chica semidesnuda y desmayada.

Rian asintió, y los dos niños comenzaron a desternillarse de risa.

Jisso apareció como una sombra siniestra junto a ellos y les quitó el libro de las manos, dándoles un susto de muerte.

Jis: Si no os portáis bien, tendré que llevarlos a casa, y me enfadaré mucho si me pierdo la fiesta por su culpa —dijo con el ceño fruncido. Los niños asintieron, tomando muy en serio sus amenazas, y desparecieron corriendo bajo su mirada divertida—. ¡Pequeños diablillos!

Mino y su padre se habían retirado a un rincón, cerca de la trastienda que también hacía las veces de despacho. Hablaban en voz baja y, por sus caras, parecían discutir. Últimamente era algo que hacían a menudo. Mino seguía empeñado en formar parte de los Cazadores. Aquel grupo de hombres-lobo tenía un auténtico cometido, proteger y velar por todos aquellos que respetaban el pacto y vivían de acuerdo a sus leyes, luchando contra los que lo amenazaban: los renegados.

Namjoon los observaba con disimulo.

Lee: ¿Qué ocurre con esos dos? —preguntó a su marido y le entregó un par de botellas de vino para que las descorchara.

Nam: Es por los Cazadores, Jin se niega a que el chico vaya con ellos —comentó en voz baja mientras sacaba uno de los corchos.

Lee: ¿Y tú qué opinas?

Nam se quedó pensando un momento.

Nam: Es un trabajo peligroso, sin embargo Mino ya no es un niño. Yo le dejaría escoger su camino, pero es su padre quien debe tomar la decisión de dejarle marchar, y no yo —confesó con un suspiro.

Lee: Eres un buen hombre y te quiero por eso —susurró, depositando un rápido beso en sus labios—. Pero esta vez tu hermano se equivoca, y alguien debería decírselo antes de que este tema los distancie.

Nam movió la cabeza mientras sacaba el segundo corcho, y se dijo a sí mismo que hablaría con Jin más tarde. Miró su reloj, preguntándose dónde diantres se habría metido Yoongi. En ese momento el vampiro entró en la librería, impecable con unos vaqueros oscuros y una camisa azul claro bajo una americana de color negro. Nam soltó un suspiro de alivio cuando vio a sus hijos entrando tras él, vestían de forma similar, sin ningún atuendo extraño que llamara la atención. Un problema menos, ahora solo debían comportarse.

Narra Yoongi

Lee: ¡Estáis guapísimos! —exclamó con total adoración—. ¿Verdad, Jisso?

Estaré A Tu Lado ( Yoongi Y Tu )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora