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No soy alguien que recé a menudo pero está vez lo hice porque realmente no quiero que le pase algo malo a ___. 

Estuve esperandola toda la mañana y no asistió a clases, estoy dudando pero ya no, así que iré a su casa para preguntar por ella.

Mire la casa y me apresure a tocar el timbre, nadie salía y comencé a asustarme. Toque desesperado y incluse pensé que se rompería.

La ama de casa salió.

— Joven Jeon.—se soprendió al verme.

— Quiero verla, por favor.—supliqué aferrandome a las rejas.

— Joven, nadie está en la casa.—ella lo decía con pena.

— ¿Dónde salieron?

— E-ellos ya no viven aquí.

— No, no te creo, dejame ingresar ¿Sí?

Mis ojos estaban húmedos y mi peor miedo se estaba haciendo realidad.
Ella abrió la reja y corrí hasta la habitación de ___. Sus cosas estaban allí, abrí su armario y no había nada.

Caí al suelo de rodillas y golpee en el suelo sin darme cuenta que había herido mis nudillos.

—¿Por qué? ¡Por qué!—me tire al suelo.

Mire por la ventana y recorde lo bonito que era verla dormir. A lado había su espejo que era inmeso y tenía un sobre colgando.

Me pare y leí lo que decía: "Sabía que vendrías"

Abrace el sobre y salí de su habitación, ni siquiera me despedí de la señora. Sólo, salí y ya.

Camine calles más abajo con los pasos perdidos y llore con el niño que tenía en mi interior. Una camioneta se estaciono cerca a mí, no me intereso y seguí mi camino.

Ellos me golpearon la cabeza y perdí el conocimiento, para mi gran suerte guarde la carta en mi bolsillo y sé que estará bien.

Me desperte en un lugar oscuro y pude ver jenrigas, en algún momento tuve el pensamiento que venderían mis órganos.

Sólo escuche como un hombre con una voz que en alguna parte he escuchado comenzo a reírse.

—Vaya tu suerte, estás más sano que agua bendita.—dio fuertes carcajadas.—Me alegra poder verte por última vez, Jeon Jungkook, protector de mi amada.

Él hizo una reverencia frente a mí. No podía verlo por el gorro negro y cubreboca.

—¿Quién eres y qué quieres?—no podía quedarme con la duda.

—Soy quién tu quieras que sea y no quiera nada de tí porque ya obtuve lo que quería.

Dos hombres grandes me pusieron un saco negro en mi cabeza y me llevaron a otro sitio. Podía sentir la brisa del lugat en mis manos, me quitaron el saco y volví a ver al mismo chico frente a mí.

Me apuntó con una pistola

—Sería bonito acabar contigo, jamás he dejado a alguien vivo, pero tú serás la excepción y eso me enfada.—guardo la pistola.—Vámonos.

Ellos se fueron y me quede desconcertado, mi brazo tenía un pequeño agujero, es obvio, habían extraído sangre y no sabía el motivo.

Desate el nudo de mis muñecas y busque el sobre en mi bolsillo.

—¡Te tengo!—grite de felicidad.

No me importa donde esté puedo encontrar mi camino así como yo te encontrare ___.

Así tenga que dar mi vida por ti.

Era un desierto que a diez metros encontre casas y pedí ayuda. La gente muy generosa me ayudo sin pedirme algo a cambio y agradecí.

Mi madre vino a recogerme y me llevo a casa. Apenas llegue intente esconderme en mi habitación pero ella lo impidió.

La abrace y llore, jamás había llorado así frente a mi madre. Le rogue que me dejara descansar y que después le diría que me pasaba.

Recaí en mi puerta al cerrarla, había llegado el momento de leer la carta.

"Te juro que intente amarte pero no puedo, esto termino, me siento mal por haber jugado contigo.

Lo siento, vive bien sin mí.

No sé como escribir para ti sin lastimarte, no quiero casarme, no me gusta, no me gustas.

Tú estarás bien lo sé.

Odiame pero yo quiero ser libre. Libre de todo.

Sonríe sin mí.

Te advertí que jamás ame a alguien, que nunca me aferre a nadie pero tú eres necio y no haces caso, sí en algún momento sentí algo por ti, te lo hubiera dicho.

Te ahorre dinero de la estúpida boda, claro estaba que no quería casarme contigo.

Adiós, Jeon Jungkook. "

Es todo.

Rompí en pedazos ese papel de la ira, comencé a tirar todo al suelo y grite.

Mi madre ingreso asustada a mi habitación.

—¡Jungkook, detente!—me grito.

—M-mamá—caí al suelo.

—¿Q-qué te pasa?—ella se acerco a mí.

La abrace.

—E-ella jugó conmigo.—llore.—y-yo la amo, mamá.

Y lloré toda la noche.

Jamás nadie me había herido tanto, me sentía destruído y traicionado.
Tiena ganas de matarme porque sientía y siento que ya nada vale la pena.

Vuelve, ¡VUELVE! ... y-yo te necesito.

Yo te necesito, ___.

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