7: Es mejor no provocar a la bestia.

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Salí de aquella habitación con un leve ardor en mi feminidad—que para ser sincera, no sé si es ardor por el tamaño o ardor porque no tuve suficiente de él— y con el humor de perros que la mayoría del tiempo cargo, pero, esta vez más fuerte, debido a la pequeña molestia y a aquel bastardo.

«¿Que se creía él? ¿Planeaba intimidarme o darme miedo? Porque estaba claro que eso jamás iba a lograrlo.»

Reboté contra un cuerpo totalmente duro y gruñí subiendo la mirada.

—¡¿Tú qué haces aquí, inútil?! Apártate.—Exclamé al ver a Ethan frente a mi.

—¿Como está eso de que lo violaste?—Cuestionó con un tono de voz frío.

¿Y ahora él qué? Se atraviesa en mi camino, escucha a escondidas y además me cuestiona. ¡¿Qué sucede con las personas?!

«Después dicen que yo soy la amargada cuando ellos me hacen actuar así.»

—Está bien, te mandó saludos.—Respondí sarcásticamente colocando los ojos en blanco.

Traté de pasarle por un lado para dirigirme al comedor y sentí como me apretó fuertemente el brazo y me atrajo a él casi haciendo que chocara con su pecho.

—No quiero jueguitos de tu parte MacQuoid,—Subrayó.—¿Como es eso de que lo violaste?—Preguntó entre dientes.

—¡Eso no es tu puto problema!—Traté de soltarme de su agarre lo cual no conseguí.

—¿Te lo tiraste?—Preguntó con una evidente rabia brotando de sus ojos.

Sin contestarle traté de soltarme nuevamente y lo único que obtuve fue que apretara más su agarre al rededor de mi brazo y el dolor comenzaba a acentuarse al igual que mi ira.

—¡Eso no es de tu incumbencia!

—¡Dime!—Exigió furioso.

Me molestaba de sobremanera su actitud, pero, me intrigaba el porqué de la misma.

—¿Y si lo hice qué? ¿Que me vas a hacer? ¿Me vas a pegar?—Lo reté mirándolo a los ojos.

Esos ojos claros estaban tan oscuros de rabia, por un momento pensé que haría lo último que le pregunté.

—¡Eres una jodida perra!—Rugió a centímetros de mi rostro.

Pero, no lo decía refiriéndose a lo de aquel imbécil, yo sabía que no me insultaba por eso.

—¿Se supone que eso deba ofenderme?—Sonreí burlona ignorando el dolor de mi brazo.

—¡No hagas que te rompa la maldita cara!

—Hazlo.—Lo incité.—Hazlo como a todas las demás.

Sus ojos iracundos se pasearon por todo mi rostro con detenimiento.

—¿Te acostaste con ese maldito cabrón?—Preguntó una vez más con su mandíbula apretada.

—Si, y lo disfruté bastante.—Me mordí el labio inferior.

Solo lo dije para molestarlo mas de lo que está, quiero ver su límite.

—¡Eres una sucia, Kendall! ¡A penas lo hiciste conmigo ayer! ¡¿QUÉ DIABLOS TIENES EN TU CABEZA?!—Sin soltar mi brazo me pegó rústicamente contra la pared.

Miradas curiosas de algunos de los chicos que se dirigían al bufete se posaban sobre nosotros.

«Una más y estás jodido, Ethan.»

—Soy tan libre como lo eres tú de acostarte con quien quieras. Tú adoras pegarle a las mujeres y yo adoro acostarme con todos, ¿Cuál es el problema?—Disparé sosteniendo su mirada.

Solo una adicción.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora