Han pasado tres días desde aquél juego ¿Y ustedes creen que he podido olvidar aquél fogoso beso? Pues no, se me hace inmensamente imposible dejar de pensar en aquello. Cada vez que beso a Ethan intento buscar el mismo choque de labios, el toque explosivo y adictivo, el sabor a veneno, la toxicidad, pero no, no lo hallo y me frustra.
Él es muy lindo conmigo, pero, no creo que me guste y mucho menos estar enamorada de él, si me atrae, pero, su aura de maldad se desvanece conmigo, es muy dulce y sinceramente me empalaga.
Sigo haciendo mi rutina de sentadillas frente al espejo mientras perforo el mismo con mi mirada, siento que de la tensión se romperá en mil pedazos.
Lo qué pasa es lo siguiente:
Nathaniel y todos los demás están haciendo ejercicio al igual que nosotras, él se encuentra sentando levantando una pesa con una mano bañado en sudor y viéndome a través del espejo con la misma intensidad con la que lo veo yo.
Nos vemos con rivalidad y competencia, aunque admito que desvío mi mirada en algunas ocasiones para ver sus músculos contraerse, ver sus venas brotadas y obviamente su abdomen marcado, y no negaré que siento su mirada en mis glúteos también.
Al llegar a la sentadilla número 120 ya que hago tres series de 40, le dedico una ultima mirada al bastardo que estaba detrás de mí, agarro mi agua y me voy hacia las duchas deleitando mi seca garganta con el líquido.
Entro a la de damas obviamente, ganándome miradas de algunos hombres e ignorando sus silbidos, abro mi casillero y dejo el pote con agua allí para sacar mi toalla, jabón y todas esas cosas, ingreso a la ducha, me despojo de mis prendas y al colocarme debajo de la regadera cae el agua con la temperatura regulada empapando todo mi cuerpo inmediatamente. Si, las duchas tienen censores.
[...]
Ya vestida procedo a peinarme el cabello cuando todo a mi al rededor se queda sin electricidad.
Cuando me dedico a buscar mi celular para alumbrar me detienen y me pegan contra los casilleros haciendo que suenen, unas piernas se enredan con las mías dejándome inmóvil y me inmovilizan los brazos colocándolos sobre mi cabeza.
—Te dije que volvería.—Susurra metiendo su nariz en mi cuello.
Desconocido.
—Pues espero que vengas con información.
—Con información vendré siempre, linda.—Me dijo haciendo que su aliento chocara con mi cuello.
—Habla de una vez.
—No me responsabilizo si no es la información que esperas.
—Que sea una que me sirva porque te corto los testículos de lo contrario.
—Ay si, mira, qué miedo. Ni siquiera puedes moverte.
—Realmente no entiendo porqué me tienes así si me conviene no hacerte nada.
—Porque te conozco y sé que intentarás saber quien soy.—Dice como si fuera lo más obvio del mundo.
Sin embargo, lo que dijo era cierto. Lo intentaría.
—¡¿De donde mierda me conoces?!
—¿Ya comenzamos a alterarnos, linda? Es mejor que te calles.
—¡Yo hago lo que a mi me dé la gana!
—En el gimnasio están todos como si nada, es mejor que nadie se dé cuenta que todo está a oscuras aquí.
—Serás idiota si crees que te voy a obedecer.—Levanté como pude una de mis piernas y le pisé el pie con todas mis fuerzas haciéndolo gruñir y bajar la fuerza que ejercía en mis piernas, alcé mi rodilla y golpeé su entre pierna.
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Solo una adicción.
CasualeDos jóvenes que fueron sometidos a lo mismo, pero, llevado a mundos totalmente diferentes, para que se olviden y después volverlos a juntar. Todo entre ellos está calculado, no hay ninguna casualidad, todo es parte de un plan para que aquel negocio...