6: Habíamos firmado el contrato de la adicción...

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Después de mirar al idiota de Ian con burla, llegué a la habitación del bastardo y entré, el cuarto estaba frío e iluminado por los rayos del sol, cerré la puerta detrás de mí y me acerqué a la cama, un rayo de luz pasaba desde su cabello, una de las comisuras de sus labios y un lado de su cuello, su respiración era calmada, pero, su rostro estaba tenso, sus facciones al dormir no eran tranquilas, era porque él no tenía nada de tranquilidad dentro de él, y tampoco iba a tenerla si no se adaptaba.

Él era atractivo, todos aquí lo eran, pero, si me dispongo a buscar uno mejor que el, conseguiría miles, aunque este ser sin dudarlo con solo mirar a alguna de aquí la tiene en su cama puesta para él.

Volví a la puerta y le pasé el seguro.

Caminé lentamente hacia él y dejé el preservativo que me había traído a un lado en la mesita de noche.

No entiendo porqué su habitación es igual a la mía si mi habitación era única, solo yo tenía ese modelo, los demás dormían en otra, la mía era la única diferente, pero, eso, ERA, porque llegó este imbécil.

Retiré cuidadosamente la sábana que lo cubría y descubrí que estaba en bóxer, estos eran negros y se ajustaban a él perfectamente marcando su grueso miembro.
Por lo menos ya sé que la razón por la cual no le gusta el sexo no es el tamaño de su arma.

«¿Quien la habrá quitado la ropa?»

Me senté encima de él con cuidado con su miembro aún flácido rozando mi feminidad. Agarré un brazo y abroché un lado de las esposas que tenía en mi mano todo este tiempo en su muñeca, y el otro lado lo coloqué en el copete de la cama, agarré el otro brazo es hice lo mismo con otras esposas que había agarrado.

Se removió un poco, pero, siguió dormido.
Puede que el sedante haga su sueño más pesado de lo normal, algo que me beneficia.
Pasé mis manos por su marcado abdomen y la subí hasta su pecho.

Entonces por un momento todo cambió: El que estaba allí ya no era el idiota, era el chico del piercing, aquel chico con el que soñaba y estaba con él sin reglas.

Pocisioné mi clítoris a la par de su hombría y comencé a moverme de manera circular con las manos en su abdomen, con esto iba a lograr que él se excitara y me daba una clase de placer a mi.

Su bulto rozando contra mi hacía que un cosquilleo delicioso se extendiera por mis muslos y mis labios vaginales, mordí mi labio inferior mientras aumentaba la velocidad, mis caderas moviéndose de forma circular, y al frente y atrás, una y otra vez me causaba una sensación placentera.

Cada vez que mi botón de placer se frotaba con su caliente hombría desplegaba pequeños correntazos de placer en mi.

Sin dejar de moverme enredé mis dedos en su cabello y lo tomé con algo de brusquedad, mi boca emprendió camino a sus labios y plasmé un beso delicado allí, me concentré donde tenía el piercing y besé y chupé fuertemente esa parte, y me desconcertó el hecho de que no sentí ningún objeto metálico, dibujé con besos húmedos un camino desde su boca, pasando por su mentón, quijada y finalmente llegando a su cuello, comencé a besar pausadamente cada letra del tatuaje, las cuales eran cinco, besaba una por una lentamente mientras me movía sobre él con más intensidad ya que su miembro se estaba poniendo erecto y rozaba más contra mi, me movía una y otra vez sobre él sintiendo cosquilleo en la parte baja de mi vientre, su grueso miembro duro debajo de mi me aceleró la respiración y mi fuego interno comenzaba a extenderse, el placer era más grande y la sensación era exquisita, besé la última letra y suspiré en su cuello, me di cuenta que se erizó, estaba dispuesta a leer lo que decía el tatuaje cuando se removió logrando que yo saliera de su cuello, quité mi mano de su cabello al ver que ya no estaba pintado, su piercing había desaparecido, y ya no tenía un tatuaje.

Solo una adicción.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora