28: Trastorno.

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Al leer aquello mi corazón comenzó a latir con muchísima fuerza. Farías era un apellido, el cual ya sabía, era el que yo había recordado de alguna manera, Nelson era el primer nombre de aquella persona, pero, ¿Quién era esa persona? ¿Qué fue para mi?

Borré inmediatamente aquello que estaba escrito en lo empañado del espejo para que Nathaniel no lo viera y me arreglé lo más rápido que pude, salí del baño y seguidamente del cuarto.

Nathaniel. A ese maldito bastardo se me hacía muy fácil decirle Farías, y me salía sin pensarlo, luego cuando me daba cuanta era muy tarde para retractarlo.

Estoy consciente de que lo llamé Farías, y le dije que era hermoso. Quisiera mentir de una y mil maneras diciendo que no pienso que es hermoso, pero, la realidad es que si lo es, o al menos para mi. El asunto está en que no sé porqué rayos le digo Farías, pero, me siento tan cómoda diciéndolo que no dudo que esta no sea la última vez que lo llame así.

Sentí tantas cosas arremolinadas en mi vientre y pecho mientras nos acercábamos, no quería separarme de él, pero, tampoco quería acercarme mucho.

Se sentía tan genial, pero, estaba tan incorrecto que terminamos por separarnos ambos.

Por Dios, Nathaniel. ¿Qué estamos haciendo?

Llegué a mi cuarto y abrí la puerta, cuando intenté cerrarla un pie se atravesó impidiendo que cerrara completamente.

No sé cuantas oraciones hice en tres segundos para que no fuese Ethan, pero, al parecer funcionaron.

Era Allison.

—¿Qué pasa?—Cuestioné directamente.

—¿Qué te pasa a ti? ¿Dónde te metiste?

—Dudo mucho que sea tú problema, Allison.

—Es mi problema, eres mi amiga, se supone que debo preocuparme por ti.—Entró sin ningún tipo de invitación.

No me quedo mas que suspirar resignada y cerrar la puerta.

—¿Y por qué deberías preocuparte, según tú?—Me posicioné frente a ella con los brazos cruzados mientras ella se sentaba en mi cama.

—Vayamos en orden. Dime la razón por la cual le pegaste a Kenia.

—Rodé los ojos.—Porque se metió dónde y con quien no debía.

—¿Qué hizo?

—Estaba muy, muy, muy cerca de Nathaniel sin permiso alguno, y encima intento retarme.

—Bien, eso de intentar retarte lo entiendo, no te gusta, pero, lo de Nathaniel... eso sí que no lo entiendo.

—Yo soy su captadora, cualquiera que quiera acercarse tanto a él tiene que pedir permiso, él me pertenece.

—Espera, cariño, un momento.—Se irguió en su posición y parecía estar analizando.—Tú nunca habías dicho eso, o habías actuado así con ninguno de los que adaptas.

—¡Pues claro! Si nadie intentaba sobrepasarse.

—Te equivocas, si lo intentaban, ellos lo permitían, tú sabías y te daba igual.

—Pero, ella quería seducir a Nathaniel, se lo tiró y yo no iba a dejarlo así, Allison.

—¿Qué tiene Nathaniel de diferente para que los celos te ataquen?

¿Celosa yo por ese imbécil? Cuéntenme otro chiste. Yo lo detesto, pero, detesto más que ella se haya acercado a él, nadie podría hacerlo, solo yo, todo él me pertenecía. No sé cuantas veces más debo explicarlo.

Solo una adicción.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora