NATHANIEL.
Había estado dispuesto a seguir durmiendo, pero, escuché algunas cosas que me alertaron y una de ellas era la voz de Ethan. Me había levantado, me había colocado todas las prendas que llevaba puesta la noche anterior y me había acercado lentamente a la puerta de aquella habitación, logré escuchar un par de cosas y cuando lo que decían era un poco más fuerte decidí abrir la puerta, y con ella abrí varios sentimientos que no sabía que tenía, o quizás si sabía y no quería aceptarlo.
El primero fue celos; la vi a ella acostada y a él encima de ella besándola de manera salvaje, cuando solo hace unas horas había estado conmigo. Un sabor amargo se posó en mi boca y una incomodidad muy desagradable acaparó mi cuerpo.
A través de las cortinas que me cubrían, porque abrí la puerta más no corrí las cortinas, pude visualizarla luchar contra él.
Entonces el segundo sentimiento fue la ira; me sentía iracundo porque él lo estaba haciendo contra su voluntad, porque estaba abusando de ella. La incomodidad fue reemplazada por tensión, y apreté mi mandíbula fuertemente.
Esperé, me quedé mirando y esperé. Yo sabía que ella podía con eso, Kendall era fuerte.
Así que el tercer sentimiento fue la confianza; confiaba en que ella manejara la situación de la mejor manera posible. Mi cuerpo seguía tensionado, pero, tenía una sonrisa en mi rostro. ¿Por qué? Pues porque ella iba a salir de aquello.
Seguí esperando, visualicé al anormal besar y succionar sus senos hasta que mordió, y al parecer bastante fuerte, ella rasguñó sus hombros y para mi eso fue indicio de placer.
Y ahí apareció el cuarto sentimiento, decepción; estaba decepcionado de que ella se dejara llevar tan fácil, de que se estaba dejando dominar, y no por mi. Una presión inexplicable se estableció en mi pecho, era tan fuerte que sentía que me ahogaba.
Pero lo siguiente que vi me dejó atónito, sus uñas clavadas en sus hombros le sacaban sangre al inepto, lo estaba rasgando bastante fuerte, y su exclamación fue de dolor, no de placer.
Y fue cuando apareció el quinto sentimiento, furia; me sentía furibundo al ver lo mucho que le estaba haciendo sabiendo que ella no quería nada.
Tenía todas las malditas ganas de infringirle el mismo o aún más dolor del que él le estaba ocasionando a ella. Sentí mi cuerpo calentarse y mis manos se hicieron puños de inmediato. Apretaba con fuerza, juraría que mis nudillos se pusieron blancos y mis uñas se estaban clavando en mis palmas.
Pero, seguí esperando, esperé que me llamara para intervenir y matar a golpes a ese patán. Sin embargo, eso no pasó, ella nunca me llamó. Eso me dio a interpretar que no me quería allí, que no quería que la defendiera.
Y el sexto sentimiento hizo acto de presencia, impotencia; me sentía impotente porque quería arrancar esas cortinas, apartar ese escritorio y partirle la cara a ese infeliz, quería que la dejara en paz, quería ayudarla, pero, ¿Como ayudas si no te están pidiendo ayuda?
Me quedé allí, con mis músculos tensos, mi expresión totalmente seria y fría, sentía que mis dientes estallarían por la presión que estaba generando con mi mandíbula, y sentía que en cualquier momento mis palmas destilarían sangre por mis uñas clavadas en ellas.
Pero, de un momento a otro todo dio un giro que diablos, sinceramente, no me lo esperaba.
Ella tomó total control de la situación, lo enfrentó como pudo, y logró zafarse. Y aquí dos sentimiento vinieron juntos:
Séptimo, lastima; vamos, soy hombre por mas que sea, ver lo que le hizo me dolió hasta a mi.
Octavo, orgullo; a pesar del dolor me sentí orgulloso, ella lo manejó todo y se libró. Me destensé un poco, sin embargo, seguía impotente.
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Solo una adicción.
عشوائيDos jóvenes que fueron sometidos a lo mismo, pero, llevado a mundos totalmente diferentes, para que se olviden y después volverlos a juntar. Todo entre ellos está calculado, no hay ninguna casualidad, todo es parte de un plan para que aquel negocio...