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Si tuviese que resumir el viaje en barco, Desdemona diría que comió, disfrutó de la brisa marina y se encontró en cada ocasión posible con el señor Burroughs. Y ese último almuerzo no iba a ser una excepción, por mucho que ella hubiese tratado de evitarle a lo largo de la mañana, sin ningún éxito, cabe decir.

El grupo formado en el viaje, con Madame Rigaud a la cabeza dirigiendo la conversación, como en ocasiones anteriores.

-Queridos, porque ya siento que después de este viaje les puedo llamar así, ha sido un placer viajar con ustedes. Ojalá todos los compañeros de viaje con los hemos ido fuesen tan amables como ustedes. Me gustaría seguir en contacto con ustedes- la mujer tendió una hoja con su dirección escrita- Cuando puedan, escríbanme para saber que todo ha salido bien. Tal vez podamos encontrarnos en Londres algún día. Sería maravilloso, ¿no te parece, cariño?- Monsieur Rigaud se limitó a asentir con la cabeza- Y en el tiempo que nuestra querida señorita Adams esté con nosotros, les puedo asegurar que estará bien cuidada. Querida, apunta mis señas, quiero que me escribas todas las aventuras que vas a vivir con esa familia. De Bagdad a Egipto, eso si que tiene que ser un viaje maravilloso. Ver las pirámides, ir en camello... ¡qué exótico todo! Si yo tuviera tu edad, haría lo mismo. Irme con una familia que viaje, y no una de esas aburridas familias que se limitan a ir del campo a la ciudad y acudir a fiestas.

-Señorita Adams, - el señor Robertson la miraba preocupado- siento si la estoy comprometiendo y tomando ciertas libertades, pero me gustaría que a mi también me escribiese para saber que ha podido salir de Bagdad sin problema. Tras este viaje, le he tomado aprecio y quiero saber que sigue sana y salva. ¿Tiene alguien papel?- los demás acompañantes negaron con la cabeza- Bueno, antes de descender del barco la buscaré y le entregaré mi dirección.

El grupo formado durante el viaje se despidió, quedando Desdemona en verse con los Rigaud en cubierta. El señor Robertson y ella se encontrarían en la puerta del restaurante para que este pudiese darle su dirección. Durante toda la comida el señor Burroughs no dijo ninguna palabra, concentrado en su plato y en separar de nuevo su comida. ¿Acaso esperaba ella que él también pidiese que le escribiese para saber que estaba bien? Suponía que el señor Robertson le informaría de ello, por lo que no había necesidad de que él realizase tal solicitud. Aún así, a Desdemona le apenó la indiferencia del caballero. ¿Acaso no habían compartido un baile y varias charlas? ¿No había significado eso nada para él? ¿En que situación le dejaba eso a ella, que llevaba a aquel hombre en su cabeza todo el día desde que había embarcado? Cierto era que era su enemigo, y no debía olvidarlo, pero por eso mismo esa indiferencia que él mostraba no tenía ningún sentido para ella. Debería estar rogándole por que le escribiese, y así saber dónde estaba, pero no. El hombre había preferido concentrarse en los guisantes y zanahorias de su plato. Rechazada por el enemigo, ¿había algo más patético?

Un mozo llamó a su puerta y la sacó de sus pensamientos. Tras indicarle la maleta que tenía, y revisar que no se olvidaba nada, abandonó el camarote para dirigirse al restaurante, donde había quedado en encontrarse con el señor Robertson. Cuando llegó, se sorprendió al ver que, quién se hallaba ahí no era el caballero, sino Burroughs. ¿Qué hacía él ahí? ¿Quería despedirse de ella, ya que durante la comida la había ignorado por completo? Desdemona se obligó a retirar esos pensamientos de su cabeza. Probablemente Robertson no había tenido suficiente tiempo y había enviado a su compañero a darle la dirección.

-Señor Burroughs, no espera encontrarle a usted.

-Señorita Adams. Mi compañero me ha enviado en su lugar. Tenía todavía que empacar bastantes cosas, por lo que temía que no le iba a dar tiempo- Desdemona intentó ocultar su decepción al escuchar las palabras del hombre. No estaba ahí porque quería despedirse de ella, estaba ahí porque le habían enviado como sustituto.- ¿Está usted bien? La veo muy pálida. Será mejor que nos sentemos en una de las hamacas. La brisa del mar le sentará bien.

LA PUREZADonde viven las historias. Descúbrelo ahora