18: Juego II.

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KENDALL.

¿En serio? ¿De verdad? No, esto tiene que ser una broma. Es decir, lo aguante a regañadientes dos semanas ansiando el día en que no tenga que cruzármelo más y lo encuentro aquí, en la reunión de mi juego.

Porque si.

Lo creé yo.

—Pues viene a jugar, ¿No es obvio?—Volteó los ojos Kenia.

—No es tan obvio como tu actitud de necesitada, querida.—Le sonreí con maldad.

—Come mierda.—Dijo ella entre dientes.

—No, jamás te comería.—Le guiñé un ojo con falsedad.

«Tu no quieres ver al diablo en persona, de verdad que no...»

—Bueno, bueno, bueno.—Llamó Carla la atención de todos aplaudiendo.—Mejor empecemos este juego. ¿Nos explicarás por si alguien no sabe como jugar, Kendall?—Me miró.

—Asentí.—Bien, primero deben organizarse en un círculo.—Ordené y seguidamente vi como me obedecieron y quedé yo en el medio.

Era consciente de que estaban muy juntos porque la habitación no era tan amplía, pero, yo no prestaría mi gran habitación para esto solo por la comodidad de ellos.

—Allison.—La señalé.—Les estará entregando una venda a cada quien para taparse los ojos cuando yo diga, Odile.—Asentí hacia ella la cual está justo al lado de un reproductor de música.—Colocará una pista, aquello contará de una forma regresiva, esos segundos vamos todos a caminar por el espacio, si, con los ojos vendados, tengan cuidado, pongan sus manos al frente, y cuando la cuenta llegue a cero agarrarán a una persona y la besarán, así sin más. Como pueden escuchar no verán así que pueden correr el riesgo de besar a alguien de su mismo sexo. El que se quiera salir puede irse ahora.—Avisé.
Pasaron unos segundos y escuché unos murmullos los cuales se iban haciendo un poco más fuertes.

Nathaniel y la sombra de Placer House, Víctor Lara.

—¡Anda!—Exclamó la sombra.

—¡No me quedaré en esta estupidez!—Replicó Nathaniel.

—¿Por qué no?—Frunció el ceño Victor.

—¿Por qué si debería?—Se cruzó de brazos el bastardo.

Víctor iba a responder cuando decidí intervenir.

—Déjalo sombra, los miedosos siempre huyen.—Comenté con burla.

—Él no teme.—Me contestó la sombra.

—¿Eres su novio o qué?—Reí con sorna.

—Eso no es tu puto problem...—

—Olvídalo.—Lo interrumpió el idiota.—Realmente no vale la pena gastar el tiempo en basura.—Me miro despectivamente.—Lo haré.—Dijo con suficiencia.

—Si quieres ver al diablo llegar, solo invócalo, Nathaniel.—Disparé fulminándolo con la mirada.

—El diablo está entre nosotros y soy yo.

Todo estaba en absoluto silencio, todos viéndonos fijamente y pude notar fascinación, admiración y asombro de parte de algunas personas hacia Nathaniel, pero, todas o al menos la mayoría eran del género femenino, patéticas.

Estaba a punto de responder cuando Allison decidió hablar:

—Ya todos tienen sus vendas.—Nos entregó las respectivas a ambos.—Podemos empezar.

Asentí y ordené a que se colocaran las vendas para yo hacerlo igual.

Si, tengo novio, pero, ¿Y qué? No me siento mal haciendo esto, además es solo un beso, si no me siento mal, entonces no está mal.

Solo una adicción.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora