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Se sentó en su cama para empezar a reír como loco, abrió los botones de su camisa para poder quitárselo, pero se detuvo en el camino.

—Debería estar feliz ¿No? —se dijo a sí mismo ante lo que presenció hace minutos.

Después que Namjoon lo llevara en un pasillo y lo abrazara, se llenara de su aroma se sintió importante y necesitado por aquel alfa, pero su felicidad se esfumó cuando el contrario empezó a llorar, no debería estar feliz con Namjoon sufriendo por haber sido engañado y perdido a su prometido. Quiso detenerlo al verlo despegarse de su lado, pero su caminar fue más rápido hasta  desaparecer en un ascensor, por lo que no tuvo más remedio de ir a su habitación, su amigo necesitaba espacio.

Recordó la escena al ver cómo Jungkook sostenía delicadamente el cuerpo del omega en sus brazos acariciándolo y protegiéndolo, ambos se veían tan cómodos y unidos, tan afortunados.

Estaba feliz por ellos.

Debería estar feliz ¿No? Eso pasó por su mente de nuevo, Namjoon no se iba a casar y estaba libre de nuevo, pero no era de esa manera cuando el alfa estaba triste y las decisiones sobre su compromiso se mantenían. No iba atar a su amigo cuando podría amar a cualquier persona de nuevo, alguien que no fuera él, cómo tantas veces le hizo ver.

¿Por qué carajos se había enamorado?

Era mejor no haber sentido eso nunca. Nunca haber soñado con esos labios que lo besaban suavemente.

Trató de aguantarse las lágrimas, pero estas cayeron en sus delicadas mejillas, las limpió con dureza de su rostro y fue en el baño para enjuagárselas.

—No eres un niño llorón...

Agarró su ropa de manga larga para quitárselas, bajó sus pantalones en sus piernas y su ropa interior para meterse de nuevo en la ducha, debía de abrir sus pensamientos con el agua fría. No era más un niño llorón, era un omega capaz de tener toda una empresa a sus pies y a cualquiera a sus mandatos, debía guiarse por las conveniencias y menos por su corazón que solo le dificultaba el pensar.

Cerró la llave del agua para ir por una bata, revisó sus cajones y con la mente despejada se vistió con un suéter y pantalones casuales, parecía solo un chico normal frente al espejo. Después de despegar su imagen del espejo tomó su celular y salió de la habitación, era hora de ver a Namjoon como su confiable amigo y no como un chico enamorado hasta los huesos.

Caminó por la zona de los bares cerca del hotel buscando una cabellera castaña obscura hasta que lo vio metido en uno, se escabulló en el lugar evitando topar con cualquier alfa o beta que quisiera propasarse, avanzó un poco para verlo sentado en la barra de bebidas distraído, sus labios estaban muy rojos por quien sabe cuanta cantidad haber bebido, sus ojos estaban perdidos en la copa que, contenía un líquido, su cabeza apenas se sostenía mareado por alcohol bebido. Al sentarse a su lado fue cuando el alfa lo sintió devolviéndole una sonrisa cálida. Tomó la copa y se la bajó.

—No sigas bebiendo Nam, es hora de irnos —le sonrió amigablemente dejando que el alfa colocara sus manos en su cintura para acercarse y recostarse en su hombro para llenarse de su aroma.

—Hueles, muy, muy rico Jinnie... -acarició la espalda del omega recostándose somnolientamente.

—Quiero pagar la cantidad bebida por el hombre — le dijo al mesero que estaba cerca que agarró la tarjeta que extendida. En breve se la trajo al apuesto chico para dársela en sus manos. Seokjin tuvo que levantarse con dificultad para cargar ese peso, recargó el brazo en su cuello agarrándole la cintura para que los dos pudieran caminar, Namjoon era muy pesado.

Afortunadamente el Hotel no estaba lejos dándose la tarea de aguantar el peso hasta llegar en el ascensor donde logró recargar el cuerpo del alfa en las paredes —Nam ¿Dónde está la tarjeta de tu habitación?

¿Qué somos? (Kookmin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora