Capítulo XXXVIII: La traición

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- D-dije que gracias..-

Kuro quedó sorprendido ante esas palabras y aunque no viera el rostro del peliverde estaba seguro que este estaba rojo de la vergüenza.

Touma no dijo nada, pero en el interior le alegraba que por lo menos un problema desapareciera.

Ahora sólo quedaba un problema enorme. El chico seguía sin aparecer.

Para cuando llegaron al lugar donde se hospedaban ya era de noche. Un día completo había pasado y no había señal alguna de poder encontrarlo pronto.

Tuvieron que irse a dormir con la preocupación de que pasaría, dónde podría estar ese niño.

Kuro no pudo pegar sus ojos en toda la noche. Miles de preguntas azotaban en su cabeza.

¿Y si Mahiru estaba mal? ¿Y si lo estaban lastimando?

Por primera vez quiso que amaneciera rápido para poder salir a buscar al niño que tanto amaba, aunque notó algo curioso, una cama vacía.

Cuando se acercó para ver quién faltaba se dió cuenta de que Touma no estaba.

Por un momento pensó que tal vez este estaría en el baño, pero en realidad este estaba fumando afuera del lugar, así que sin miedo alguno se acercó.

- ¿No puedes dormir?-

- Soy tu jefe. Hablame de usted.-

Touma aún parecía serio, como si la situación no le estuviera afectando aunque la realidad era otra. Por dentro estaba rogando al cielo que el niño apareciera sano y salvo.

- ¿Eso es necesario?-

Preguntó Kuro refiriéndose a si lo debía llamar con más respeto, pues el no era de esas personas que llamara más superior a alguien, a el le daba lo mismo si era importante o no.

- Haz lo que quieras-

Un silencio incómodo dominó el lugar hasta que Kuro volvió a tomar la palabra.

- Quieres mucho a Mahiru, ¿no? Sé que en el fondo estás preocupado a pesar de que el y tú no tienen ningún lazo-

- Te equivocas-

Interrumpió el pelinegro aún sin dejar de fumar su cigarrillo.

- ¿A qué te refieres?..-

Después de un largo suspiro por parte de Touma este solo miró al chico con un semblante más calmado.

- Nadie puede enterarse de esto, ¿entendido?-

El peliceleste asintió.

Poco sabía del gran secreto que Touma guardaba en su pecho.

Después de esa charla ambos volvieron a su cama y durmieron un poco más calmados. Aunque el secreto que Touma le había revelado a Kuro era bastante importante y probablemente una pista para bajar al niño.

Eso calmó el pobre corazón del perezoso.

A la mañana siguiente todos se levantaron y fueron al mismo lugar a desayunar algo, aunque el ambiente se sentía triste y pesado sin la compañía de ese castaño alegre. Incluso Hyde y Tsurugi, quienes eran los más inquietos, estaban sentados mirando su plato de panqueques.

El mismo mesero se acercó y vio las caras tristes y serias de todos.

- ¿Sucede algo?-

- Nuestro amigo está perdido..-

¿La vida en un Circo es así?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora