KENDALL.
Salí del comedor luego de comer y hablar con las chicas, Kenia ni se nos acercó, y para ser sincera, era mejor así.
—Oye, linda.—Llamó una voz familiar a mis espaldas.
El corazón se me aceleró, pero, no a un ritmo exagerado.
Podía ser emoción o diversión, aún no lo sabía...
Me giré con una sonrisa ladina.
—Hola, Ethan.—Le contesté.
—¿Pensabas irte a trabajar sin darme los buenos días?—Cuestionó acercándose a mi.
—Estabas comiendo y como siempre apurando a los chicos, no quería molestarte.—Me encogí de hombros con falsa Inocencia.
—Sabes que no eres una molestia para mi, fire.—Me tomó por la cintura y me acercó a él.
—Pues bueno, en ese caso, buenos días, ice.
—¿Ice?—Alzó una ceja con diversión.
—Te lo diré en la salida de esta noche.—Le guiñé un ojo.
—Entonces si saldremos...
—Tú decidiste por mi, no me queda de otra.—Me encogí de hombros con indiferencia.
—Entonces nos vemos esta noche, fire.—Buscó mi boca para besarla pero, me quité.
—Nos vemos.—Me zafé de su agarre y seguí mi camino.
Por órdenes del jefe el horario en que tendría que entrenar al bastardo es después del desayuno, y si el idiota necesitaba sesiones aparte tendría que dárselas, por lo cual voy con cero ánimo a su habitación.
Que manera más práctica de arruinarme la digestión, ¿No?
Al llegar a la puerta de su cuarto, normalmente no tocaría, no le debía respeto alguno.
Pero, como las puertas de placer house tienen censor y cerradura no puedo entrar como quisiera. La primera vez estaba abierto, la segunda el jefe me dio para que abriera, esta vez no tengo nada, así que no podré entrar.
Iba a tocar la puerta cuando siento cierta respiración en mi cuello.
—Con que la malnacida tiene modales.—Comentó con voz densa.
Inmediatamente sentí como en cada vena de mi cuerpo se sustituía la sangre por la ira, me volteé quedando frente a él y sus ojos se conectaron con los míos, su mirada disparaba desprecio y seguramente la mía dispara repugnancia.
Sin pensarlo y sin que él lo viera venir lo tomé por el cuello del suéter rojo que estaba usando, lo pegué contra la pared del pasillo aprovechando su momentánea distracción para que se me hiciera más fácil. Sin pensarlo dos veces tomé impulso con mi mano libre y la clavé con fuerza en su mejilla, su rostro giró a causa del impacto el cual había resonado por todo el pasillo y se quedó allí con lo que pude distinguir una sonrisa.
Sus dientes perfectamente alineados y blancos, sus labios rosados, húmedos y carnosos, y aquellos hoyuelos que enloquecerían a cualquiera.
Si, enloquecerían a cualquiera, pero, yo no soy cualquiera.
«Si quisieran volverme loca deberían tomar en cuenta que soy la líder del manicomio.»
—¿Como que malnacida, infeliz hijo de tu puta madre?—Casi escupo las palabras.
Su rostro se volvió neutro y enderezó la cabeza uniendo su mirada a la mía.
—Eres una maldita idiota con agallas.—Ahora Nathaniel era el que casi escupía las palabras.
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Solo una adicción.
DiversosDos jóvenes que fueron sometidos a lo mismo, pero, llevado a mundos totalmente diferentes, para que se olviden y después volverlos a juntar. Todo entre ellos está calculado, no hay ninguna casualidad, todo es parte de un plan para que aquel negocio...